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Sortu aguarda su refundación

La formación independentista cumple hoy un año resguardada en un bosque de marcas electorales, a la espera de que Arnaldo Otegi recupere todo el liderazgo

Mikel Ormazabal
San Sebastián -
Pernando Barrena, portavoz de Sortu, ofrece una rueda de prensa en la sede de su partido en San Sebastián.
Pernando Barrena, portavoz de Sortu, ofrece una rueda de prensa en la sede de su partido en San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

La sede de Sortu en San Sebastián es una suerte de escenario teatral donde el telón sube y baja según la obra que convenga representar, aunque los personajes casi siempre se repiten. La tramoya entra en funcionamiento cada vez que sube a las tablas el actor principal (Sortu) o los de reparto (EH Bildu, Amaiur u otras organizaciones aledañas, como LAB). La formación que preside el parlamentario Hasier Arraiz cumple hoy un año como partido político de plena legalidad. Sortu ha cubierto este periodo acomodado en una nebulosa organizativa donde conviven varias siglas. “Es un doble traje que le ha permitido a la izquierda abertzale representar cómodamente varios papeles”, afirma Juan José Álvarez, catedrático de Derecho Internacional de la UPV.

Tras el congreso constituyente de febrero de 2013, Sortu arrancó un mes después su actividad con un manifiesto difundido con ocasión del Aberri Eguna en el que hacía un llamamiento a “romper las cadenas” con España y Francia, y a participar en “la ola a favor de la independencia”. Ha pasado un año y la formación ha renovado este mismo compromiso con una apuesta por la “vía vasca” hacia la independencia, a rebufo del proceso soberanista catalán impulsado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, con el apoyo de CiU y ERC.

Y entretanto, Sortu ha tratado de “nadar y guardar la ropa de forma inteligente”, apunta Álvarez, en su intento de “mantener un perfil político premeditadamente bajo para ceder muchas veces el protagonismo a otras siglas que ofrecen el mismo discurso”. “Ha conseguido crear una especie de círculos concéntricos, en cuyo núcleo troncal está Sortu y a partir del cual se sitúan en el extrarradio otras fuerzas que le benefician, y así lo van a mantener”, agrega.

La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que dio la razón a la etarra Inés del Río y puso fin a la doctrina Parot, lo que permitió la liberación de otros 71 reclusos de la banda; el manifiesto del colectivo de los presos de ETA (con 527 firmas) asumiendo la legalidad penitenciaria; la manifestación conjunta con el PNV y el inicio del desarme de ETA han sido los principales acontecimientos que tiene señalados Sortu en su agenda del último año.

El PNV considera que la actividad política de Sortu “ha estado muy condicionada por la situación pos ETA” y centrada en la estrategia que han seguido sus dirigentes para “acabar de una forma ordenada con el proceso de paz, en el que se observan pasos irreversibles y un especial cuidado para que el caballo no se desboque”, opina un miembro de la ejecutiva nacional.

Estas dos formaciones han mantenido “múltiples contactos privados”, antes y después de una reunión en la que sus primeros espadas se sentaron en julio pasado en la sede donostiarra de Sortu con el ánimo de “formalizar relaciones permanentes”. “Se han dado avances hasta llegar a una situación de normalidad, aunque existen fricciones y cuesta entenderse a veces”, afirma este dirigente del PNV, al referirse a la “utilización” que hizo la izquierda abertzale de la manifestación que promovió con Sortu en enero a favor de los derechos humanos y que acabó con gritos a favor de los presos de ETA: “Esto demuestra su falta de madurez y que aún tiene mucho camino que recorrer”. No obstante, el PNV hace un balance “positivo” del proceso de reinserción política que ha llevado Sortu en su tránsito hacia “la ruptura con su pasado”.

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En cambio, el portavoz parlamentario del PP, Borja Sémper, considera que durante este año se ha producido “retroceso progresivo” y la demostración de que “los pasos que ha dado la izquierda abertzale han respondido a su necesidad de cumplir la legalidad”, pero “todo se ha quedado en una expectativa”.

