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El gas de la basura tarda en prender

Valdemingómez calcula que hasta verano no podrá inyectar su metano en la red

Una excavadora apila residuos orgánicos en Valdemingómez.
Una excavadora apila residuos orgánicos en Valdemingómez.CARLOS ROSILLO

Madrid produce cerca de un kilo de basura por habitante al día. Parte de esos residuos se reciclan. Parte, se queman en la incineradora de Valdemingómez, una práctica muy criticada por los ecologistas. Parte, se amontonan hasta alcanzar cierto volumen, para luego plantar encima de ellos un parque. Parte, se transforman en abono. Y parte deberían convertirse en gas de consumo doméstico. Este último proyecto, puntero en el país y en medio mundo, ha requerido de fuertes inversiones en los últimos ocho años y, por ahora, solo ha traído quebraderos de cabeza al Ayuntamiento (PP).

Pese a constituir un tremendo paso adelante en cuanto a reciclaje de residuos y generación de energías verdes, ha sido muy criticado por la oposición de izquierdas. Pero el verdadero problema no ha sido político sino técnico: no ha funcionado. El gas producido en Valdemingómez no cumple aún todos los requisitos para sumarse a la red general de Enagás. No alcanza el porcentaje de metano suficiente a un flujo constante.

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El área municipal de Medio Ambiente confía, sin embargo, en arreglarlo todo en verano. Entonces, el gas de las dos plantas de biometanización de Valdemingómez podrá convertirse en electricidad, quemándose, o podrá convertirse en gas para consumo doméstico, inyectándose en la red de Enagás, una vez los técnicos hayan completado todos los ensayos y requisitos necesarios. Con esta segunda alternativa, los beneficios económicos serían algo mayores, pero sobre todo se estaría produciendo energía verde. En cualquier caso, ambas vías tendrán que esperar al verano; es decir, un año y medio después de lo prometido. Entonces, la generación de electricidad de Valdemingómez pasará del 2,1% de la demanda de la ciudad al 2,5%.

Valdemingómez cuenta con dos plantas de biometanización (Las Dehesas y La Paloma), cuya construcción fue adjudicada en septiembre de 2005 por 51 millones de euros. Fueron inauguradas en febrero de 2009 tras una inversión de 78,6 millones. El sobrecoste se debió a la corrección de errores detectados en proyectos similares en Barcelona y A Coruña. En marzo de 2009, se adjudicó el contrato de preexplotación, por tres años y 41,6 millones de euros. El Ayuntamiento prometió que en febrero de 2012 ya estaría inyectando gas a la red.

Para ello, en enero de 2012 convocó el contrato de explotación: Las Dehesas se la quedó FCC por 93 millones, y La Paloma fue para Urbaser y Valoriza por 61 millones. En total, 155 millones hasta 2026. Quedó desierto un tercer contrato, de 52 millones, para la planta de tratamiento de gas. Volverá a sacarse a concurso en pocos meses, y por menos dinero.

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Hasta julio de 2012, cuando se adjudicaron esos contratos, siguieron prestándose servicios de preexplotación, pero sin respaldo legal, tal y como denuncia el líder municipal socialista, Jaime Lissavetzky. Costaron 3,5 millones; el interventor dijo que se había incumplido el procedimiento legal.

A partir de su entrada en funcionamiento, en julio, las plantas debían asumir el 60% de los residuos orgánicos del vertedero, y generar 28,4 millones de metros cúbicos de biogás al año, suficiente como para propulsar 405 autobuses urbanos, generar electricidad para 20.000 viviendas o venderse en el mercado por 4,4 millones.

Pero no pudo ser. La normativa, aprobada a final de 2011, obliga a que las plantas suministren el gas con una calidad constante y cumpliendo una serie de protocolos. Ni lo uno ni lo otro se ha conseguido todavía. El Ayuntamiento ha gastado en este proyecto 236 millones, y aún faltarían 52 millones más de la planta de tratamiento que quedó sin adjudicar. A esa cantidad habría que descontar 34 millones de ayudas europeas.

En total, una inversión de 288 millones entre 2005 y 2026; es decir, casi 14 millones al año. Evidentemente, el beneficio económico obtenido no podría cubrir nunca ese gasto: en el presupuesto de 2013, figuran unos beneficios por venta de biogás de 874.000 euros. Ni eso se logrará, debido a los retrasos en la puesta en marcha.

Pero el objetivo del proyecto no es lograr beneficios económicos, recuerda el Ayuntamiento, sino medioambientales. Quemar el gas de las plantas de biometanización no está considerado unánimemente como energía verde, pese a provenir de la basura. Inyectarlo a la red general, sí. Una cosa u otra, en cualquier caso, reduce fuertemente los gases de efecto invernadero que producen los residuos de forma natural. Ese es el objetivo de Valdemingómez. Según el Panel Internacional de Cambio Climático, cada kilo de metano que se convierte en electricidad o se inyecta a la red ahorra 25 kilos de dióxido de carbono. Así, las plantas de Valdemingómez estarían ahorrando cerca de 290.000 toneladas anuales.

Reciclaje o incineradora

La estrategia, como sucede casi siempre con el exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón, comienza por el propio nombre. Para el Ayuntamiento de Madrid, Valdemingómez no es un vertedero, sino un “parque tecnológico”. Se trata, en efecto, del principal productor de energías renovables de la región. Y quiere convertirse en la mayor central española de energías renovables provenientes de residuos.

Materia prima no le falta: ubicado al sureste de la capital, junto a la M-50, ocupa 300 hectáreas, de las que 210 son vertedero. De ellas, 110 ya se han convertido en parque. Al recinto llegan 4.000 toneladas diarias de residuos, generados por 4,8 millones de personas en Madrid, Rivas y Arganda del Rey.

El vertedero se creó en 1978, pero fue gracias a los 143 millones de euros invertidos entre 2005 y 2011 como se convirtió en parque tecnológico. El 40% de la basura que llega allí se quema en la incineradora, a más de 800 grados de temperatura. El 5% se recicla. El Ayuntamiento quiere ampliar antes de 2015 tanto la capacidad de la incineradora como el reciclaje.

Y también el aprovechamiento energético de la basura, que en la actualidad genera algo más del 2% de la demanda eléctrica de la capital, el equivalente al consumo de un barrio de 100.000 viviendas.

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