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Barcelona, capital mundial de las monedas alternativas

Más de 300 expertos se reúnen en la capital catalana en el primer congreso que se celebra en España sobre divisas sociales

Alfonso L. Congostrina
Una frutería en Santa Coloma donde se usa la nueva moneda local.
Una frutería en Santa Coloma donde se usa la nueva moneda local.Gianluca Battista

El Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet puso en circulación, a principios de enero, 6.000 euros reconvertidos en su moneda local. Fueron las primeras gramas. El Consistorio pretendía así que parte del dinero público que invierte en subvenciones y sueldos de funcionarios repercutiera en el comercio del municipio. La nueva moneda no existe físicamente, pero el intercambio económico se realiza gracias a una aplicación de teléfono móvil que tiene instalada tanto el comercio como el cliente. La equivalencia es simple: un euro = una grama.

No es la primera moneda social de Cataluña pero sí la primera divisa que se instaura en una ciudad catalana de más de 117.000 habitantes. A finales de año se llevará a cabo una prueba piloto para poner en marcha una moneda local en Barcelona. Ada Colau pretende que en 2019 esta moneda pueda ser utilizada en todos los distritos de la ciudad. En plena fiebre por las divisas alternativas, desde hoy y hasta el domingo, más de 300 expertos internacionales participarán en el IV Congreso Internacional de Monedas Sociales y Complementarias organizado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en el Parque Tecnológico de Nou Barrris en Barcelona. Es la primera vez que España acoge un congreso de estas características, que en anteriores ediciones se ha celebrado en Francia, Holanda o Brasil.

En esta convención de carácter internacional se analizarán diferentes proyectos de moneda social. Los expertos debatirán sobre el impacto de estas divisas, no solo a nivel económico sino que también se explicará su impacto a nivel social, político e incluso medioambiental.

Susana Martín, economista y cofundadora del Instituto de Moneda Social (IMS), explica los motivos que han llevado a la creación de estas monedas sociales: “La crisis económica se ha cerrado en falso. Ahora hay menos bancos y la concentración de activos es mucho mayor. Estamos delante de una nueva burbuja especulativa y muchos se están dando cuenta de que es necesario un nuevo enfoque”. Martín asegura que en el sistema actual son los bancos los que “ponen el dinero en circulación y cada unidad monetaria que distribuyen afecta al conjunto provocando, por ejemplo, que se encarezcan las viviendas y muchos no puedan acceder a ellas”.

La economista apuesta por las monedas sociales ya que, entre otros beneficios, “generan una economía sin burbujas especulativas, fomentan la economía local, se reducen importaciones, se rebaja el consumo de combustibles fósiles… creando, en definitiva, un nuevo sistema económico sano”. Martín sostiene que las monedas sociales y complementarias implican un control social del crédito y un sistema financiero comprometido.

Una de las voces internacionales más reconocidas sobre monedas sociales es Yasuyuki Hirota. El japonés explica las limitaciones de estas. “El uso de monedas sociales suele ser muy restringido, ya que no tiene ningún sentido acumular muchas divisas porque no hay forma de gastarlas”. Hirota considera que las monedas sociales están en clara desventajas respecto el euro, el dólar o el yen, ya que las divisas tradicionales “se pueden utilizar en efectivo, en una cuenta bancaria … las monedas sociales si las imprimimos cuesta dinero y si se diseña una aplicación móvil para su gestión también supone un gasto”.

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El experto internacional apunta que en los últimos cinco años ha habido una especie de boom, pero  destaca uno de los ejemplos de referencia mundial, el Wir suizo, una moneda creada en 1934 tras la Gran Depresión que empezó siendo un sistema económico paralelo entre empresarios y que en la actualidad utilizan 75.000 pequeñas y medianas empresas que disponen de un banco cooperativo propio. Otro de los ejemplos es el Banco Palmas creado en 1998 en un conjunto de suburbios de Brasil, que otorgan micro créditos de bajo interés en moneda social a comunidades excluidas por la banca tradicional.

El profesor de Economía y Empresa de la UOC August Corrons explica que en Viladecans se está gestando una moneda social que quiere promover beneficios mediambientales “y que proporcionará saldos a aquellos vecinos que generen energía con placas solares”. Para Corrons, la futura implantación de la moneda de Barcelona “será un gran ejemplo a nivel mundial de cómo se utiliza estas divisas o los beneficios que genera", pero advierte que si la experiencia no funciona "puede ser contraproducente" porque Barcelona "es un escaparate internacional” y muchos sectores estarán pendientes de cómo evoluciona.

“La ciudadanía debe saber que existe otro sistema monetario con otros valores más integradores son las denominadas monedas sociales, locales o complementarias… Todas ellas persiguen intercambios con una herramienta promueve la riqueza local o la cohesión de grupo apostando por resultados", añade el docente de la UOC.

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