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La Generalitat se suma a la lucha por la colección de Muñoz Ramonet

Cultura encarga un informe jurídico para sumar fuerzas con Barcelona

El consejero Ferran Mascarell, en Prada de Conflent.
El consejero Ferran Mascarell, en Prada de Conflent.UCE

El legado del industrial Julio Muñoz Ramonet persigue al consejero de Cultura, Ferran Mascarell. Cuando en 1999 asumió la consejería de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona se hizo cargo de la comisión que estudiaba la herencia del empresario; y ahora, en su segunda etapa como titular de Cultura de la Generalitat —ya lo había sido con el tripartito—, y una vez resuelto el litigio del Consistorio con las hijas de Muñoz Ramonet por el legado, ha visto como la parte más valiosa de la herencia del industrial, las obras que adornaban su finca, se han esfumado.

Aunque la herencia de Muñoz Ramonet compete al Ayuntamiento, Mascarell quiere que la Generalitat colabore con Barcelona para encontrar las obras que hoy están en paradero desconocido para el Ayuntamiento. Por ello, el consejero de Cultura ha encargado un informe jurídico, con el fin de saber cómo puede ayudar a su departamento en el proceso de recuperar la parte más valiosa del legado de Muñoz Ramonet. “Queremos mirar si podemos hacer alguna cosa diferente de lo que hacemos ahora, que es estar al lado de lo que hace el Ayuntamiento”, argumentó ayer Macarell, que visitó la Universidad Catalana de Verano de Prada de Conflent (Francia), para participar en un acto del año Espriu.

El consejero resaltó que el informe solo persigue vías para colaborar con el Consistorio, que es quien tiene el derecho sobre las obras del industrial. “La Generalitat apoya lo que ha estado haciendo el Ayuntamiento, y ahora lo importante es la búsqueda de todas las obras. Estamos a su lado y hemos pedido un informe jurídico sobre el legado”, concretó. El documento que prepara el Departamento de Cultura no tiene un plazo definido: Mascarell pidió no tener prisa en resolver un caso, el del legado de Muñoz Ramonet, que se arrastra desde 1995. Ese año, EL PAÍS destapó que el industrial, fallecido en 1991 en Suiza y fugado de la justicia española, había dado su herencia a favor del Ayuntamiento de Barcelona, lo que incluía la finca familiar de la calle de Muntaner.

Pero si el palacete de Muntaner ya es valioso, lo incalculable —por ahora—es el valor de la colección que en su día albergó: Fortuny, Sorolla, Goya, El Greco, Rembrandt, Murillo, Zurbarán, Monet, y un largo etcétera de obras. Las hijas del industrial habían ocultado el testamento, desfavorable para sus intereses.

El inventario de lo que se encontró en el palacete estará en noviembre

El litigio por el legado acabó en 2012, cuando el Tribunal Supremo falló a favor del Ayuntamiento de Barcelona. Pero el Consistorio se encontró con una sorpresa cuando entró en la finca, el pasado 25 de julio: la práctica totalidad de las obras maestras de la colección había desaparecido: en las paredes se podían ver las marcas de los cuadros que habían sido colgados; en algún caso, incluso, los tapices habían sido sustituidos por obras de escaso valor. En los inventarios de la causa judicial ya se pudo comprobar la reducción de las obras: si en 1968 en una escritura constaban unos 500 cuadros, 50 retablos, y cinco grandes tapices, en 1998 la cifra del inventario se había visto reducida a menos de 300.

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El Ayuntamiento, una vez certifique concretamente qué obras han desaparecido, exigirá a las hijas del industrial la entrega de las posesiones, según explicó en una entrevista en EL PAÍS el actual concejal de Cultura, Jaume Ciurana. El edil no quiso hacer una valoración de las obras perdidas: “No podemos saber qué hay, se tiene que hacer el inventario actual. No podemos presuponer nada. Yo vi algunos cuadros colgados y otros apilados contra las paredes”, explicó Ciurana, que prometió tener acabado el inventario en dos meses. Ayer el edil puntualizó que será en noviembre. Los inventarios que constan en la causa no se limitan solo a las obras de arte sino también a otros objetos y enseres que contenía el inmueble como cuberterías de oro y plata, vajillas, cristalerías, mantelería, tapices y otras piezas que formaban parte del ajuar de la casa.

Una de las listas con las que se trabaja, según confirmó el concejal, es la que realizó en 1987 el crítico de arte Joan Ainaud de Lasarte, en la que destacó 19 obras de arte que valoró entonces en 1.630 millones de pesetas (casi diez millones de euros).

La oposición ha apremiado al Gobierno municipal de Xavier Trias a reclamar las obras más valiosas. El Partido Popular inquiere, además, por qué el consistorio a lo largo de los casi 20 años del pleito no pidió medidas cautelares para garantizar que el legado no se esfumara. Fuentes judiciales consultadas concretaron que en este tipo de procesos —civiles— no se suele hacer, especialmente en un asunto tan complejo como el del legado de Muñoz Ramonet.

Mascarell confía en que el caso tenga un final feliz. “Estamos a la espera de los resultados y que puedan ser beneficiosos para el Ayuntamiento y el país. Detrás hay una notable colección de arte”, subrayó el consejero, que resaltó la complejidad del asunto: “Es una larguísima historia que da para escribir varios tratados jurídicos y alguna que otra novela”, ilustró. El consejero evitó la autocrítica por su gestión municipal y el reproche a sus predecesores por la gestión del legado de Muñoz Ramonet: “El Ayuntamiento ha hecho lo que tenía que hacer”.

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