“Sin revisión profunda, sin autocrítica, no hay avances. Sortu es el partido más carca del panorama político vasco, porque sus miembros son los que menos han evolucionado en los últimos 30 años”, señala el dirigente popular. Sémper fue insultado por Arraiz al grito de “fascista” desde la bancada parlamentaria de EH Bildu en octubre pasado, lo que evidencia, según aquel, “el talante totalitario de Sortu con el discrepante político”.

Arraiz protagonizó pocos días después otro episodio polémico cuando en un homenaje a los representantes de HB Santiago Brouard y Josu Muguruza reivindicó la trayectoria de Herri Batasuna y rechazó hacer autocrítica de su pasado de dependencia a ETA, lo que le ha valido su imputación por el Tribunal Superior vasco por un posible delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación de las víctimas tras una denuncia de Covite.

“Aunque en sus estatutos se establece claramente una disociación con la estrategia violenta, en el discurso político no se ha dado ningún avance”, sostienen los socialistas vascos, que observan incluso “un retroceso en lo ideológico, porque para ellos sigue siendo un tabú poner en cuestión los años de lucha armada de ETA”.

La acumulación de fuerzas soberanistas, la exigencia de una solución para el colectivo de presos de ETA, la utilización de instrumentos de protesta como el mundo sindical o la ofensiva al modelo autonomista han sido algunos de los planteamientos más recurrentes del partido de Arraiz.

La izquierda abertzale, desde alguna de sus plataformas, sí ha modelado su estrategia en el último año cuando, por ejemplo, criticó a través de Joseba Permach, uno de los hombres fuertes de Sortu, la escalada de ataques cometidos contra sedes del PP en Euskadi o decidió asistir a actos de homenaje a asesinados por la banda terrorista, como este mismo fin de semana en recuerdo de los parlamentarios socialistas Fernando Buesa y Enrique Casas, aunque para estas ocasiones suele optar por enviar como emisarios a representantes de otros partidos de la coalición Bildu.

“El verdadero Sortu no se ha visto aún, porque ha sabido repartir muy bien los papeles entre las marcas Amaiur [en el Congreso de los Diputados] y EH Bildu [en las instituciones vascas], aunque Sortu sigue como fondo de armario y tarro de las esencias ideológicas”, opina Álvarez.

El profesor sostiene que las elecciones municipales y forales de 2015 marcarán “un punto de inflexión”, porque en esa cita el núcleo duro de la izquierda abertzale no se verá “encorsetada” en la confección de listas electorales, como sucedió en los pasados comicios a la Cámara Baja y al Parlamento vasco: “Entonces se verá quién es titular y quién comparsa”. “Probablemente, Bildu volverá a ser la marca electoral que aglutine al resto de fuerzas —EA, Aralar y Alternatiba— que ahora acompañan a la izquierda tradicional, aunque Sortu seguirá marcando el paso”, añade.

En el PNV también se aprecian “dudas sobre el grado de cohesión” de la coalición abertzale, donde conviven “desde gente antisistema hasta propietarios de chalé de lujo”. “Cuando se disipe el elemento motivador que les une —el final ordenado del proceso de paz y la situación de los presos—, llegará la hora de la verdad porque tendrán que centrarse en proyectos terrenales”, afirma el miembro del EBB.

Álvarez pronostica que Sortu seguirá inmerso en un “estado de hibernación”, porque “prefiere valerse de otras marcas que le dan mucho juego, no le colocan en contradicción con su mundo y le permiten guardar respeto a la legalidad”. Mientras, “Sortu se mantiene como una especie de diamante político en bruto, sin pulir, esperando a que probablemente lo estrene Arnaldo Otegi en las próximas elecciones autonómicas. Ese será el momento en que Sortu celebrará su refundación con la toma de posesión de Otegi como secretario general y su proclamación como candidato a lehendakari”.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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