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España regresa a Sánchez Gordillo

Las proclamas del líder jornalero recuperan actualidad y vigor en el entorno social generado por la crisis Marinaleda, sin paro y propiedad común, es el ombligo de su cosmos ideológico

Sánchez Gordillo charla con jornalero tras pernoctar bajo una encina en la finca ocupada de Las Turquillas.
Sánchez Gordillo charla con jornalero tras pernoctar bajo una encina en la finca ocupada de Las Turquillas.JULIÁN ROJAS

Juan Manuel Sánchez Gordillo (Marinaleda, Sevilla; 1949) vive sin ninguna duda su momento de mayor popularidad en su ya dilatada carrera de líder jornalero e izquierdista utópico, tras los asaltos a dos supermercados (irse sin pagar varios carros repletos de arroz y legumbres y entregarlos a comedores sociales) en Écija y Arcos de la Frontera y la ocupación de una finca militar entre Écija y Osuna. Pero no es nada nuevo (la yeguada Las Turquillas ya fue ocupada en 2005), ni para Sánchez Gordillo ni para los jornaleros del SAT de Diego Cañamero. La explicación para el súbito impacto mediático internacional de sus acciones está en otro lado.

 El Sindicato de Obreros del Campo (SOC, antecedente del SAT) nació para la opinión pública el 12 de noviembre de 1976 con el encierro de decenas de jornaleros en locales de 30 pueblos andaluces. La organización encabezada por Gonzalo Sánchez y Francisco Casero con el apoyo del cura Diamantino García y otros sacerdotes obreros sacaba a luz una de las injusticias sociales más lacerantes de la historia de España: el campo andaluz. La tierra estaba en manos del 2% de la población y el 90% de los jornaleros tan solo trabajaba dos meses al año. Los encierros de 1976 pedían un modesto aumento en el jornal y que se aceptara el límite de siete horas diarias con la espalda doblada sobre la tierra. Desde ese momento, huelgas de hambre, sentadas en la catedral de Sevilla, la sede de la OIT en Ginebra, la iglesia aledaña a La Moncloa... Y ocupaciones, muchas ocupaciones de fincas.

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El SOC devolvió conciencia y orgullo a la clase trabajadora más oprimida y pobre que pueda haber existido en España. De esa concienciación política vinieron los éxitos en las primeras elecciones municipales. Cañamero, actual líder del SAT, fue alcalde de El Coronil durante muchos años y Sánchez Gordillo lo es de Marinaleda desde 1979. La evolución, el milagro de este pueblo sevillano es la horma del personaje público y político que es Sánchez Gordillo, que fundó su partido, el Colectivo de Unidad de los Trabajadores (CUT), brazo político del SAT e integrado en Izquierda Unida. Cuando el actual hombre de camisa abierta, barba encanecida, pañuelo palestino (en sus versiones otoño-invierno y primavera-verano), zapatillas deportivas y vaqueros llegó a la alcaldía, los cerca de 3.000 habitantes labraban las tierras del cortijo El Humoso, del duque del Infantado (17.000 hectáreas). Tras muchas ocupaciones, encierros y broncas, la Junta de Andalucía se hizo con 1.200 de esas hectáreas que cedió (los habitantes se negaron a aceptar la propiedad, al apoyar la titularidad comunal de toda tierra cultivable) al pueblo. De lo cultivado en esas tierras nacieron ocho cooperativas en las que todo el mundo cobra el mismo sueldo, algo menos de 50 euros por jornal, y un pueblo que presume de pleno empleo.

Marinaleda es el ombligo del cosmos de Sánchez Gordillo. Es la tierra en la que nació, donde fue profesor de instituto y, sobre todo, la base moral que le permite todas las acciones, afirmaciones y astracanadas varias que genera con productividad febril.

Sánchez Gordillo también es un político recio que muestra siempre que puede su fuerza en IU de Andalucía —tanto por el papel orgánico de la CUT como por el deber moral hacia el movimiento jornalero—. Ha obligado a modificar la norma interna que no le permitía ser alcalde y diputado autonómico, ha forzado a su cabeza de lista y actual vicepresidente andaluz, Diego Valderas, a presentarse (con riesgo de quedar fuera) en dos ocasiones por Huelva para hacerlo él en Sevilla, mitineó en contra de la reforma del Estatuto o bramó contra el actual Gobierno de coalición con el PSOE. A la Junta le ha sabido sacar muchas subvenciones, como la que permite su Plan de Autovivienda por 15 euros al mes (para pagar los materiales a 60 años al Gobierno andaluz).

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Pese a que la llegada del subsidio agrario en los 80 y la poco exitosa Reforma Agraria le quitaron hambre y dientes al movimiento jornalero, Sánchez Gordillo no se bajó de lomos de la legitimidad del mismo para seguir ocupando fincas, bloqueando pistas de aeropuertos, encadenándose a la verja de un Parlamento del que es diputado, enzarzándose en Tel-Aviv por la liberación del pueblo palestino...

Casero auguraba hace unos años que el movimiento jornalero debía centrarse en los inmigrantes. Las soflamas del de Marinaleda sobre reparto de la riqueza, miedo al hambre, justicia social y, eso sí, siempre en contra de cualquier tipo de violencia, no han variado en 30 años. Pero hoy, en gran parte de la sociedad, vuelve a haber miedo al hambre, enfado con el reparto de la riqueza y la justicia social.

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