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Rajoy y Mas se enrocan en sus posturas tras el duelo electoral

Ambos presidentes han hecho su propia lectura partidista de los resultados de las elecciones de este domingo

El escenario político catalán tras el 27-S es más confuso e impredecible si cabe de lo que era antes de las elecciones. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el de la Generalitat, Artur Mas, hicieron este lunes lecturas radicalmente opuestas de los resultados del independentismo.

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Mientras el primero insistió en que el soberanismo ha fracasado al no lograr una mayoría absoluta de los votos, Mas se aferró a la mayoría absoluta en escaños de Junts pel Sí y la CUP para mantener el plan independentista. La cuestión es ahora si Mas tiene apoyo suficiente para seguir en el cargo.

Tanto el Gobierno como el presidente catalán se enrocaron en sus respectivas posiciones. En el caso de Rajoy no habrá movimientos, al menos hasta las elecciones de diciembre. En una comparecencia este lunes en La Moncloa, el presidente exhibió exactamente la misma postura que antes de los comicios: ofreció “diálogo y lealtad institucional” al Ejecutivo catalán que se configure, pero siempre dentro de la legalidad constitucional. El Gobierno, reiteró, está dispuesto a “hablar y escuchar”, pero no aceptará que se “liquide la ley”, ni que se discuta la “unidad de España y la soberanía nacional”.

Casi a la misma hora, los miembros de Junts pel Sí insistían en que los 62 escaños que lograron el domingo les legitiman para seguir adelante. “El nuevo Parlamento aplicará la hoja de ruta que ha planteado”, dijo el candidato Raül Romeva; esto es, un plan para declarar la independencia en 18 meses.

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Rajoy se cuidó mucho de no saltarse ni una coma del que ha sido su discurso sobre Cataluña desde la convocatoria de las elecciones del domingo. Su mano tendida al diálogo no supone que vaya a tomar la iniciativa del entendimiento, ni que ponga encima de la mesa alguna oferta concreta. En paralelo, el presidente trató de dar normalidad a la situación: lo que comienza ahora en Cataluña es solo una “legislatura autonómica”, dijo, más aún porque los que trataron de dar carácter plebiscitario a los comicios del domingo no consiguieron su propósito. “No llegan a cuatro de cada diez los catalanes que han apostado por un programa rupturista”, enfatizó.

En tono conciliador, Rajoy también explicitó sus exigencias. Llamó al Ejecutivo catalán que resulte a “gobernar para todos los catalanes”, a trabajar para “superar la fractura” y a “sustituir el monólogo y la imposición unilateral” por el diálogo. El Gobierno, advirtió, seguirá vigilante en el respeto al Estado de derecho.

La presidencia en el aire

Mas se enrocó de la misma forma y las únicas variaciones que hizo en su discurso estuvieron motivadas por la necesidad de acercarse a la CUP, de quien dependerá para gobernar si es que logra ser investido presidente. Y es que el endiablado resultado del domingo obliga a Junts pel Sí a encontrar el apoyo explícito de los diputados de esta formación de extrema izquierda independentista, o al menos de algunos de ellos.

Esta situación provoca que el primer quebradero de cabeza de Junts pel Sí no sea cómo aplicar la hoja de ruta independentista sino cómo lograr que su candidato sea investido presidente. En las filas nacionalistas este lunes no eran pocos los que daban por amortizado a Artur Mas y ya buscaban un sustituto en los primeros puestos de la lista.

Eso sí, todos los dirigentes de Convergència que hablaron públicamente lo hicieron para defender la continuidad de Mas con el argumento de que es el principal “activo” del proceso soberanista. Mas, ante el Consejo Nacional del partido, reiteró su voluntad de ser presidente.

La estrategia para convencer a la CUP es reiterar el discurso triunfalista de la noche electoral y obviar que la victoria incuestionable en número de escaños no lo es cuando se habla de número de votos. A falta de contabilizar solo unas 21.000 papeletas de voto por correo del extranjero, Junts pel Sí y la CUP suman 72 escaños y el 47,7% de los votos.

Ante las dudas de la CUP de apoyar su investidura, Mas pidió y ofreció diálogo y trató de obviar todo lo relativo a la presidencia de la Generalitat. “Este no es el tema trascendental. Lo importante es saber si los diputados pueden tirar adelante la hoja de ruta. Todo el mundo es necesario. Nos ponemos a trabajar para constituir un Estado en Cataluña”, dijo. Le apoyó en esta tesis el cabeza de lista, de Junts pel Sí, Raül Romeva. “Con la CUP de momento nos hemos felicitado por los resultados. Ahora tocará hablar de contenido, no hemos tenido tiempo de sentarnos, lo haremos a partir de ahora”, afirmó.

Junts pel Sí abrirá en breve conversaciones con la CUP. El propio Mas ofreció a la formación de la izquierda independentista y anticapitalista acordar una hoja de ruta con “acento social”, pero les ha recordado su parte de “responsabilidad” en este proceso. Lo dijo después de las numerosas llamadas a la desobediencia que la CUP ha lanzado durante la campaña electoral.

Los partidos que rechazan la independencia advirtieron a Mas de que no puede saltarse la legalidad. Inés Arrimadas, de Ciudadanos, pidió a Junts pel Sí que abandone el “camino de la ruptura” y animó al resto de partidos a no “sumar” desde la oposición. Con todo, un Gobierno alternativo al independentista se adivina tarea imposible.

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