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La estrategia cultural inexistente

El Consell de Cultura reclama un giro que implica cambios políticos y sociales

Imagen de un rodaje en los estudios de la Ciudad de la Luz, en Alicante.
Imagen de un rodaje en los estudios de la Ciudad de la Luz, en Alicante. PEP GARCIA

De “poco inteligente” calificaba el Consell Valencià de Cultura (CVC) esta semana que “la ciencia y la cultura sigan ocupando un lugar marginal en las estrategias económicas y de desarrollo territorial”, de manera que “no participen ni se consideren como una oportunidad estratégica para el cambio de modelo productivo”. Y lo hacía pocos días antes de que el Gobierno valenciano diera a luz unos presupuestos donde el hachazo más fuerte, y con diferencia, lo recibe el área cultural.

Un cambio de paradigma. Un cambio de modelo. Eso es lo que pedía el CVC, ya desde el mismo título, en el documento aprobado el lunes por el órgano consultivo que preside Santiago Grisolía. Eso sí, por los pelos, con nueve votos a favor, seis en contra, tres abstenciones y las ausencias de los consejeros Carles Santos, Elena Nigueroles y Ramón de Soto. Es la primera vez que esta entidad plantea una visión tan global e inclusiva de ciencia y cultura, con una enmienda casi total a la política cultural de la Generalitat y, al mismo tiempo, una reclamación de toma de conciencia social que partiendo de lo general (España) se detiene en lo particular (la Comunidad Valenciana).

Lo general: Cautela para “no cometer los mismos errores del pasado, que nos condujeron a una burbuja inmobiliaria y a una riqueza deslumbrante pero endeble”, con las consecuencias que ya se conocen sobre el sistema financiero y la deuda, tanto pública como privada. Y una crítica poco solapada a grandes proyectos estatales como Eurovegas porque “las mismas recetas que hoy se presentan como proyectos generadores de empleo, basados en el juego o la diversión, crearán puestos de trabajo terciario, aunque no son las bases del futuro de la riqueza de nuestro país”. Este es el tipo de trabajo que se potencia en casa mientras se exporta trabajo cualificado fuera y la remuneración de los ingenieros superiores y doctores, jóvenes cualificados valencianos en general, recuerda el informe, ha sido la más baja de España, según el Instituto Nacional de Estadística.

El informe destaca la debilidad de industrias como la audiovisual y la editorial

Lo particular: En materia cultural y científica, la Comunidad Valenciana “no muestra ninguna especialización relativa destacable”, pero sí destaca por “la debilidad de industrias culturales” como la editorial y la audiovisual y por las “tasas de interés y demanda por debajo de la media en la mayoría de actividades culturales”. Mientras tanto, de la política cultural sobresalen las “apuestas arriesgadas pero de inciertos resultados”, con algunos de sus proyectos emblemáticos, como la Ciudad de la Luz y el Palau de les Arts, con “serios problemas de viabilidad”. Sin olvidar “el lastre a la competitividad de la economía valenciana” que supone la baja inversión en investigación.

Y no solo la ciencia, también las políticas culturales son capaces de “determinar la competitividad de los territorios”. Pero a condición de convertirse en estratégicas.

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Aunque envuelta en un lenguaje analítico, e incluso con bibliografía al final del documento, cada propuesta se puede leer como la petición de un volantazo que cambie sustancialmente tanto la dirección de la política cultural y científica impulsada por el Consell como la actitud y la percepción de la sociedad valenciana hacia la cultura.

Cuando el informe dice que “es el momento de reformular la actual gestión política” mediante el recurso a la planificación; la cohesión de los sectores económicos, la generación y atracción del talento; la imbricación de la cultura en el desarrollo local; la articulación de sectores y estructuras económicas que posibiliten la sostenibilidad de la producción cultural; el impulso a la ciencia y la innovación, y la promoción del mecenazgo social, se están señalando ad contrario los importantes puntos débiles de una política cultural deficitaria en iniciativas sólidas y sostenibles como las que el texto señala.

No es dinero, pero sí economía

La preocupación por que la cultura y la ciencia estén entre los sectores “en los que los recortes públicos son más elevados” y por la subida del IVA, que “abre cada vez más la brecha social entre quienes pueden acceder a la cultura”, es reiterada en el documento aprobado el pasado lunes por el Consell Valencià de Cultura (CVC), que había sido presentado y coordinado por la consejera Ana Noguera. Pero no es ese el asunto central.

El asunto central es que la cultura y la ciencia pueden ayudar “a salir de la crisis”, como subraya la propia Noguera, y a definir un nuevo modelo productivo, como subraya el documento. Eso sí, a condición de no considerar la cultura como “una carga neta de la economía”, ya que es generadora neta de riqueza, y tener claro que la generación y transferencia de innovación “se convierten en las variables claves para explicar la conexión entre sectores creativos”. Estas son las ideas clave de Sostenuto, un proyecto en el que participa la Universitat de València, que se asume en el informe del CVC y del que este diario dio cuenta en junio.

Se trata, pues, de economía y no tanto de dinero, tan escaso hoy, ya que cuando el CVC habla de que la Generalitat “revise su política cultural y científica” habla sobre todo de diálogo y consenso: “Un plan de trabajo consensuado con los sectores afectados”, “un foro de debate” de universidades, empresarios, sindicatos, sectores culturales, fundaciones y demás representantes de la sociedad civil. Se habla de reconsiderar ”las apuestas políticas” culturales, de diseñar un plan de choque para la ciencia y de “estudiar a fondo” las posibilidades de esas grandes infraestructuras con problemas de viabilidad. Y habla de un modelo productivo basado en la sociedad del conocimiento y la cultura de la conservación.

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