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Encierro de profesores en la Complutense por su “situación laboral precaria”

El Consejo de Gobierno estudia mañana congelar el Plan de Estabilización de estos docentes Muchos se irán a la calle y otros verán prorrogados sus "contratos precarios", según denuncian

Pancarta de protesta ante la sede del Rectorado.
Pancarta de protesta ante la sede del Rectorado.ALVARO GARCÍA

Unos 40 profesores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) se encuentran encerrados desde las ocho de la tarde de ayer lunes en el Rectorado de esta universidad. Protestan por la situación "laboral precaria" en la que se encuentra el profesorado no permanente que trabaja en este centro; es decir, profesores asociados; interinos; ayudantes y ayudantes doctores. Según cálculos de los encerrados, en torno al 40% de la plantilla docente e investigadora de la universidad está formada por este tipo de trabajadores "precarios". Su situación, dicen, responde a la política del Gobierno regional, que estrangula económicamente a las universidades públicas "haciendo imposible su funcionamiento".

Los profesores encerrados pertenecen a la Plataforma de Profesorado No Permanente, integrada por unos 300 docentes. Además de denunciar su precariedad laboral, se han encerrado para protestar contra la interrupción del Plan de Estabilización de la UCM. Con esta medida, los ayudantes y ayudantes doctores podían, una vez finalizado su contrato, mejorar su situación académica: los ayudantes pasando a ser ayudantes doctores y estos, personal indefinido después de optar a un concurso público para intentar lograr esa plaza. Sin embargo, está previsto que mañana el Consejo de Gobierno, a propuesta de su Comisión Académica, congele dicho plan. Lo cual supondrá el despido de 150 profesores de esta familia docente a partir de 2014.

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“Dos tercios de la investigación que se hace en España se realiza en la universidad. Si nos echan, ¿qué clase de modelo quedará, una academia?”, se pregunta Esther, de 38 años y con casi cuatro de ayudante doctor en la Facultad de Biología. Se resiste a dar su apellido. En su caso, finaliza su labor en 2015. Ahora mismo está llevando a cabo junto a otros colegas un proyecto de investigación sobre el ritmo circadiano de los peces. Cuando se vaya, se llevará consigo todo el conocimiento aprendido en el extranjero; el resto lo hará un año antes. “¿Qué universidad quedará dentro de 10 años si todos nosotros nos hemos ido?”, cuestiona de nuevo esta profesora.

El pasado curso había en la Complutense 6.002 docentes. De ellos, 337 pertenecían a la misma familia de Esther. Estos profesores cobran unos 1.400 euros netos. “Somos de los más privilegiados de la escala de no permanentes, pero, en nuestro caso, nuestro contrato dura cinco años”, tercia Natalia (no dice su apellido), de 38 y ayudante doctor en la Facultad de Óptica y Optometría de la Complutense.

Ninguno de estos docentes sabe qué va a pasar con su puesto de trabajo. Otros como Jesús Sanz, de 33 años, tienen asumido, en cambio, que seguirán encadenando contratos precarios. Este antropólogo lleva cinco años como profesor interino en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Aunque asegura que está acreditado como contratado doctor -el siguiente escalón después de ayudante doctor- por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca). La diferencia no es solo semántica: este tipo de profesores a tiempo completo gana alrededor de 1.800 euros mensuales. Jesús, 960. “Pero no es solo mi caso; el 70% de los interinos están acreditados como contratados doctor y sin embargo llevan como profesores interinos ocho, nueve años…”.

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Entonces, si tienen esa categoría, ¿por qué no trabajan como tal? Según este profesor, para que la Universidad y la Comunidad se ahorren el dinero de la cotización a la Seguridad Social. “Yo hago el 75% del horario de un profesor titular y cotizo al 32%. Se supone que somos profesores a tiempo parcial pero en la práctica trabajamos a tiempo completo. Damos clase, hacemos tutorías, investigamos...”.

Jesús imparte 18 créditos; lo cual equivale a unas tres o cuatro asignaturas dependiendo de la carga lectiva. “Pero hay compañeros interinos que dan más para cubrir la falta de profesorado que ha habido tras los recortes y las jubilaciones que no se han cubierto”.

Desde 2008, la UCM ha perdido 345 profesores, según las cifras oficiales, un 5,3% menos. La deuda que arrastra ronda los 140 millones de euros. No ha habido despidos pero la tasa de reposición fijada por el Gobierno (solo se pueden sustituir el 10% de las jubilaciones) ha envejecido y ajustado las plantillas de los departamentos mientras aumentan las figuras más precarias. El número de interinos, por ejemplo, ha subido un 11% hasta 165 docentes. Desde el Rectorado afirman que no pueden hacer nada por evitarlo: “Nos ponen trabas para renovar la plantilla y tampoco podemos subir los salarios: la Comunidad ha recortado 97,9 millones de euros de la dotación que recibíamos”.

La Consejería de Educación replica que ese descenso se debe a la política general de ajuste como la eliminación de la paga extra; el incremento de la jornada laboral; o la aprobación del Decreto Ley de Medidas Urgentes para la Racionalización del Gasto Público. Y también a los ingresos “que le reporta a la UCM el aumento de las tasas universitarias”. Sobre algún tipo de medida alternativa para el profesorado que finaliza su contrato, Educación alega que es una "competencia exclusiva" de la universidad y no de ese departamento.

El último escalón de la precariedad laboral acaba en la familia de los profesores asociados. María José Díaz tiene 39 años y lleva seis como profesora asociada en la Facultad de Económicas. Una de las asignaturas que imparte es la de Género y diversidad en las organizaciones. Trabaja unas 120 horas al mes y gana 600 euros. Pero estos profesores tienen que restar a su sueldo lo que pagan por ser autónomos: unos 250 euros. “Tienes que buscarte otro trabajo porque la universidad cotiza muy poco por ti aunque recurren a nosotros cuando un catedrático se jubila y en lugar de promocionar a alguien o poner un ayudante doctor pues cogen a dos asociados y se quitan de un plumazo buena parte de los gastos de Seguridad Social”, explica esta docente.

En su caso también trabaja en la práctica más horas de las que se le suponen. “Hay que preparar las clases, hacer tutorías y también investigar si quieres ascender. El problema es que nos piden más que al resto: quieren que nos acreditemos a titulares para ser ayudantes doctores y eso implica, por ejemplo, tener unas 45 publicaciones además de experiencia docente, haber investigado… Son requisitos muy altos para una persona que se supone que tiene dos trabajos. Y todo ello, además, con dos niños de ocho y dos años", exhala.

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