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El Bloque deja en minoría al PSdeG en el gobierno municipal de Ourense

Dimiten dos concejales nacionalistas tras la decisión de no renovar el pacto

La exteniente de alcalde Isabel Pérez (derecha) junto a otras dirigentes del BNG.
La exteniente de alcalde Isabel Pérez (derecha) junto a otras dirigentes del BNG. BRAIS LORENZO (EFE)

La Operación Pokémon contra la corrupción ha dinamitado la política municipal ourensana. El gobierno del PSOE (la segunda lista más votada, tras el Partido Popular, con el mismo número de concejales) se queda en minoría y a merced de su exsocio de gobierno, el Bloque Nacionalista Galego (BNG), que se pasa definitivamente, y con serias críticas, a la oposición. Desde ahí tendrá más poder que en el gobierno amigo. Los nacionalistas —con una imparable pérdida de apoyo electoral desde que pactaron en el mandato pasado con los socialistas— han decidido hacer borrón y cuenta nueva.

El Bloque no solo deja a su exsocio de gobierno en el alambre, condenado a pactar todo con ellos, sino que, además, apuestan por el recambio. A la dimisión del edil de Deportes y Seguridad, Fernando Varela —imputado y en libertad bajo fianza, como el exalcalde socialista Francisco Rodríguez, por la juez de Lugo Pilar de Lara que instruye el caso Pokémon— se suma ahora la de las otras dos integrantes del grupo: la exteniente de alcalde Isabel Pérez y la concejal Marta Arribas. Serán sustituidas por los siguientes de la lista del BNG, Susana García y Ximena González. La formación nacionalista se compromete, como anunció durante la campaña electoral, a no favorecer un gobierno del PP.

Con los dos ediles de la cuarta fuerza política del Ayuntamiento, Democracia Ourensana (DO), dispuesta a no pactar con nadie —y después de haber registrado tres denuncias judiciales contra decisiones del gobierno del PSOE — el ejecutivo municipal presidido por Agustín Fernández se queda sin salidas, entregado a los nacionalistas. La “mala gestión” de los tiempos que hizo Francisco Rodríguez tras salir imputado con cargos y bajo fianza del juzgado de Lugo —demorando en 10 días una dimisión por la que clamaba no solo su propio partido, que llegó a suspenderle de militancia, sino también sus entonces socios de gobierno— ha puesto en jaque la gobernabilidad del tercer ayuntamiento de Galicia. Las bases del Bloque le han dicho en asamblea a sus cargos institucionales que deben cumplir estrictamente su compromiso electoral y que no se fían ya del grupo socialista, que los desoyó cuando reclamaban la inmediata dimisión del exalcalde imputado y este “respondió diciendo que no lo haría y que podría gobernar en minoría”. “Solo cuando se evidenciaron las diferencias internas dentro del PSOE, con nosotros ya fuera del gobierno local, se produjeron actuaciones”, reprochan los nacionalistas.

No solo defraudó al BNG el exregidor al enrocarse en el poder, sino también su sucesor, el inspector de Hacienda Agustín Fernández, quien, apenas un día después de su proclamación como alcalde, renovó el contrato a dedo a su hija como personal de confianza del gabinete de prensa de la institución municipal. Pero la “cadena de desencuentros” con el PSOE local que ayer narraron las dimisionarias concejalas del BNG —abandonarán sus escaños en el pleno de la Corporación del prólximo viernes— va más allá de la gestión de la crisis abierta por la Operación Pokémon y de la “muy poco ética” decisión del nuevo alcalde de apresurarse a mantener el empleo público a su familiar.

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Nunca se había evidenciado: la sintonía entre el exalcalde y su teniente de alcalde nacionalista —compañeros de docencia en el mismo instituto, en el que se van a reencontrar dentro de poco— parecía perfecta. Pero los nacionalistas, “muy defraudados” con la gestión de su exsocio, sostienen ahora que el desapego viene de atrás. “En este año y medio de mandato constatamos en varias ocasiones el incumplimiento del pacto de gobierno”, acusan.

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La guinda para la ruptura del pacto la pusieron los ourensanos castigando una vez más al Bloque en las urnas en las elecciones autonómicas del 21-O, que lo relegaron a la cuarta posición —con un margen más estrecho de votos respecto a DO que en las municipales de hace año y medio—, tras PP, PSOE, y Alternativa Galega de Esquerda (la coalición de Anova y EU).

Tras conocer el anuncio de ruptura definitiva del BNG, el nuevo alcalde —que desde que accedió al puesto clamaba diariamente por reeditar el bipartito— encajó la situación anunciando su decisión de pactar con los nacionalistas y “rebajar la crispación” en la corporación local.

El PP se ofrece como socio

La primera, en la frente. El BNG se abstuvo ayer, por primera vez en los últimos cinco años y medio, en la aprobación en comisión de una propuesta del gobierno local. El PSOE, enfrascado en su propia crisis interna —la ejecutiva provincial amenaza con abrir expediente a algún concejal afín al exalcalde por haber hecho “contracampaña” en las elecciones autonómicas— olvidó convocar la junta para la aprobación de las ordenanzas fiscales y tampoco se acordó negociarlas con el exsocio del que ahora depende su mayoría en la corporación.

El alcalde convocó ayer de urgencia a los grupos a una comisión extraordinaria. Un concejal socialista tuvo que pedir, en los pasillos, a los portavoces de la oposición que renunciaran al plazo de enmiendas. Aceptaron, y si no lo hubieran hecho el expediente no estaría listo antes de finales de año y no podrían llevarse a pleno las ordenanzas antes de 2013 para su aplicación.

Los nacionalistas no garantizan la gobernabilidad si no se cumple su programa. Solo queda el escenario de una posible moción de confianza o de censura frustrada por la imposibilidad del PP de sumar apoyos suficientes si no es con el Bloque.

El renovado BNG ofrecerá a la ciudadanía nuevas caras, y la labor de oposición —hasta el momento liderada con firmeza por Democracia Ourensana— que siempre le ha sido más rentable electoralmente. Solo aceptará pactos puntuales si el PSOE asume sus postulados. El Bloque se muestra cansado de la actitud “arrogante” de su exsocio, que desde PP y DO insisten en tildar de “prepotente”, mientras este último partido espera la resolución judicial a sus denuncias.

A la vista de la imposibilidad de hacerse con la alcaldía, el portavoz del PP, Rosendo Fernández, se ofrece para pactar con el PSOE con vistas a “hacer gobernable el Ayuntamiento y sacar adelante los proyectos estratégicos y los intereses generales de los ourensanos”.

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