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La limpieza viaria de Madrid flaquea los fines de semana

Botella refuerza las inspecciones ante el “relajamiento” de las concesionarias

Un barrendero en el distrito de Salamanca, hace un año.
Un barrendero en el distrito de Salamanca, hace un año.ÁLVARO GARCÍA

El Ayuntamiento de Madrid, que gobierna el Partido Popular, sospecha que las empresas en cuyas manos puso hace un año la limpieza de las calles de la capital (OHL, Sacyr, FCC y Ferrovial) incurren en un “relajamiento” y menor celo en su labor durante los fines de semana, coincidiendo con la disminución del número de inspecciones municipales.

El área municipal de Medio Ambiente, que dirige Diego Sanjuanbenito, tiene asignada a 300 técnicos la supervisión del contrato de limpieza viaria. Este define en sus pliegos 68 indicadores de calidad (baldeo de calles, vaciado de papeleras, etcétera) que el Ayuntamiento debe vigilar que se cumplan: en caso contrario, ha de aplicar descuentos, a modo de sanciones, en el dinero que cada mes abona a las empresas privadas por el servicio de limpieza.

Anteriormente, si Madrid estaba más o menos limpio sólo se podía medir, más allá de criterios subjetivos o parciales, por el número de personas dedicadas a limpiarlo. Con el nuevo contrato, su pulcritud se calcula de acuerdo con el grado de cumplimiento de los 68 indicadores de calidad.

“Si vivieras en Nueva York...”

El actor estadounidense Alec Baldwin, entrevistado hace un mes por el estreno de Torrente 5. Operación Eurovegas,se deshacía en elogios: "Madrid es bellísima. Sé que hay crisis, pero la gente tiene ganas de vivir, la ciudad está limpia...".

El periodista, que lleva toda su vida (más de 40 años) viviendo aquí, le interrumpía: “No tanto”. A lo que Baldwin replicaba: “¿No? Si vivieras en Nueva York, sabrías de verdad lo que es tener basura por las calles...”.

La alcaldesa, Ana Botella (PP), lleva años (de 2007 a 2011 fue edil de Medio Ambiente) defendiendo que, en comparación con otras urbes, incluidas las principales capitales europeas, Madrid está limpio. Pero periódicamente brotan iniciativas en las redes sociales para denunciar lo contrario, y, preguntados en las calles, ciudadanos y comerciantes, coinciden.

Hace un mes, Botella hacía “una valoración satisfactoria” de la limpieza viaria. Un año antes, había dicho: “Nos hemos acostumbrado a un nivel de limpieza muy alto que nos estamos esforzando en mantener”. Ahora prefiere centrarse en que Madrid está tan limpia como puede permitirse, con una deuda de 6.000 millones de euros y la obligación de que “los servicios públicos sean sostenibles”.

O lo que es lo mismo, a partir del trabajo de los 300 inspectores municipales que determinan si las empresas cumplen mucho, bien, mal o nada con su labor.

Las penalizaciones impuestas entre enero y junio de este año (los últimos datos proporcionados por el Ayuntamiento) promediaron el 4% del pago mensual comprometido. La rebaja máxima prevista en el contrato asciende al 20%. Una multa mensual del 4% puede ascender aproximadamente a 750.000 euros en conjunto para las cuatro empresas.

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Este sistema, aplicado ya a los principales servicios municipales (sólo resta la recogida de basura), tiene tres problemas fundamentales: en primer lugar, las empresas no están obligadas a contar con un número mínimo de trabajadores para prestar el servicio.

De ahí, el expediente de regulación de empleo que tres de las cuatro empresas (OHL, Sacyr, FCC) intentaron aprobar hace un año para echar al 20% de plantilla, y que fue frenado con una huelga políticamente devastadora para el gobierno municipal.

Aun así, cerca de 2.000 de los 6.500 trabajadores del servicio de limpieza viaria no están actualmente en las calles debido al expediente de regulación temporal de empleo con el que se zanjó aquel conflicto laboral.

Otro problema clave es que los 300 inspectores municipales deben cubrir toda la ciudad: con 3.166.000 habitantes y 650.000 veraneantes, 2.932 hectáreas de calles y otras 2.162 hectáreas de aceras. A grandes rasgos, a cada inspector le toca supervisar cada día una superficie viaria equivalente a 24 campos de fútbol como el estadio Santiago Bernabéu.

El tercer problema es que los técnicos municipales tienen derecho a una jornada laboral de siete horas y media, y a descansar los fines de semana. Las empresas, según fuentes municipales, son bien conscientes de este último detalle, de forma que en sábados y domingos, que es precisamente cuando más tiempo tienen los madrileños para apreciar el estado de sus calles e incluso de disfrutarlas, se ha considerado necesario incrementar las inspecciones.

Así, una cuarta parte de la plantilla de inspectores (83) hará horas extra del 1 de octubre al 31 de diciembre para trabajar también los fines de semana, lo que se traducirá en 6.360 horas más.

Además, el Ayuntamiento está estudiando aumentar la plantilla de inspectores el año que viene, según fuentes municipales, si las condiciones de contratación impuestas por la Administración central y la disponibilidad presupuestaria se lo permiten.

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