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DÍA DE MUERTOS

La Almudena, una necrópolis olvidada

Una asociación reclama al Ayuntamiento la rehabilitación del mayor camposanto de Europa

Diego Fonseca Rodríguez
Una zona del cementrrio de La Almudena de Madrid.
Una zona del cementrrio de La Almudena de Madrid.LUIS SEVILLANO

Entre las cinco millones de sepulturas del cementerio de La Almudena, el mayor de Europa, hay escritores, presidentes de la República, cantantes, toreros, un par de premios Nobel —Vicente Aleixandre en Literatura y Ramón y Cajal en Medicina— y un Balón de Oro —Di Stéfano—. El camposanto, gestionado desde septiembre por el Ayuntamiento de Madrid después de 24 años de privatización —tras la venta a Funespaña en 1992 del 49% de la funeraria municipal por 100 pesetas—, sufrió un deterioro imparable en esas décadas de abandono: según el Consistorio, se necesitan 16 millones de euros para rehabilitarlo. Para la Asociación de Cementerios, una entidad de ámbito nacional que se gestó en 2011, la reparación del patrimonio olvidado de esta necrópolis debe ser tanto económica como cultural: “Es la más emblemática. Alberga a personajes de todos los sectores de la sociedad y cuenta una parte trascendental de la historia de España”, explica Paloma García Zúñiga, la presidenta.

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En sus 120 hectáreas —una superficie mayor que la de El Retiro—, el camposanto acoge a víctimas de la guerra de Cuba, de la Guerra Civil, del franquismo o de las epidemias de cólera que azotaron Madrid a finales del XIX. Entre las fusiladas por la dictadura están las llamadas trece rosas, las 13 mujeres de las Juventudes Socialistas Unificadas de entre 18 y 29 años ultimadas en la mañana del 5 de agosto de 1939 en la antigua tapia de La Almudena, que fue usada como paredón. La ejecución, que dio lugar a novelas, libros de no ficción, películas, documentales y canciones —como Hasta siempre, Tensi o Pétalos, del grupo de rock español Barricada—, no fue la única: en las mismas paredes, donde hay placas conmemorativas de la Fundación Trece Rosas o del Gobierno socialista de Felipe González (1982-1996), fueron eliminadas “más de 3.000 personas entre 1939 y 1944 que lucharon por la libertad y la democracia”.

Para Javier Jara, secretario de la asociación y autor del blog Cementerios de Madrid, la tapia de los fusilamientos —donde van a solicitar al Ayuntamiento la creación de un monumento en honor de las víctimas— es uno de los lugares de referencia de la memoria histórica en el camposanto. El pasado miércoles, a primera hora de la tarde, una mujer alemana dejaba en el muro unos claveles en recuerdo de su padre, uno de los 50.000 brigadistas que durante la Guerra Civil vinieron a España a combatir el fascismo. “Por la historia y las obras arquitectónicas pedimos hace meses a la Comunidad que declarase la necrópolis Bien de Interés Cultural. Tenemos una reunión con el nuevo gerente de la funeraria el 2 de noviembre. Vamos a ofrecerle nuestra colaboración, en la medida de lo posible, para rehabilitar esta joya olvidada”, avanza Jara.

El dolor eterno de una viuda

La necrópolis, que cuenta en su patrimonio con una obra del escultor Mariano Benlliure —una doliente sobre una tumba que representa el dolor eterno de una viuda por la muerte del marido—, se inauguró el 9 de septiembre de 1884 con el sepelio “de Maravilla Leal, una mujer que se había suicidado y que descansa en la parte del cementerio civil”, explica Jara. “Fue el primer entierro. Una zona del camposanto estaba hecha, pero la Iglesia no venía a bendecirla porque no quería perder el negocio que le proporcionaban las otras necrópolis. Por suerte, tres días después de la sepultura de Leal, a la que había asistido el rey Alfonso XII como desafío a la actitud eclesiástica, se enterró al primer niño en la zona católica tras la bendición de la Iglesia”, relata.

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La otra parte del camposanto, que es la principal y alberga el pórtico de entrada —con 28 arcos y dos esculturas de Mateo Inurria— no se inauguró por la falta de dinero hasta 1925. “Tardaron tanto que fueron dos los arquitectos [Fernando Arbós y García Nava] que participaron en la construcción, y un estilo que en principio iba a ser solo modernista adquirió también elementos neomudéjares”, explica García Zúñiga. “Dentro se puede ver cómo ha evolucionado la arquitectura funeraria, pasando de los grandes panteones con capillas de principios del XX a unos monumentos con más simbolismo”, añade.

La necrópolis, en la que descansan personalidades como La Pasionaria, Pablo Iglesias, Largo Caballero, Pi i Margall —en uno de los panteones masónicos más importantes—, Nicolás Salmerón, Estanislao Figueras, Pio Baroja o Dámaso Alonso, fue catalogada como histórica y muchos de sus mausoleos y sepulcros se seleccionaron como elementos protegidos en el Plan General de Ordenación Urbanística Municipal de 1997. El problema, dice Jara, fue que muchas obras importantes quedaron sin protección y otras que la tenían fueron destruidas: “Por eso pensamos que el catálogo tiene que mejorarse y el cuidado de los monumentos, como el dedicado a las 90 víctimas del incendio que arrasó en 1928 el Teatro Novedades de Madrid [que está muy deteriorado], ser real”.

De ruta por los camposantos

La de los escritores. La asociación de cementerios, que tiene pensado en un futuro hacer rutas guiadas por La Almudena, recomienda visitar la sepultura de varios de los escritores y poetas más prolíficos del siglo XX español. Emblemas de la generación del 27, como Dámaso Alonso o el Nobel Vicente Aleixandre, descansan en el camposanto. También escritoras, como Concha Espina o Carmen Burgos, y miembros de la generación del 98, como Pio Baroja, "cuyo féretro fue portado en 1956, entre otros, por el escritor americano Ernest Hemingway", cuenta Javier Jara, secretario de la entidad.

La del civil. Dentro de la necrópolis de La Almudena está el cementerio civil, que fue, explica Jara, "un triunfo contra la intolerancia y un espacio para librepensadores". En él, el más pequeño junto al hebreo, descansan presidentes de la República, como Pi i Margall, Nicolás Salmerón o Estanislao Figueras—; del Gobierno de la Segunda República, como Largo Caballero; la histórica dirigente del Partido Comunista, Dolores Ibárruri; o el fundador del PSOE, Pablo Iglesias.

El de San Isidro. El propio camposanto organiza desde hoy hasta el próximo sábado visitas guiadas a las 11.00 —"sin reserva previa y con un broche musical"—. En los paseos, el guía explicará quiénes son los ilustres, como Diego de León o Antonio Maura, que descansan en la necrópolis.

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Última Hora de EL PAÍS. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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