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“Parecía un campo de batalla”

Los vecinos de Robledo, Valdemaqueda y Santa María de la Alameda intentaron hacer frente al fuego que ha destruido sus viviendas y el monte

F. Javier Barroso
Varias personas contemplan desde la vía del tren el incendio
Varias personas contemplan desde la vía del tren el incendioVictor Lerena (EFE)

Indignación, impotencia y pánico. Esos eran los sentimientos que marcaban el estado de ánimo ayer de los habitantes de Robledo de Chavela, Valdemaqueda y Santa María de la Alameda, después de que un pirómano destruyera el monte con un incendio que provocó serios destrozos en chalés de estas localidades. Algunos pedían medidas urgentes contra los criminales, mientras los bomberos, las brigadas y los retenes forestales se afanaban en extinguir un incendio que campó por sus fueros durante gran parte del día.

Uno de los primeros en darse cuenta de la gravedad del incendio fue Rafael Barral, un empleado del hotel Los Cinco Enebros (21 habitaciones y una veintena de trabajadores). Uno de estos vio cómo, desde un coche blanco, un hombre empezó a arrojar objetos. No pudieron distinguir muy bien de qué se trataba, pero sí constataron que, poco después, se inició un fuego. “Intentamos apagarlo con nuestros medios, con extintores y con mangueras, pero era imposible. Cada vez iba a más, por lo que avisamos a los bomberos, que han tardado muy poco en venir”, relató Barral. “Lo que se siente en esos momentos es una mezcla de tensión, de pánico, de impotencia y de mucha tensión. Ver todo lo que se pierde en cuestión de momentos...”, relató el empleado. La dueña, con el susto todavía en el cuerpo, no era capaz de articular ni una palabra.

El incendio fue a mayores, mientras la mayoría de los vecinos permanecía ajeno a lo que estaba ocurriendo. En cuestión de minutos, la columna de humo fue visible desde kilómetros y kilómetros de distancia. Muchos vecinos intentaron quedarse en sus viviendas. Pero la Guardia Civil les obligó a que las abandonaran. En sus rostros, cuando llegaban al pueblo, eran visibles las lágrimas y la angustia al dejar detrás los recuerdos y las pertenencias de años.

Algunos, como Sergio Vaquero, director comercial de una empresa de recambios de automóviles, de 30 años, se quedaron en las dos principales urbanizaciones afectadas por los fuegos en Robledo (Río Cofio y La Suiza Española). “Es un verdadero infierno. Hemos visto saltar por los aires depósitos de gasóleo y de propano. Con los helicópteros por el aire, con tanto humo y con tanta explosión parecía un campo de batalla”, relataba con emoción en la mirada este vecino de Robledo. “Hemos intentado apagar el incendio de un chalé en el que se estaba quemando el techo, pero al final lo hemos tenido que dejar. Había muchas casas afectadas y creo que las pérdidas serán muchas”, añadía Vaquero.

Uno de los puntos neurálgicos de esta catástrofe fue el pabellón deportivo de Robledo, donde tuvieron que refugiarse los ancianos de dos residencias de mayores de Robledo (Santa Rita y Las Golondrinas). Allí fueron atendidos por Cruz Roja, el Summa y diversas protecciones civiles de los municipios afectados y de los alrededores. Los mayores estaban visiblemente nerviosos y muchos tuvieron que recibir la asistencia del equipo psicosocial de la Cruz Roja.

Donde también hubo desalojos y bastantes nervios fue en las urbanizaciones de Santa María de la Alameda. Los vecinos fueron trasladados al colegio Sierra Oeste, donde se prepararon dos aulas para que pasaran la noche. La policía acompañó a los vecinos de estas zonas para que pudieran recoger objetos de primera necesidad como medicamentos. De fondo se veía en el monte una treintena de pequeños focos que asolaban la sierra mientras el fuego se dirigía hacia la zona de Ávila. “He visto que se estaba quemando el monte en televisión, he cogido el tren y me he venido a ver cómo estaba mi casa”, explicó Manuel Vento Díez, de 80 años y que lleva 38 en el municipio serrano.

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La noche se perfilaba larga para los integrantes de la UME que estaban en el foco de Santa María de la Alameda. Hasta el municipio se desplazaron grandes máquinas excavadoras para abrir cortafuegos y evitar que se reprodujera el fuego. “Esperemos que no vuelva a soplar un aire muy fuerte y que no se reavive el fuego, porque ahora, por la noche, no hay medios aéreos y sería casi inatacable el fuego desde este punto, por lo escarpado del terreno”, comentó un integrante de la UME mientras miraba al monte. El fuego seguía a sus anchas.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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