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¿Son legales las asociaciones cannábicas?

Los clubes de consumo colectivo de marihuana viven en la alegalidad, en una situación equiparable al ejercicio de la prostitución

Rebeca Carranco
Una planta de Cannabis.
Una planta de Cannabis. CORDON PRESS

La legalización del consumo de cannabis en España lleva años debatiéndose. Cataluña y el País Vasco son dos de las comunidades que tradicionalmente más peso han tenido en la batalla para la legalización. El parlamento catalán tramitará una Iniciativa Legislativa Popular para regular los clubes, el cultivo y la distribución. También el parlamento balear estudia regular el consumo responsable. Navarra aprobó una ley que legalizaba el consumo en los clubes, pero está suspendida por el Tribunal Constitucional.

¿Qué es una asociación cannábica?

Es una entidad sin ánimo de lucro, donde se consume marihuana compartida con fines terapéuticos o lúdicos entre sus socios, de forma compartida, que pagan una cuota mensual. Para estar legalmente constituida, necesita estar inscrita en el registro autonómico de asociaciones. Luego cada municipio establece unas normas básicas que deben cumplir, como distancia mínima de centros educativos o salidas adecuadas de humos, insonorización u horarios

¿Cuándo nacen las primeras asociaciones cannábicas?

Cataluña fue una de las comunidades pioneras. El primer club cannábico que pidió inscribirse como asociación en la que se da cultivo y distribución de marihuana fue la ahora desmantelada Asociación Barcelonesa Cannábica de Autoconsumo (ABCDA), en 2010. Tras la oposición inicial de Interior, la Fiscalía dio luz verde para su constitución. Solo en Cataluña, hay 559 asociaciones inscritas (98 de ellas pendientes de aprobación).

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Las asociaciones tienen amparo legal, pero el cultivo y el tráfico de la marihuana que se consume en su interior viven en una alegalidad que podría equiparase al ejercicio de la prostitución. Las personas solo pueden consumir cannabis en el interior de la asociación y necesitan un carné de socio, que solo obtienen si son recomendados por un socio anterior. El Tribunal Supremo ha avalado las pequeñas asociaciones, pero ha puesto coto a aquellos grandes clubs, con cientos de asociados al considerar que puede tratarse de tráfico de drogas.

¿Pueden cultivar marihuana los miembros de las asociaciones?

Las asociaciones tienen una junta directiva, con un tesorero y un presidente, pero no pueden cultivar marihuana. Los clubes se basan en la cultura del autoconsumo: cada socio tiene sus plantas. Tampoco pueden obtener beneficios de las asociaciones. Todo el dinero que genera la asociación debe revertir en el club. Muchas de las asociaciones cannábicas legalmente constituidas y que cumplen con el código de buenas prácticas incluso pagan impuestos a Hacienda.

¿Por qué la policía actúa contra las asociaciones cannábicas?

En las últimas operaciones policiales, los investigadores han actuado contra algunas asociaciones que consideran que no cumplen con los códigos de buenas prácticas. Les acusan de traficar con drogas, bajo el amparo de una asociación formalmente constituida, pero que en realidad busca cobertura para traficar y lucrarse.

¿Con qué problemas se encuentran las asociaciones cannábicas?

Las federaciones de asociaciones cannábicas piden que una ley regule a la situación actual, en la que los clubes se ven desamparados, sin una normativa clara que les garantice que no tendrán problemas con la ley. En algunas zonas, como el centro de Barcelona, nacen clubs que buscan ganar el máximo dinero posible en el menor tiempo posible. Algunos con licencia, otros sin, captan a turistas por las calles y viven de ello, hasta que la policía acabe clausurándolo. Incluso ha nacido un negocio de compraventa de licencias en Barcelona, enfocado a inversores extranjeros. La policía también ha detectado que el crimen organizado se ha fijado en la marihuana, y eso ha degenerado en un mayor aumento de la violencia relacionada con el cultivo de esta planta.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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