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san sebastián

75 años de música clásica

La Quincena Musical conmemora su historia este domingo en el concierto de clausura

El Kursaal, sede principal de la Quincena Musical de San Sebastián.
El Kursaal, sede principal de la Quincena Musical de San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

En los primeros meses de la postguerra, un treintañero de Valladolid se presentó en el Ayuntamiento de San Sebastián con un proyecto para crear un festival musical. Entre las penurias de la época el director de orquesta César de Mendoza Lassalle consiguió sacar adelante en el verano de 1939 el Mes Musical, con un programa en el que en el viejo Kursaal se sucedían los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Madrid, seis óperas, ballet y el estreno en España de Goyescas, de Enrique Granados. Surgía así el embrión de la Quincena Musical de San Sebastián, el más antiguo de los festivales de música españoles, que esta noche conmemora su 75 aniversario en el concierto de clausura de la edición de 2014 en el auditorio del Kursaal.

Entre la Sinfonía número 8, Inacabada, de Schubert, que abrió el concierto inaugural del Mes Musical el 16 de agosto de 1939, dirigido por el propio Mendoza Lasalle, y la que sonará esta noche, interpretada por la Budapest Festival Orchestra, se ha tejido una historia en la que la Quincena Musical, con altos y bajos, ha fijado los rasgos básicos de su perfil. La Quincena ha mantenido a lo largo de los 75 años de su historia la presencia del Orfeón Donostiarra, de obras como el Réquiem, de Verdi, y las sinfonías de Beethoven, dentro de una programación abierta a todas las disciplinas musicales que ha contado con el ballet y, cuando el presupuesto lo ha permitido, con las representaciones de ópera. Y sobre todo, destaca su director durante tres décadas y actual director adjunto, José Antonio Echenique, por responder “a los gustos del público”.

El proyecto de Mendoza Lassalle encontró el lugar adecuado para echar raíces a pesar de la desolación de la posguerra. Antes de la Guerra Civil, San Sebastián gozaba de un buen ambiente musical. Era la ciudad de Usandizaga y Aita Donostia, el Orfeón Donostiarra era una formación asentada, y el casino pagaba dos orquestas sinfónicas. Además, el veraneo donostiarra atraía a músicos y aficionados que demandaban una abundante vida musical.

El Mes de Mendoza Lassalle pasó al año siguiente a denominarse Quincena Musical y a ser organizado por el Orfeón Donostiarra en el Teatro Victoria Eugenia. La Quincena despegó con éxito y en su programación la ópera fue ganando peso. Con la organización en manos de los gestores del Victoria Eugenia el festival aguantó la competencia que surgió en los años 50 con el nacimiento de los festivales de música de Granada y Santander, y mantuvo el apoyo del público.

Las vacas flacas comenzaron en la década de los 60. El Gobierno italiano, patrocinador del festival desde sus inicios, cortó en 1961 su apoyo económico y la Quincena no pudo celebrarse ese año. En 1972 desapareció la ópera para recortar gastos. Con los patrones del turismo en pleno cambio, el declive del festival parecía difícil de detener en un contexto de convulsión social y política.

En 1979 la Quincena tocó fondo. El Ayuntamiento de San Sebastián asumió la organización del festival y Echenique fue nombrado director. La llegada de dinero público (hasta alrededor del 45% del presupuesto) permitió que progresivamente la nueva Quincena llegara a otros escenarios, incluso fuera de San Sebastián, se prolongara durante todo el mes de agosto, recuperara la ópera escenificada y mantuviera la presencia de grandes orquestas europeas.

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En 1991 el Ayuntamiento, la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno vasco constituyeron la sociedad anónima que gestiona el festival, y ocho años más tarde volvió al Kursaal, donde el nuevo auditorio ofrecía 1.800 butacas y las mejores condiciones acústicas. Echenique dice que la Quincena es el festival de un área que abarca “del Garona al Ebro”. Le gusta recordar que siguen fieles a los gustos del público y a una política de precios que mantiene las entradas por debajo de otros festivales del mismo nivel. “Y atentos a los intérpretes de casa”, subraya. El festival se cierra en 2014 con un 90% de ocupación en los conciertos de pago y un 56% de intérpretes vascos en los 75 conciertos del programa. “Es un termómetro de la salud musical del País Vasco”, concluye.

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