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Bicimad: relato de un caos

El préstamo de bicicletas sigue sin funcionar casi dos semanas después de su estreno La empresa reconoce que un fallo informático impide que las terminales se comuniquen entre ellas

Guillermo Altares
Un ciudadano trata infructuosamente de utilizar BiciMad junto al Retiro.
Un ciudadano trata infructuosamente de utilizar BiciMad junto al Retiro.Cristóbal Manuel

Durante meses, los ciudadanos pudieron ver cómo el sistema público de préstamo de bicicletas en Madrid iba convirtiéndose en realidad. Tras una larga espera y una intensa campaña de promoción, con meses o años de retraso con respecto a ciudades como Barcelona, París, Londres o Nueva York, primero aparecieron los anclajes, luego los llamados tótem —las terminales de control de cada estación— y finalmente las bicicletas eléctricas. Semanas después de la fecha prevista, entró en funcionamiento el lunes 23 de junio en medio del caos. Este fin de semana, Bicimad seguía teniendo problemas: la empresa adjudicataria, Bonopark asegura que ha logrado solucionar dos de los principales obstáculos para los usuarios, los problemas para darse de alta y para recoger las tarjetas, pero reconoce que muchas estaciones todavía no se comunican entre ellas y que muchos usuarios sólo pueden tomar prestadas bicicletas en la estación en la que se dieron de alta. Solo el 50% de los 5.200 que se han dado de alta ha logrado la tarjeta.

Bicimad ha atravesado una serie de episodios que iban de lo cómico (alguien logró introducir una imagen pornográfica en la pantalla de un terminal, lo que sembró enormes dudas sobre la seguridad del sistema) hasta lo surrealista. Una portavoz de la compañía, la misma que gestiona las bicicletas públicas de San Sebastián, asegura que los problemas de comunicación entre las estaciones se deben "a los ataques informáticos" y que han realizado una auditoría de seguridad para garantizar que los datos que introduce el usuario (nombre, apellido, DNI, dirección, email y tarjeta de crédito) están a salvo. La Policía Municipal está investigando estos ciberataques.

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La compañía mantiene que "todo estará arreglado en cuestión de días" pero, ahora mismo, no puede comprometerse a dar una fecha. Tampoco pudo facilitar el número de estaciones afectadas por la incomunicación.

El sistema para darse de alta es el siguiente: el usuario introduce sus datos en la web. Antes se podía hacer también en el tótem, pero se desactivó desde el episodio del vídeo porno, que la compañía atribuye a que alguien accedió a internet en el ordenador que hay dentro de cada terminal. Hay que introducir también un número de tarjeta de crédito para pagar el abono y una recarga mínima. Se reciben dos correos, uno con el número para conseguir la tarjeta, y otro para acceder a la web y controlar la cuenta. El ciudadano va a continuación al tótem, recoge la tarjeta y puede tomar una bicicleta. ¿Qué ha fallado? En pocas palabras: todo.

La policía investiga los accesos ilegales al sistema

Una portavoz de Bonopark aseguró que estaban ahora mismo trabajando a marchas forzadas para solucionar el principal problema que afecta todavía Bicimad, el hecho de que las estaciones no se comuniquen entre ellas, un fallo que choca con el mismo centro neurálgico del préstamo de bicicletas. Según explicó, están probando "una versión mejorada del software" y reiniciando el sistema. El mismo portavoz destacó que los problemas para darse de alta y para que los tótems dispensen la tarjeta ya estaban solucionados "en casi todas las estaciones". Y que el último lo estaría en cuestión de días, pero no pudo adelantar una fecha precisa para que Bicimad se normalice.

Fuentes del Ayuntamiento de Madrid indicaron por su parte que "al tener conocimiento de los intentos de acceso no autorizados se ha exigido a la empresa que denunciara estos hechos" y señalaron que "los han puesto en conocimiento de la Policía Municipal". "La unidad de coordinación e investigación judicial se está haciendo cargo del asunto", agregaron.
Madrid ha llegado tarde al sistema público de préstamos , aunque ofrece bicicletas eléctricas, un total de 1.560 distribuidas en 123 estaciones de seis distritos (Centro, Salamanca, Arganzuela, Retiro, Moncloa-Aravaca y Chamberí). La idea es ampliar en el futuro. El abono anual cuesta 25 euros (15 si se tiene una tarjeta de transporte vigente) y hay que abonar 50 céntimos por trayecto. En la mayoría de los sistemas de bicis públicas del mundo, la primera media hora es gratis porque sus responsables consideran que es la mejor manera de incentivar el uso. En Madrid han apostado por un sistema de pago desde el principio.

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Las redes sociales están inundadas de comentarios, que van desde la ironía hasta el cabreo desatado: están los usuarios que no han logrado hacerse con la tarjeta; los usuarios que la tienen pero que no funciona; los usuarios que no logran recargar la tarjeta; a los que no les funciona la página web; los que han visto cómo era engullida por el tótem cuando trataban de hacer un trámite; aquellos que llaman desesperados al número 900.922.381 para atender quejas y no logran comunicar y aquellos que logran comunicar y reciben como respuesta un "vuelva usted mañana" en forma de vaya usted a las oficinas centrales de Bonopark en Madrid, en la calle Serrano 85.

En un recorrido por diferentes estaciones del centro, apenas había usuarios y los técnicos que la empresa ha contratado para ayudar a los clientes remitían también a la central. "Segunda tarjeta q recojo, no me deja recargarla y en la web me aparece como si no la hubiera recogido. BRAVO!!! Q MARAVILLA!!!", "Alta, pago y clave. Pero luego de intentarlo en dos estaciones distintas aún no he podido retirar el abono anual de @BiciMAD", "Hoy tampoco he recibido el código de @BiciMAD para sustituir mi tarjeta defectuosa. 11 días". Estos eran algunos de los mensajes que el viernes podían leerse en pocos minutos en Twitter. El blog enbicipormadrid, , una página muy útil para informarse sobre todo lo relacionado con el uso de las bicicletas en la capital, ha elaborado una entrada cargada de ironía con el título "Bicimad: cómo superar las 12 pruebas para abonarse sin volverse loco", que resumía la avalancha de quejas que han recibido. Según este blog, sólo uno de cada cinco usuarios ha logrado utilizar el servicio (y no cuentan a aquellos que luego no pueden sacar bicicletas de estaciones diferentes a la suya porque este problema todavía no había sido detectado).

Un usuario que tuvo bastante suerte esperó un día para solicitar la clave después de leer que el sistema estaba colapsado. El martes 24 rellenó el formulario en Internet, recibió en un tiempo razonable un mail con las dos claves, bajó a un tótem a buscar su tarjeta. Tras superar un problema de lectura de la clave —varias letras y números son iguales así que hay que pasarla a un procesador de textos que las distinga—, la tarjeta salió sin problemas y pudo usar la bici. Pero sólo en esa estación, como descubrió cuando trató de utilizarla en otros puntos de Madrid.

La explicación es que las estaciones no se comunican entre ellas y que los datos solo están almacenados en aquella en la que se obtuvo la tarjeta. Lograr entender lo que pasó fue muy complicado porque la propia compañía reconoce que el 900 está saturado, uno de los muchos frentes del caos de la bici pública.

 

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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