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Aquí está parte del legado desaparecido de Muñoz Ramonet

Según la hijas, 14 de las obras que reclama Barcelona están en una finca de Mataró

José Ángel Montañés
Entrada a la finca de Ca l’Isard, de Mataró, aunque la familia de Muñoz Ramonet siempre la ha llamado Los Cedros.
Entrada a la finca de Ca l’Isard, de Mataró, aunque la familia de Muñoz Ramonet siempre la ha llamado Los Cedros.joan sanchez

El pasado mes de marzo, Culturarte SA, la empresa familiar de las cuatro hijas de Julio Muñoz Ramonet, presentó un dictamen pericial elaborado por tres expertos en el que se aseguraba que se habían vendido, mediante una conocida casa de subastas, 17 de las obras de la colección de arte que había en el palacete de la calle Muntaner. Unas piezas que pertenecen a la ciudad de Barcelona, tras haberlas dejado en herencia el industrial textil a esta ciudad en 1991, tal y como dictaminó un juzgado en 2009 y ratificó el Tribunal Supremo en 2012. Eudald Vendrell, el abogado de la fundación municipal que desde 1995 pelea en los juzgados por recuperar este legado, asegura que se ha pedido al juez que las cuatro hijas expliquen los detalles de la venta de estas 17 obras, qué casa de subastas las ha vendido, qué obras son o el precio alcanzado, para en el caso de que no se entreguen se pague el valor de las mismas.

Vivienda principal de la finca Los Cedros (Ca l'Isard) en los términos municipales de Mataró y Sant Andreu de Llavaneres.
Vivienda principal de la finca Los Cedros (Ca l'Isard) en los términos municipales de Mataró y Sant Andreu de Llavaneres.Ayuntamiento de Mataró

Pero en el dictamen se hablaba también de otro grupo de obras. En concreto, 14 que se encontraban en una finca de Mataró cercana a Sant Andreu de Llavaneres, las dos en el Maresme y que ponían a disposición del juez de primera instancia que lleva a cabo la ejecución de la sentencia de 2009. “Quieren aparentar colaboración, pero de una forma ambigua. Son ellas las que las tienen que entregarlas, porque forman parte del legado. Y cuando las entreguen las tacharemos de la lista”, remacha Vendrell.

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La finca donde aseguran las cuatro hermanas Muñoz Villalonga permanecen 14 de las obras del legado es Ca L’Isard, una casa de estilo neoclásico de grandes dimensiones y otras dos edificaciones anexas situadas en una finca de casi siete hectáreas perteneciente al vecindario de Mata, dentro del entorno forestal del parque natural del Corredor-Montnegre, según el catálogo de bienes del Ayuntamiento de Mataró. Pero desde que la compró Julio Muñoz Ramonet, a finales de 1951, es conocida dentro del ámbito familiar como Los Cedros, por los enormes ejemplares centenarios de estos árboles que enmarcan la entrada principal donde, además, destacan dos escaleras simétricas rematadas con balaustrada clásica.

En el Ayuntamiento de Mataró no existe una finca con esta denominación, pero en urbanismo confirman que Ca l'Isard y Los Cedros es la misma finca. Las dudas se disipan cuando se ve el indicador de la carretera BV-5031 y el nombre que aparece en los pilonos de la entrada. Durante años se ha especulado que parte del legado que dejó Muñoz a Barcelona estaba escondido en algún lugar cercano a esta ciudad. El escondite podía ser este de Mataró, a 35 kilómetros de Barcelona.

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La experta y la secretaria

Cuando en 2013 EL PAÍS dio a conocer la existencia de Lori Gross, la experta americana que escogió 350 obras de arte meses después de morir Julio Muñoz para enviarlas a Madrid, este diario se puso en contacto con ella, pero no contestó. Tampoco al juez que instruye la querella por la desaparición de más de 800 obras de arte. Ahora, se ultima una comisión rogatoria para que testifique desde EE UU. Pero la que no está citada a declarar, por ahora, es Rosa María Herrera, la secretaria que tuvo Muñoz Ramonet en los últimos años de vida. Ella controlaba toda la documentación, tenía las llaves de las cajas fuertes (donde se guardaban las miniaturas, joyas y dinero) y sabía con exactitud lo que había o no en la casa de la calle Muntaner en 1991.

En su afán de ser aceptado por la burguesía, Muñoz Ramonet compró esta finca en uno de los lugares de veraneo preferidos por la élite barcelonesa. En noviembre de 1951 adquirió el primer terreno a Ángeles Descalls Morell y al año siguiente otro colindante a José Guitart Reixach. Siguiendo la forma de operar del industrial, su empresa Inmobiliaria El Águila, compró otros 9.000 metros cuadrados a Urbanizaciones Hermanos Rubio, tal y como recoge el registro de la propiedad. El 21 de agosto de 1965 Julio Muñoz y su mujer Carmen Villalonga constituyeron la sociedad mercantil Inmobiliaria Llavaneras SA, con la única intención de gestionar esta finca, aunque en la escritura pública figura que la intención es otra: "La construcción de edificios para vivienda de protección oficial, en cualquiera de sus modalidades, que se explotarán en régimen de arrendamiento o se venderán por bloques o casas enteras, o bien por locales y viviendas". Sin duda una argucia legal para pagar los menos impuestos posibles, algo de lo que Muñoz Ramonet era un gran maestro. En un documento de octubre de 1985 los activos de esta inmobiliaria eran "terreno y torre de Llavaneras" y un piso y un parking, pero ninguna vivienda social.

En el testamento que Julio Muñoz dejó tras morir en Suiza en 1991 legó a sus cuatro hijas la finca de Los Cedros en "usufructo vitalicio y gratuito", pero no en propiedad. En sus escuetas últimas voluntades Muñoz especificaba que si las hermanas -Carmen (1947), Isabel (1951), Alexandra (1952) y Helena (1953)- no llegaban a un acuerdo respecto de las posibilidades de utilización, cada una de ellas tendría derecho exclusivo de uso durante tres meses al año; determinando el orden el albacea testamentario. Pero como hicieron con el resto del legado, las hijas no consideraron válido el testamento y, tras impugnarlo, el 21 de mayo de 1991, apenas trece días después del fallecimiento de su padre, las “señoras Muñoz” aparecen inscritas como administradoras de Inmobiliaria Llavaneras SA o, lo que es lo mismo, de la enorme finca Los Cedros.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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