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Aranjuez pide un río vivo y el fin del trasvase del Tajo

Una ventena de localidades de España y Portugal se manifiestan en contra

Esther Sánchez
Manifestación en contra del trasvase Tajo-Segura en Talavera.
Manifestación en contra del trasvase Tajo-Segura en Talavera.JOSE ANGEL (EFE)

Aranjuez se sumó ayer a los pueblos que pidieron en la calle que el Estado no se deje morir al Tajo y el fin del trasvase a la cuenca del Segura. La regidora, Cristina Moreno, acompañó a los vecinos en una manifestación y a los miembros de la red por una Nueva Cultura del Agua, que engloba a 145 colectivos. Las concentraciones se repitieron en otros municipios como Toledo o Talavera de la Reina y en 11 localidades portuguesas. Los manifestantes rechazaron el próximo Plan Hidrológico, que, aseguran, perpetúa el deterioro del río.

“Si no protestamos se nos muere el río”, explicaba ayer Miguel, un ribereño de 65 años que se bañaba en el cauce del Tajo a su paso por Aranjuez cuando era pequeño. Para Aranjuez se pide un caudal mínimo ecológico de al menos 11,74 metros cúbicos por segundo; en la actualidad es de 6. Al lado de Miguel, su hija Rebeca de 34 años y a punto de dar a luz, asentía, mientras su nieta dormitaba en un cochecito de bebé. Era una de las muchas familias que se reunieron a la entrada de Aranjuez, en un ambiente festivo y reivindicativo, cansados de ver cómo el río con el que han crecido lleva cada vez menos agua y de peor calidad.

Paisaje del agua

Aranjuez debe sus paisajes, las huertas y sotos, los jardines y los paseos arbolados al agua, a los ríos Tajo y Jarama. La bajada de la cantidad y calidad de las aguas hacen temer a los ribereños por la conservación de estos elementos, que configuran una unidad reconocida por la Unesco como paisaje cultural patrimonio de la humanidad.

Unos valores que el municipio ha conseguido mantener con su diseño original. “Sin agresión alguna, más allá de una discreta intrusión de las vías modernas de comunicación”, indican desde el Ayuntamiento. La alcaldesa, Cristina Morena, añade que Aranjuez tiene la obligación de seguir conservando la ciudad con todas las características que la han conducido al reconocimiento internacional.

Los grandes cambios del Tajo comenzaron con la construcción de los pantanos de cabecera a mediados del siglo pasado. En 1979 llegó el trasvase Tajo-Segura, que supuso la derivación de en torno a las tres cuartas partes de su caudal medio, según indica el colectivo en defensa del río.

En diciembre está prevista la aprobación del nuevo Plan Hidrológico (periodo 2015-2021), que, en su opinión, sigue contemplando al Tajo y a sus ríos como meros contenedores de agua para vender y trasvasar, manteniendo los caudales mínimos “irrisorios” del plan de 1998. Tampoco se aplica la nueva política europea del agua.

La regidora, Cristina Moreno, advirtió de que van a llegar hasta “donde haga falta, porque nuestro pueblo está fuertemente ligado al Tajo y no se respeta”. Para ello está promoviendo una alianza entre municipios, porque la unión hace la fuerza. Al mismo tiempo, recordó que el paisaje de Aranjuez fue declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco en 2001. “Tenemos la obligación de mantenerlo y para ello es imprescindible que se aumente el caudal del Tajo”, recordó.

Para Mercedes Carrasquilla, una vecina de 60 años, la situación es “horrorosa”. Vive muy cerca del río y puede certificar su deterioro. “Al principio fue más lento, pero cada vez tiene menos agua, está lleno de lodos y de vegetación”, describió. “Se nos está cerrando”, apostilló su marido.

Mercedes recuerda con nostalgia cuando los maestros les acercaban al río para pasar algún recreo. “Ahora es algo imposible, con el cieno es muy peligroso”. Juan Carlos Ruz, de 55 años, habla de un río con playas, donde “aprendíamos a nadar e incluso bebíamos su agua”.

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Un escenario impensable hoy en día, que los ciudadanos desean recuperar. En Aranjuez, el Tajo ha pasado de un caudal medio antes del trasvase de un mínimo de 20 metros cúbicos por segundo y un máximo de 30, a los 6 metros cúbicos actuales. A la falta de agua, se añade el mal estado de las aguas que llegan desde Madrid al eje central del Tajo a través del Jarama. La red ciudadana por una Nueva Cultura del Agua considera necesario mejorar la depuración de las aguas residuales, “sobre todo las de la Comunidad de Madrid”.

El colectivo critica también que el Estado permita todavía transferencias de agua dado el estado de los embalses de Entrepeñas y Buendía. “Se encuentran por debajo del 14% de su capacidad, mientras que en los de la cuenca del Segura están al 44%”, indican en un comunicado. Durante este año hidrológico, se han aprobado trasvases de 270 hectómetros cúbicos.

El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente manifestó en septiembre, cuando autorizó el último trasvase (10 hm3), que en 2015 los trasvases son “legalmente posibles” siempre que las reservas de la cabecera del Tajo no estén por debajo del umbral de 304 hectómetros cúbicos. Como el pasado 1 de septiembre, estos embalses almacenaban 351,57 hectómetros cúbicos, pudieron dar el visto bueno.

El objetivo del Gobierno era “atender las necesidades hídricas de las cuencas receptoras, entre las que se encuentra el abastecimiento de 2,5 millones de personas de las provincias de Murcia, Alicante y Almería”. Al mismo tiempo, aclaraban que todos los suministros de la cuenca cedente (la del Tajo) estaban asegurados.

Una visión de la que discrepaban ayer los manifestantes. “Que alguien me lo explique, yo lo que veo es que llevan agua de la zona seca a la zona del mar”, pide Jesús Yubero, que se acercó ayer desde Añover de Tajo junto con otros vecinos. Y da la solución: “Digo yo, que con las desaladoras no tendrían que quitar agua de donde no lo hay”.

 

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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