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Griñán se va pero no se jubila

El presidente andaluz dimite mañana como jefe del Ejecutivo autonómico Conservará su escaño y el blindaje de aforado por el caso de los ERE

Lourdes Lucio

José Antonio Griñán dimitirá mañana como presidente de la Junta de Andalucía. Primero se lo comunicará al Consejo de Gobierno que se celebrará el martes, del que forman parte 11 consejeros, tres de ellos de Izquierda Unida. Luego registrará en el Parlamento su dimisión. Una semana después, Susana Díaz, elegida candidata socialista en unas elecciones primarias exprés sin urnas, se someterá a su investidura como quinta presidenta de la Junta los días 4 y 5. Su elección está garantizada por sus socios de IU. El 7 de septiembre, la primera mujer en alcanzar la presidencia andaluza jurará el cargo.

Los socialistas, que llevan 31 años gobernando de manera ininterrumpida la comunidad más poblada de España, habrán cerrado la etapa Griñán, el dirigente que lleva yéndose de la política más de una década, pero que no se jubilará, ya que mantendrá su aforamiento. A sus 67 años, conservará su escaño como diputado autonómico, aunque su destino próximo es ser designado senador por la comunidad autónoma. Las pesquisas de la juez instructora del caso de corrupción de los ERE, Mercedes Alaya, así se lo aconsejan. También seguirá al frente de la secretaría general del PSOE andaluz y de la presidencia federal del partido, hasta que se celebren los próximos congresos.

José Antonio Griñán agradece el apoyo de los militantes de su partido el 24 de julio.
José Antonio Griñán agradece el apoyo de los militantes de su partido el 24 de julio.JULIÁN ROJAS

¿Por qué se va Griñán? “Me voy porque quiero y puedo hacerlo”, dijo en el debate sobre el estado de la comunidad en el que anunció que no volvería a repetir como cartel socialista. El aún presidente no dijo la verdad en el Parlamento cuando afirmó que estaría hasta el final de la legislatura. “No he dicho que me fuera, señor Zoido, aquí estoy. En el primer debate que tengamos verá usted como sigo aquí”, le replicó al jefe de la oposición, del PP, en el citado debate. Tampoco les dijo la verdad a los periodistas cuando estos le preguntaron si aguantaría hasta el final del mandato: “Eso es, eso es”, les dijo. “Además, tengo un Gobierno estable para poder hacerlo”, añadió. Pero Griñán tenía tomada la decisión desde hace mucho tiempo —según algunos, desde finales de la legislatura pasada—, y una vez que reveló que no seguiría, su determinación le apremiaba: “Me quiero ir a mi casa, me quiero ir a mi casa”, repetía a mediados de julio pasado a algunos periodistas.

Griñán ha estado poco más de cuatro años al frente de la Junta, cargo al que accedió en abril de 2009 tras la marcha, también a principios de la anterior legislatura, de Manuel Chaves. Llegó con una tasa de paro del 17,8%, dato aterrador, pero menos si se compara con el que deja, 35,7%, según la última Encuesta de Población Activa. Griñán fue elegido por Chaves como su sustituto porque, además de su preparación para afrontar la crisis, era el único que garantizaba la paz interna en el complejo PSOE de Andalucía.

El secretario general del PSOE andaluz seguirá en la presidencia federal
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Muy espontáneo, imprevisible, culto, socialdemócrata hasta el tuétano, buen conversador, Griñán es un hombre con prontos. Griñanadas, las llaman algunos y “las cosas de Pepe Griñán”, las califica él. Cuando sustituyó a Chaves, traía la vitola de político prudente, siempre en segundo plano, un gregario que ayudaba a sus líderes, como cuando fue ministro de Trabajo y Sanidad con Felipe González —desde 1992 a 1996— o consejero de Economía y Hacienda con Manuel Chaves —desde 2004 hasta 2009—. El principio que seguía entonces era “no hables si no mejoras el silencio y no salgas si no mejoras el paisaje”. Pero el cargo de presidente de la Junta, que nunca ambicionó ni pidió y que asumió después de que lo tuvieran que convencer, le obligó a ejercer con entonces 62 años de líder por primera vez en su dilatada vida política.

La llegada de Griñán a la Junta tras 19 años de Chaves trajo aire fresco. Generó ilusión al prometer que primaría el mérito y la capacidad y proclamar a la educación “como la principal política económica” de su Gobierno. Sin apenas margen presupuestario, sus cuatro años al frente del Gobierno se han caracterizado por mantener en pie las políticas de los socialistas en sanidad, educación y bienestar social, priorizando un presupuesto que no ha parado de menguar desde 2008.

Su próximo destino es ser designado senador por la comunidad

El mayor éxito político de Griñán fue perder las elecciones andaluzas del 25 de marzo de 2012 por solo 4.000 votos frente al PP. Una derrota que supo a victoria porque le permitió formar Gobierno de coalición con IU, cuando todas las encuestas venían vaticinando el triunfo sobrado del PP con Javier Arenas como candidato. Griñán desoyó entonces a los que desde la dirección federal de su partido le aconsejaron que hiciera coincidir las elecciones autonómicas con las generales, celebradas cuatro meses antes. Se la jugó. Ese fue su mayor acierto, porque las primeras decisiones adoptadas por el Gobierno de Mariano Rajoy, con la reforma laboral en primer plano y una movilización sindical inédita desde hacía mucho tiempo, alejaron a Arenas de lograr la mayoría absoluta y Griñán emergió como líder.

Su etapa como presidente de la Junta ha estado caracterizada por la inestabilidad del Gobierno. Ha tenido tres consejeros de Presidencia en cuatro años y se ha hecho hasta seis fotos oficiales por ceses, dimisiones y salidas de consejeros. Pero las mayores convulsiones se han producido en el PSOE. Forzó un congreso extraordinario en el PSOE de Andalucía para solventar los problemas de bicefalia con su antiguo amigo Manuel Chaves y se apoyó en un grupo de dirigentes jóvenes, entre ellos Susana Díaz y Mario Jiménez, Griñán ordenó apoyar a Carme Chacón frente a Alfredo Pérez Rubalcaba como líder federal del PSOE. Salió derrotado de ese pulso y la división en el PSOE andaluz se abrió paso.

Griñán cree que su sucesora, 29 años más joven que él, puede encarnar el “nuevo cambio” que él prometió cuando accedió a la presidencia y que los andaluces no veían por ningún lado, según los sondeos. También opina que su salida mitigará la presión sobre el futuro Ejecutivo andaluz por el fraude de los ERE, lo que probablemente llevará a la Susana Díaz a prescindir de todo alto cargo salpicado por este asunto.

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