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Botella pagará 380.000 euros por vigilar la nave cerrada de Boetticher

El Ayuntamiento de Madrid recibe de la propiedad la obra acabada El Consistorio de Botella abonará durante un año la seguridad del futuro centro de innovación

Elena G. Sevillano
Naves de Boetticher en Villaverde.
Naves de Boetticher en Villaverde.SAMUEL SÁNCHEZ

Hasta los partidos de la oposición municipal han perdido la cuenta de las veces que el Ayuntamiento de Madrid ha anunciado el centro de innovación que acogerá la antigua fábrica de ascensores Boetticher y Navarro, en Villaverde. La hemeroteca proporciona algún ejemplo de visitas y fotos del exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón paseando por sus amplias instalaciones, que la empresa abandonó en los años noventa cuando se declaró en quiebra. El proyecto para convertirla en la “catedral de las nuevas tecnologías” se anunció en 2006, otra vez en 2009... Ahora parece que va en serio. La reforma, en manos privadas, ha terminado, y el Ayuntamiento ha recibido las instalaciones acabadas. El problema es que ahora le toca pagar. En concreto, los más de 380.000 euros que le costará la vigilancia durante un año.

La catedral está lista: la obra en la nave y en la torre anexa han terminado, pero ahora mismo son como una isla en un solar gigantesco que está sin urbanizar. Los trabajos para dotar de accesos al centro, electricidad, agua, alcantarillado y el resto de servicios necesarios para su funcionamiento aún se prolongarán durante un año, aseguran en el Consistorio. O más. Mientras tanto, hay que vigilar los edificios. El área de Economía ha sacado un contrato de “protección y seguridad con vigilantes sin armas” de la nave Boetticher y los edificios anexos que dependen de esta concejalía. El coste del servicio, que una empresa proporcionará durante doce meses, es de 383.145 euros, con IVA, según el presupuesto base de la licitación.

“La nave de Boetticher y Navarro está situada en un entorno muy amplio, una parcela de casi 20.000 metros cuadrados, con grandes edificios conectados entre sí”, explica una portavoz del área de Economía, Empleo y Participación Ciudadana. Añade que vigilar tal extensión supone 17.000 horas de trabajo y que se han calculado en función del precio de mercado. “No se puede dejar el edificio abandonado”, señala. “Se trata de una importante obra de ingeniería civil recién ejecutada. En los próximos meses se van a invertir allí 30 millones en infraestructuras energéticas y de telecomunicaciones de última generación”, subraya.

El convenio urbanístico para transformar las instalaciones de Boetticher en Villaverde se firmó en julio de 2008. Suponía la cesión al Ayuntamiento de la nave central para albergar un “Centro de Expresión de Nuevas Tecnologías”, la creación de más de 13.000 metros cuadrados de zonas verdes y de nuevos viales (dos nuevas calles), y la construcción de 550 viviendas. Con la firma del convenio acababa una fase de un largo proceso que empezó en 1993 con la declaración de quiebra de Boetticher y Navarro S.A. La empresa solo tenía sus suelos industriales para responder ante sus acreedores (entre ellos, los 200 trabajadores). La nave, ejemplo de la arquitectura industrial de los años cincuenta y conocida como La Catedral por su peculiar diseño, está protegida en el Catálogo del Plan General. El concurso de ideas para reformarla data de 2006. El convenio de 2008 incluía también el 10% del aprovechamiento lucrativo para el Consistorio (más de 7.000 metros cuadrados de edificabilidad).

El proyecto de convertir a Boetticher en la catedral de las nuevas tecnologías acumula un retraso de 14 años, denunció hace unos meses Izquierda Unida, que mostró fotos en las que se apreciaban escombros y basura en los alrededores del edificio. El portavoz socialista, Jaime Lissavetzky, también visitó la nave en marzo; pidió “celeridad” para acabar la rehabilitación. Mientras continúa la reforma, el Ayuntamiento busca inquilinos en la iniciativa privada. “Se están manteniendo múltiples contactos”, avanzó el concejal de Economía, Pedro Calvo, en marzo pasado.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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