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Denegada la gran invalidez a la mujer encadenada en la Generalitat

Dolors Carrasquilla recibió en 1995 la invalidez absoluta por una enfermedad en la pierna Cuando se mudó en 2011 a la Comunidad Valenciana se le redujo su invalidez 54% Desde el pasado 11 de marzo está en huelga de hambre para exigir recuperar su grado anterior

Se encadenó el día 6 de marzo al jardín del Palau de la Generalitat en Valencia y este miércoles, tras 16 días encadenada, los últimos 11 en huelga de hambre, recibió una mala noticia: Su exigencia de recuperar el grado máximo de invalidez ha sido denegada.

Durante el tiempo que lleva encadenada ha visto pasar a cientos de personas que le han mostrado su apoyo. Entre ellos, representantes políticos como Soraya Rodríguez, portavoz socialista en el Congreso de los Diputados o la consejera de Bienestar Social, Asunción Sánchez Zaplana. Pero la revisión de su grado de discapacidad no depende de esta consejería sino del Instituto Nacional de Salud que, tras ceder a las presiones y acceder a una revisión médica del estado de salud de Dolors, han determinado que no merece recuperar el grado de gran invalidez.

Dolors Carrasquilla sufre osteomielitis crónica, una patología que, según cuenta, le ha obligado a ser operada de su pierna izquierda hasta 8 veces en 2012. En 1995 Dolors obtuvo la invalidez absoluta por su enfermedad. En 2009, mientras vivía en Cataluña, su dolencia se agravó y el tribunal médico le otorgó el grado de gran invalidez, lo que le suponía recibir una pensión de 1035 euros mensuales. En 2010, se trasladó a vivir a Valencia y aunque, según explica su médico de cabecera, el doctor Aurelio Duque, su enfermedad se ha seguido agravando, el tribunal médico redujo en marzo de 2011 el grado de su minusvalía al 54%, lo que le ha supuesto pasar a la categoría de invalidez absoluta.

Ante la decisión del Instituto Nacional de Salud, Dolors no ceja en su empeño de seguir encadenada e, incluso, mantener su huelga de hambre. Distintos colectivos sociales y cívicos aseguran que han intentado sin éxito persuadirle para que abandone su huelga de hambre aunque decida continuar encadenada. La numerosa medicación que requiere cada día y su negativa a comer complican cada día más su estado de salud.

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