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La memoria de Tierno Galván, en auge

El alcalde de Madrid es una de las figuras contemporáneas más evocadas en calles, plazas y jardines de la región, por detrás de Cervantes, Goya y Velázquez

Estatua de Enrique Tierno Galván en su parque.
Estatua de Enrique Tierno Galván en su parque.KIKE PARA

La futura instalación de una estatua del alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván (1918-1986) en la plaza de Cibeles se suma a una larga lista de homenajes al Viejo Profesor en la capital. Así, en el parque que lleva su nombre, situado junto a la M-30 y la zona de Méndez Álvaro, Francisco López Hernández modeló una escultura de cuerpo entero, fundida en bronce, dedicada a Tierno, que domina los accesos a la estación de las Delicias y corona el parque al que dio nombre, donde se ubica asimismo el Planetario de Madrid. El alcalde cuenta con otro hito —un libro abierto— que le recuerda frente a la antigua Casa de Fieras, donde la dirección de la Feria del Libro le rindió homenaje en 1986, pocos meses después de su muerte. Un busto le fue asimismo dedicado en la Junta Municipal de Villaverde; otra efigie más suya se yergue en la calle de Aconcagua esquina a la de Pedroñeras, obra del escultor Gómez Molina, en el parque de Villarrosa. Y hasta cuatro lápidas más imprimen su nombre: en la plaza de Antonio de Andrés, en Vicálvaro; en el parque de la Amistad, de Villaverde Bajo; en la avenida de Eduardo Barreiros, 17, en la entrada al Instituto de Educación Secundaria Enrique Tierno Galván; y en Ferraz 77, junto a la casa donde vivió.

El Viejo Profesor tiene cuatro estatuas y se le sumará otra

El número de homenajes a Tierno desperdigados por Madrid compiten con los dedicados a Miguel de Cervantes, Francisco de Goya y Diego Velázquez, las tres personalidades históricas más efigiadas de la ciudad. Los tres son evocados por doquier: tanto en esculturas, grupos escultóricos, medallones, lápidas y placas, como en avenidas, calles, colegios e institutos, a los que dan nombre.

Entre los grupos escultóricos más conocidos de Madrid se encuentra el que Lorenzo Coullaut Valera, con planos de Rafael Martínez Zapatero y Pedro Muguruza, dedicó a Cervantes en la plaza de España, aunque Luis Miguel Aparisi Laporta, especialista en toponimia madrileña, sostiene que “más que dedicada a Miguel de Cervantes, se trata de un homenaje al idioma español”. Frente al Congreso de los Diputados se alza otra escultura del escritor; data de 1835 y fue “la primera de Madrid en la cual la efigie no era de persona de estirpe regia”, recuerda Aparisi. Otra estatua de Cervantes, de gran tamaño, se eleva en la escalinata de acceso a la Biblioteca Nacional, en el Paseo de Recoletos, junto a las de san Isidoro de León, Lope de Vega, Alfonso X el Sabio, Antonio de Nebrija y Juan Luis Vives. De igual modo, Luis A. Sanguino, quien coronó de estatuas la catedral de Nuestra Señora de la Almudena y efigió con personalidades contemporáneas sus puertas metálicas, le dedicó una de sus mejores obras a Cervantes; se encuentra en la avenida de Arcentales 350 y representa ensoñaciones del escritor.

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De Francisco de Goya hay una espléndida escultura de Mariano Benlliure en la fachada norte del Museo del Prado. Frente a la ermita de San Antonio de la Florida, otra gran estatua evoca la figura del pintor de Fuendetodos, representado sobre una silla de brazos. De Goya resulta curioso saber que, en la Venta del Batán, donde se tentaban y enchiqueraban toros para lidiar en Madrid, los más bravos de cada feria de San Isidro han sido inmortalizados en azulejos que los nombraban. Una de estas cerámicas exhibe el lema: “A Paco el de los toros”, recuerdo a la taurina afición pintor.

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En cuanto a Diego Velázquez, permanece inmortalizado en la fachada a Poniente del Museo del Prado, en una bellísima estatua de orden casi gigante atribuida al escultor Aniceto Marinas, si bien el original de esa obra fue ideado para ser instalado frente a museo de Bellas Artes de Sevilla; allí se conservó el molde y el Ayuntamiento de Madrid encargó una réplica; tras ser fundida en bronce, su instalación fue inaugurada en 1899.

El regidor socialista es recordado en cuatro placas conmemorativas

En una estatua ecuestre que hoy se alza frente a la sede de la Cultura francesa en Madrid, en la Ciudad Universitaria, la Casa de Velázquez, se representaba al pintor con atuendo de alguacilillo, señala Aparisi Laporta. El grupo escultórico quedó destruido durante la Guerra Civil, si bien se conservaba su molde en París, del cual surgiría la réplica ahora expuesta. Otra estatua dedicada a Velázquez, que estaba emplazada en la calle de Juan Bravo esquina a la calle que lleva su nombre, dio mucho que hablar habida cuenta de cierta inanidad de su tamaño. La peana sobre la que se asentaba tuvo que ser cambiada, puesto que la figura del sevillano, mal orientada, quedaba reducida en extremo. Por otra parte, numerosos medallones dejan constancia de la firmeza del recuerdo del artista sevillano, que vivió en la calle de Concepción Jerónima, donde una placa color crema, del llamado Plan Memoria de Madrid, le recuerda.

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