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“Voy con mi madre a comisión”

A las colas de la calle Libreros se suman decenas de jóvenes que venden sus libros usados

Elena G. Sevillano
La calle de los Libreros, llena de compradores y vendedores de libros de texto usados, el miércoles pasado.
La calle de los Libreros, llena de compradores y vendedores de libros de texto usados, el miércoles pasado.Santi Burgos

A Jorge, de 18 años, se le va notando la experiencia comercial. Asegura que lleva varios días viniendo a la calle de Libreros, junto a la Gran Vía, para vender sus libros de texto usados, los de algún familiar e incluso alguno que le han regalado para que lo incorpore a la oferta del top manta que luce a sus pies. Tiene volúmenes de ESO y de Bachillerato y asegura que los está ofreciendo a entre 5 y 15 euros. Pero no todo lo que saca se lo queda él. “Voy con mi madre a comisión”, asegura entre risas. Como él, otra quincena larga de puestosofrecían el jueves pasado en las aceras de Libreros todo tipo de libros de texto usados. Unos en mejor estado que otros. “Los que están más pintarrajeados los dejo mucho más baratos”, decía una adolescente, que mostraba varios cuadernos de ejercicios de inglés con la mayoría de las respuestas ya escritas.

El precio va de los 5 a los 15 euros, según el estado en que se encuentren

Mientras los jóvenes trataban de deshacerse de los volúmenes de cursos anteriores, los compradores hacían cola frente a las dos tiendas de segunda mano que aún sobreviven en esta calle denominada así porque tradicionalmente albergó librerías de viejo. José del Corral, en su libro La Gran Vía. Historia de una calle, relata que ese fue el nombre que propuso al Ayuntamiento de Madrid Pío Baroja a principios de los años cuarenta puesto que ya entonces proliferaban los negocios de libreros anticuarios. Algunos padres aseguraban que su intención era llegar a las tiendas, pero que a la vista de las colas —de entre 30 y 40 personas hacia las cinco y media de la tarde—, habían decidido preguntar a los estudiantes que ofrecían sus libros en la acera.

Estudiantes en la calle de los Libreros.
Estudiantes en la calle de los Libreros.S. B.

“Me falta Tecnología Industrial I de esta editorial”, señala Juan Luengo mientras abre un papelito en el que lleva cuidadosamente apuntados los libros que necesita su hijo de 16 años. “Solemos comprarlos en el propio colegio, donde también hay un sistema de segunda mano, pero algunos esta vez ya no los he encontrado”, añade.

Carmen afirma ser una habitual de esta calle. “Hace años que vengo a por los libros de mis dos hijos. Hay muchísima diferencia de precio entre comprarlos nuevos o aquí. Piensa que en Libreros puedes conseguir todas las materias del curso por menos de 100 euros. Es cuestión de ir mirando y elegir los que estén menos usados. Me fijo mucho en la parte de los ejercicios. Hay chavales que los hacen a boli y, claro, entonces ya no me interesa”, añade. Está convencida de que la crisis, junto con la subida del IVA y la eliminación de las becas para el material escolar en la Comunidad de Madrid —el curso pasado 310.000 familias recibieron la ayuda, que oscilaba entre 90 euros para Primaria y 110 para Secundaria—, están trayendo más compradores que nunca a esta calle de Madrid.

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La venta ambulante está prohibida; también para objetos usados

También muchos de los estudiantes que intentan sacar 10 o 15 euros por sus libros viejos vienen por primera vez este curso, aseguraban el jueves, cuando la compraventa se desarrollaba sin problemas pese a que este tipo de intercambios comerciales en la calle no está permitido. De hecho, varios adolescentes relataron que en días anteriores la Policía Municipal les había obligado a retirar los libros del suelo. “Nos los guardamos en las mochilas, pero volvemos”, sonreía uno de ellos.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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