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Seis entre 500

Paula Pérez es una de las seis mujeres del cuerpo de Bomberos de Barcelona y la única que tiene hijos

Mar Rocabert Maltas
Paula Pérez, bombera del cuerpo de Barcelona.
Paula Pérez, bombera del cuerpo de Barcelona.

Paula Pérez entró en el cuerpo de Bomberos de Barcelona en 2009, justo un año después de que este colectivo decidiera bajar el baremo de las pruebas físicas femeninas. Hasta entonces, solo una mujer había superado los mínimos de nivel físico que exigían a todos los que querían entrar, independientemente de si eran hombres o mujeres. A pesar de este cambio, actualmente solo seis mujeres trabajan de bomberas en el cuerpo de la capital catalana, donde hay 500 hombres.

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La última promoción no ha mejorado estas cifras, al contrario, no ha añadido ni pizca de variedad de género. Una sesentena de mujeres se presentaron a las oposiciones, pero ninguna de ellas logró entrar. En cambio, de hombres se presentaron 2.000 y 60 consiguieron una plaza. “No tendría que ser así, no es normal”, lamentó la alcaldesa, Ada Colau, el día de la presentación de la nueva promoción, que coincidió, precisamente, con el Día Internacional de la Mujer.

Las exigencias físicas para entrar en los Bomberos de Barcelona se bajaron hace tan solo nueve años para favorecer la entrada de mujeres, cuando en la Generalitat ya se había hecho antes. Por ejemplo, si en la prueba de correr conocida como course navette, los hombres tienen que llegar a 11,5 para ser aptos, en el caso de las mujeres el nivel mínimo es de 10, o en una prueba de cuerda, los hombres tienen que subir hasta 6 metros y las mujeres basta con que trepen 4 metros.

Aún así, para entrar en el cuerpo también suman puntos ciertas habilidades en oficios de tradición masculina como mecánico, electricista o albañil, campos donde las mujeres acostumbran a tener menos práctica y bagaje, apunta Pérez. Este es uno de los motivos de que el número de aspirantes sea mucho menor, además de que, en general, siempre ha sido un trabajo “de tradición masculina” y “las mujeres no se terminan de animar”.

Pero no hay ninguna diferencia por motivo de género, ellas hacen exactamente las mismas tareas que ellos: conducen camiones, apagan fuegos, se descuelgan por edificios o echan abajo puertas. Pérez afirma que ser una mujer no añade dificultades al trabajo y asegura que nunca ha sufrido una conducta machista de sus compañeros. “Soy una más”, añade, mientras reconoce que es un trabajo de riesgo, pero “con una buena formación, buen material y la colaboración entre compañeros se minimizan mucho los riesgos”.

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Hace casi seis años, Pérez se convirtió en la primera bombera del cuerpo en tener un hijo. Ahora ya tiene dos criaturas y con su marido, que también es bombero de Barcelona, pueden compaginar bien la vida la vida laboral y familiar. Los turnos de trabajo son de 24 horas seguidas, y después tienen cuatro días de descanso en invierno y tres en verano. Cuando no tenían hijos, trabajaban el mismo día, y ahora es al contrario, procuran que sus turnos nunca coincidan. “Son horarios fáciles para conciliar”, asegura.

Aunque, por ahora, ella es la única que tiene la preocupación de la conciliación con los hijos, hay otras cosas que unen a las seis bomberas del cuerpo. Seguramente por eso tienen un grupo de Whatsapp propio. “No es por nada en especial, hoy en día se hacen muchos grupos y este es uno más, igual que tenemos un grupo de turno”. Lo utilizan tanto para hablar de temas laborales como para hacer alguna actividad fuera del trabajo, explica. Pero algo más las debe unir cuando son seis entre 500.

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Sobre la firma

Mar Rocabert Maltas
Es periodista de tendencias y cultura en la redacción de Cataluña y se encarga de la edición digital del Quadern. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la Agència Catalana de Notícies. Vive en Barcelona y es licenciada en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra.

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