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El vídeo porno del Macba reabre el debate de la provocación del arte

El museo advertirá al público del contenido sexual de la obra

Una de las obras de Andrea Fraser que puede verse en la exposición del Macba.
Una de las obras de Andrea Fraser que puede verse en la exposición del Macba.

Un año después de enfrentarse a una polémica que le valió la peor crisis de su historia por una obra pornográfica, el Macba inaugura una exposición de Andrea Fraser, que incluye el vídeo de una performance durante la cual la artista mantiene sexo explícito con un coleccionista durante 60 minutos. La obra, una metáfora de las relaciones de poder que se establecen en el mundo del arte, se injerta en una trayectoria larga y rigurosa que cuestiona las instituciones y sus mecanismos.

“El sexo está al alcance de cualquiera, así que es interesante utilizarlo para cuestionar el sistema del arte y sus agentes. La obra de Fraser es una buena metáfora de las relaciones de poder y me parece valiente que se exhiba en una institución cuestionada como lo ha sido el Macba. Además, no es una obra aislada, sino que forma parte de una práctica y un conjunto de trabajos que te empuja a la reflexión”, indica Frederic Montornés, que comisarió la primera muestra del Macba, tras la caída de la anterior cúpula directiva. “Toda obra es válida si genera un debate público y político y en este caso pone de manifiesto que el problema no es el sexo, que ya no es censurable en ningún ámbito, sino el poder”, afirma la artista Nora Ancarola, miembro de la recién inaugurada Plataforma de Artistas de Cataluña, que ha tomado el relevo de la antigua asociación de artistas.

Todos coinciden en que el sexo en todas sus manifestaciones está más que presente en la vida cotidiana, así que resultaría por lo menos extraño que fuera excluido de las instituciones artísticas. “No hay imágenes obscenas en sí mismas, fuera de un contexto político que las dote de significado. Históricamente el arte ha construido un espacio de excepción, en el que se suspenden las normas legales o políticas. El arte nos enseña a mirar de otro modo. El museo ha sido desde finales del siglo XVIII un espacio de regulación y normalización de la mirada. De ahí que la imagen considerada pornográfica no haya entrado o lo haya hecho sólo cuando representaba la mirada colonial, masculina heterosexual dominante”, afirma el teórico del postporno Paul B. Preciado, que comisarió con Valentín Roma la exposición que le valió su cese como jefes de exposiciones y actividades respectivamente. “El museo sigue poniendo sus límites: hay cuerpos cuya soberanía política exige que queden fuera de cierta representación. Podemos ver una penetración vaginal, pero que no una escultura que se asemeja a un ex rey en una postura sexual”, añade Preciado, que está en Atenas trabajando para la próxima Documenta, mientras que Valentín Roma ha sido nombrado director de La Virreina Centro de la Imagen de Barcelona.

“Me pregunto si el Macba un año después ha aprendido que el arte contemporáneo tiene que rebasar los límites de lo usual. Ahora muestra la pieza de Fraser cumpliendo con ese dictado. ¿Pero podría mostrar hoy una pieza en contra de la monarquía española? Me temo que sigue siendo imposible”, opina el docente y crítico Joan Minguet.

La exposición de Andrea Fraser, El 1% c’est moi, en referencia a la célebre frase L’état c’est moi, fue programada por el anterior director Bartomeu Marí, actualmente al frente del Museo de Seúl. “Cualquier obra requiere una mediación y todo comisario sabe que hay temas que en determinadas instituciones no puedes tocar. El problema no es el porno, disponible con un clic para cualquier niño o adulto, sino determinados símbolos de poder en situaciones sexuales. En este caso el sexo sirve precisamente para destapar los mecanismos que hay detrás de las instituciones”, afirma Juan Canela, comisario del Espai 13 de la Fundación Miró.

Aséptico y frío

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Él, como los demás, no considera que la obra merezca un montaje especial o apartado, pero si algún tipo de aviso. “Pondremos una cartela avisando de que el contenido de algunas obras podría ofender la sensibilidad”, asegura Hiuwai Chu, comisaria de la muestra junto con Cuauhtémoc Medina. Está de acuerdo con que se debe avisar y explicar el porqué de la pieza, también la artista Eulalia Valldosera. “El porno es fruto de una mirada desde lo masculino. Muchos artistas, hombres y mujeres, abordan los temas sexuales con la misma violencia que utiliza la sociedad. No se considera el potencial sagrado del sexo, ni que sea con el ascetismo una de las dos formas de alcanzar la iluminación. Se suele coger el lado oscuro, violentando así su naturaleza. Lo obsceno es que el exceso de plástico que rodea los bebés esté trastornando su equilibrio hormonal y neural”, indica Valldosera. “La función de la pornografía es excitar, en cambio, el vídeo de Fraser es aséptico y frío, para nada excitante. Su función es llamar la atención sobre el sistema económico del arte y por tanto no es pornografía”, concluye la artista Dora García.

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