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Salud identifica a 1.500 personas con conductas suicidas

El protocolo de prevención, desplegado en el 54% del territorio, llegará a toda Cataluña a fin de año

Jessica Mouzo
Fármacos para un suicidio asistido en una clínica de Zúrich (Suiza)
Fármacos para un suicidio asistido en una clínica de Zúrich (Suiza)

El protocolo que ha desplegado el Departamento de Salud para prevenir las conductas suicidas y reducir las tasas de suicidio que se registran en la comunidad (537 fallecidos en 2013, la cifra más alta desde que se tienen datos) comienza a tomar forma. El llamado Código Riesgo Suicidio, que hasta ahora se ha desplegado en el 54% del territorio y prevé extenderse en toda Cataluña a finales de año, ha identificado a 1.500 personas con conductas suicidas, es decir, que han hecho alguna tentativa o se ha detectado un riesgo alto de que puedan hacerlo. El protocolo monitoriza las personas en riesgo para evitar que estos intentos se consumen. 

Aunque las tasas de mortalidad en Cataluña y España son mucho más bajas que los países del entorno, los suicidios se han convertido en la primera causa de mortalidad prematura entre los jóvenes de entre 18 y 34 años. Los fallecimientos por esta causa se han incrementado un 6% con respecto a 2012 y hasta un 44,7% desde el inicio de la crisis en 2007. 

Apoyo al superviviente

J. MOUZO

El abordaje de la atención y la asistencia a los supervivientes del suicidio —familiares y personas cercanas a la víctima—, reconocen los expertos, es una de las tareas pendiente de las instituciones. "Son los gran olvidados del sistema", explica el doctor Santiago Durán, responsable del programa de prevención del suicidio del Sant Pau.

El médico asegura que los supervivientes también desarrollan factores de riesgo y problemas de salud mental que pueden convertirlos en un grupo de riesgo de suicidio consumado. Por los 500 fallecidos por suicidio, asegura Durán, "hay unos 3.000 supervivientes que necesitan apoyo".

La presidenta de la Asociación de supervivientes después del suicidio, Cèlia Borràs, ha reclamado un "cambio social y una nueva pedagogía" a la hora de hablar del suicidio y sus consecuencias, también en los medios de comunicación. Durán coincide: "No es cierto que hablar del suicidio provoque un efecto llamada si se hace bien y con rigor".

Así, con el fin de reducir la mortalidad por esta causa, aumentar la supervivencia de la población con conductas suicidas y crear un registro sanitario de casos atendidos, Salud replicó dos experiencias pioneras que se desarrollaron en el hospital de Sant Pau de Barcelona y en Parc Taulí de Sabadell y desplegó en 2014 el programa piloto que concluye en noviembre con la aplicación del Código en el área metropolitana de Barcelona. Los primeros resultados, todavía provisionales, revelan que, de los 1.500 pacientes identificados con conductas suicidas este año, el 65% son mujeres y la media de edad son los 42 años. 

A través del Código Riesgo Suicidio, los agentes sanitarios implicados — Sistema de Emergencias Médicas (SEM), atención primaria y especializada—, reciben las alertas de posibles casos de personas con conductas suicidas, los incorporan a su registro y pueden hacer un seguimiento de su situación. Así, los médicos pueden controlar al paciente tras su salida del hospital y asegurarse de que en 10 días —72 horas si es un adolescente—, acuda a su especialista en atención primaria para controlar su estado. El plan contempla un seguimiento intensivo durante el primer año. Según los datos de Salud, el Código se activó en el 73% de los casos monitorizados este año. "El otro 27% son personas que, o bien ya estaban tratadas y no querían cambiar el tratamiento o se trata de casos leves", explica el doctor Josep Pifarré, psiquiatra y gerente de la Región Sanitaria de Lleida.  

Con las cifras del Departamento se empieza a atisbar el éxito del proyecto, pionero en el Estado. El 94% de las personas incluidas en el Código Riesgo Suicidio han hecho una sola tentativa de suicidio y dos de cada tres pacientes contactados han acudido a la visita de seguimiento con el especialista, una cifra muy por encima de lo que refleja la literatura científica en este aspecto. Los datos de Salud también revelan que el 68% de los pacientes padecen algún trastorno mental diagnosticado, especialmente del estado de ánimo y adaptativos.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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