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Un empujón para ir más allá de la Cañada Real

Los voluntarios de Cáritas ayudan a los niños con actividades básicas como hacer los deberes o lavar los dientes

Un grupo de niños durante una de las clases del proyecto de mediación escolar.
Un grupo de niños durante una de las clases del proyecto de mediación escolar.Maximo García de la Paz

Un camino de tierra repleto de escombros y basura es el camino recorrido por los niños de la Cañada Real para llegar a una antigua fábrica de muebles. En ese espacio anteriormente abandonado ahora se desarrollan las actividades del proyecto de mediación escolar organizado por Cáritas Madrid y el Programa CaixaProinfancia de la Obra Social “La Caixa”. Las actividades realizadas por los críos son básicas: hacer los deberes de la escuela, ejercicios de psicomotricidad, lavarse los dientes, ducharse y comer. No hay ningún misterio, pero en esa zona de la capital que tiene tantas carencias, esas acciones rutineras son una conquista.

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Es lo que confirma Cristina García Rodríguez, 25 años, que vive en la Cañada Real desde los dos años. Madre de los mellizos de siete años, Zorayda y Alex, cuenta que sus hijos han cambiado mucho desde que empezaron a participar de las actividades organizadas por el programa. Antes, las notas en la escuela eran peores y ellos no sabían relacionarse bien con otras personas. Casi no hablaban y su hija tenía miedo a salir a la calle. “Por aquí es muy peligroso. Hay mucha droga, mucha basura. Si no fuera necesario, tampoco saldría de casa”, relata.

Rodríguez afirma que le da miedo a que sus hijos sean secuestrados, porque mucha gente “desaparece” por el barrio. Sin embargo, incentiva los muchachos a salir con el equipo de Cáritas, que suele llevarlos a lugares de Madrid a los que no tendrían como ir de otra manera, como el circo o el cine. La hermana de Rodríguez, Sandra García, observa que en la Cañada Real no hay servicios como en el resto de la Comunidad. “Los de los Correos ya no vienen aquí. Los que recogen la basura sí, pero tienen que venir con escolta”, afirma. García es madre de tres hijos. La más pequeña, Latifa, tiene cinco años y podrá empezar a participar de las actividades este año.

Los voluntarios de Cáritas trabajan durante la semana con 91 niños de cinco a 13 años. Todos están divididos en grupos, que van a la antigua fábrica de muebles de dos a tres veces por semana. El proyecto empezó en noviembre de 2011 con tan solo 12 niños, pero con los mismos objetivos: que estén motivados dentro de la escuela y que puedan conocer un mundo más allá de la Cañada Real a través de las actividades de ocio. Para Pedro de Luis, voluntario director del territorio de la vicaría IV de Cáritas, el éxito del proyecto se puede medir por la evolución en el humor y bienestar de los niños. “Hemos crecido mucho y lo podemos ver cuando logramos normalizar un poco la situación de ellos”, asegura.

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Mejorar la calidad de vida de los más jóvenes es el foco del proyecto de mediación escolar, pero también hay iniciativas para cambiar la vida de los adultos. La voluntaria de Cáritas Carmen Menéndez cuenta que muchas familias buscan a los representantes del programa para pedir ayuda. “Los padres también quieren mejorar su situación y por eso solicitan nuestra ayuda”, comenta Menéndez.

En el mismo lugar donde se desarrollan las actividades con los niños, los voluntarios ofrecen consultas para los que deseen regularizar su documentación en España y talleres de formación profesional. Sandra García cuenta que trabaja con costura y afirma que participó del taller de peluquería ofrecido por los voluntarios, lo que le ayuda a complementar su sueldo.

La Obra Social "la Caixa" impulsa tres programas en la Cañada Real, a los cuales ha destinado más de 500.000 euros a lo largo de 2015. Cada uno de ellos tiene retos distintos, como la promoción de la convivencia intercultural, la atención a la infancia en riesgo de exclusión social y el fomento del empleo entre colectivos con dificultades. "La Cañada siempre sale en las noticias como un lugar feo y peligroso. Nos alegra poder al menos ser parte de una buena noticia", observa Menéndez.

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