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ELECCIONES EN CATALUÑA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los independentistas se unen (a medias)

El acuerdo obliga a CiU y ERC a no enfrentarse en las elecciones municipales

Enric Company

Al borde del abismo, los dos partidos del bloque independentista catalán han sentido en las últimas semanas el vértigo del fracaso asegurado si rompían la unidad de acción que han mantenido en la primera mitad de la legislatura. Ayer, el presidente Mas dio un paso atrás y renunció a la lista única soberanista que había propuesto. A cambio, el líder de ERC, Oriol Junqueras, renuncia a derribar el gobierno de Mas inmediatamente, acepta garantizarle medio año más de estabilidad parlamentaria y se compromete a concurrir a las autonómicas con un programa común con CiU.

Si el lenguaje corporal significa algo, el de Artur Mas al anunciar ayer el adelanto electoral para el 27 de septiembre no expresaba entusiasmo alguno. Tan poco como el que hace seis semanas produjo en el líder de Esquerra la propuesta de candidatura soberanista única formulada por Mas.

La transacción puede parecer un empate, pero más que un empate es un retroceso en la aplicación de la hoja de ruta diseñada por el Consejo Asesor para la Transición Nacional, que Mas había hecho suya. El quinto punto proponía convertir en un plebiscito las elecciones al Parlamento, si resultara imposible celebrar un referéndum sobre la creación de un Estado catalán, y el mejor instrumento para conseguirlo era una candidatura independentista única. Esta es la situación a la que se ha llegado y la propuesta de Mas era la forma de hacerlo. No ha habido referéndum y las elecciones serán más difícilmente plebiscitarias de lo que quizá habrían sido si el bloque independentista se hubiera presentado en una sola candidatura (de la que quedaba autoexcluida la extrema izquierda).

Todo el mundo sabe que los buenos acuerdos entre partidos son los que no dejan del todo satisfecho a ninguno. Las elecciones en marzo que reclamaban ERC y la Asamblea Nacional Catalana (ANC) representaban, en realidad, un intento de descabalgar a Mas de la presidencia de la Generalitat y el consiguiente cambio de liderazgo en la campaña independentista. Era de imposible aceptación para Mas, sobre todo si se tiene en cuenta que los sondeos preelectorales no auguran ahora mismo una gran mayoría independentista. Echar la pelota para adelante hasta el otoño le da ocho meses de margen a la presidencia de Mas. Le permite intensificar la campaña soberanista, obliga a ERC a garantizar a CiU la estabilidad parlamentaria, incluida la aprobación de los presupuestos para 2015, y compromete a ambas fuerzas a no enfrentarse en las municipales. De ellas puede salir un mapa político muy distinto del actual y a estas alturas es imposible saber si favorecerá o no la apuesta por un plebiscito. En cualquier caso, el programa común de CiU y ERC crea un bloque electoral independentista que, por vez primera desde 1980, concurrirá a unas elecciones proponiendo explícitamente la creación de un Estado catalán independiente. Será una novedad histórica. Está por ver qué reacciones y movimientos provocará en los demás partidos.

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