_
_
_
_
_

Testigos sitúan al tercer imputado por el crimen de Asunta lejos de Galicia

El joven cuyo semen apareció en ropa de la niña asegura que el día de la muerte cenó en Madrid

Alfonso Basterra en el registro de su casa
Alfonso Basterra en el registro de su casa ÓSCAR CORRAL

La instrucción del caso Asunta, la niña de Santiago asesinada el 21 de septiembre y cuyos padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra, son los principales sospechosos, se ha convertido en un rompecabezas difícil de cuadrar en el que se cruzan pruebas irrefutables con testimonios imprecisos y contradictorios. En el rocambolesco sumario no faltan tampoco elementos clave como el ordenador y el móvil de Basterra que fueron localizados inesperadamente donde no estaban cuando se buscaron, lo que apunta a la ayuda de algún colaborador anónimo que se habría colado a hurtadillas en el piso del padre, que sigue encarcelado junto a su exmujer.

Más información
La Guardia Civil remite al fiscal las críticas del abogado de Porto
El ordenador y el móvil del padre aparecen donde no estaban
Rosario Porto reconstruye ante el juez las últimas horas de Asunta
La autopsia definitiva de Asunta cierra la vía de la agresión sexual
Consulte toda la información sobre el caso

El juez mantiene imputado a un tercer hombre cuyo semen fue hallado en la camiseta de la niña y al que varios testigos sitúan muy lejos de Galicia la tarde noche del crimen. Ayer estas personas declararon desde el juzgado de instrucción número 5 de Navalcarnero (Madrid) por videoconferencia. La pareja del chico dijo que habían pasado la tarde juntos buscándole un traje de novio con otros familiares. En la misma línea testificaron tres empleados de un centro comercial que lo atendieron aquel sábado. Su letrado, Alberto Martín García, explicó además que aportaron a la causa el recibo de un local y fotos de una red social (Facebook), con fecha y hora, que lo situarían cenando a 600 kilómetros de Santiago, donde la autopsia estimó que la niña falleció por asfixia mecánica entre las 16 y las 20 horas. Los investigadores consideran que el semen llegó a la ropa de la menor por una contaminación en el laboratorio pero ni la Guardia Civil de A Coruña ni la de Madrid se hacen responsables de este error.

Para la acusación popular, que ejerce la asociación Clara Campoamor, las explicaciones del entorno del tercer imputado son “relevantes y satisfactorias” y descartarían su implicación. No así para la defensa de Rosario Porto, que en la puerta del juzgado compostelano, volvió a poner en entredicho la coartada del joven. “Yo sigo sin ver nada”, declaró José Luis Gutiérrez Aranguren, que opina que la novia del chico “se desdijo” y cambió su versión “a conveniencia”. El abogado también confirmó que su defendida se querellará contra su antiguo psiquiatra “por un delito de revelación de secretos clarísimo”. Aranguren, por su parte, ha sido denunciado por la Guardia Civil por acusar a los investigadores de presionar a testigos para cambiar sus versiones y apuntalar la acusación contra los padres de Asunta.

Tres meses y medio después de que el cadáver de la niña, “drogada hasta las cejas con Lorazepán” según fuentes del caso, y asfixiada hasta morir con algún objeto apareciera tendida con mimo en la cuneta de una pista forestal de Teo (A Coruña), el juez José Antonio Vázquez Taín trata de avanzar en una causa que se enreda casi al mismo ritmo que se van filtrando partes de un sumario que ha ido cayendo por piezas —con autos, imágenes, vídeos y audios— en las parrillas y páginas de varios medios de comunicación a pesar de las marcas de agua que le fueron colocadas a todas las copias, precisamente, para tratar de evitar filtraciones.

Taín, que es titular de la Sala de Instrucción número 2 de Santiago, presentó ayer una denuncia en el juzgado de guardia de su mismo partido judicial para que “se investigue la procedencia de las grabaciones difundidas por varios medios”, informó el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Lo hizo unas horas después de que un programa de televisión reprodujera extractos sonoros de la conversación que Porto y Basterra mantuvieron en el calabozo de la Guardia Civil cuando ya suponían que podían grabarlos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_