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Botella promete un plan para El Gallinero pero evita marcarse plazos

La alcaldesa anuncia que se mantendrán reuniones periódicas con la Comunidad de Madrid

Desalojo en El Gallinero, a principios de marzo.
Desalojo en El Gallinero, a principios de marzo.CARLOS ROSILLO

Ana Botella es una rara avis política. Frente al don de la teatralidad que despliega ante las cámaras la presidenta regional, Esperanza Aguirre, y que en ocasiones parece emular la nueva delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes (que, por ejemplo, decidió visitar la Cañada Real en un helicóptero policial), la alcaldesa de Madrid huye como la peste de cualquier gesto que interprete como populista. Eso, mezclado con cierto repelús por los medios de comunicación, conduce en ocasiones a situaciones poco habituales en la escena política madrileña. Por ejemplo, que la regidora informe de una visita de trabajo al poblado chabolista de El Gallinero, “la zona más degradada en la zona más degradada de Madrid”, al día siguiente de producirse.

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Botella, de punta en blanco en el escenario solemne y magnificente del Palacio de Cibeles, ha explicado hoy en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno local su visita de ayer al infierno de pobreza de El Gallinero, adonde prefirió acudir sin periodistas. La alcaldesa volvió a demostrar así su estilo de gestión: directa, muy cercana a los ciudadanos y a aquellos que se encargan de resolver sus problemas, pero al mismo tiempo propensa a tratar a los medios más como una traba que como un método para comunicarse al por mayor con la ciudadanía.

La visita, en cualquier caso, no tuvo mayor trascendencia operativa, a tenor de lo explicado esta mañana por la alcaldesa. Botella se ha limitado a anunciar que, como se ha hecho en el caso de la Cañada Real, se establecerá un calendario de reuniones periódicas con la Comunidad de Madrid “para desmantelar el poblado y dar así una salida a las familias que viven allí”. “Es un proceso largo y no lo vamos a conseguir en cuatro días; no nos hemos marcado plazos”, ha precisado.

El Gobierno local (que ostenta el PP con mayoría absoluta) rechazó hace dos semanas en el Pleno municipal la propuesta conjunta de la oposición para elaborar un plan integral de actuación en el poblado chabolista. Esta medida, impulsada por el Partido Socialista con el respaldo de Izquierda Unida Unión, Progreso y Democracia (cinco), buscaba “asegurar la habitabilidad” del poblado y reforzar la inserción social para, “a medio plazo”, lograr la integración de sus habitantes. La delegada de Asuntos Sociales, Dolores Navarro, replicó que “se está haciendo más de lo posible”, pero zanjó: “No lo arreglemos todo con planes”.

En el asentamiento viven 428 personas (234, menores de edad), según la oposición, que denuncia la falta de coordinación entre los servicios municipales, el IRIS (Instituto de Realojamiento e Integración Social, dependiente del Gobierno regional) y la veintena de ONG que trajaban en la zona. Botella ha señalado hoy que, en contra de lo que votó el PP en el Pleno, sí se está “diseñando un plan” para afinar la labor del “número importante de personas que están trabajando allí”. Y ha avanzado que el primer paso será “marcar unas familias con las que se considere que se puede trabajar de una manera especial” para incorporarlas a los programas de integración ya en marcha.

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Botella ha transmitido además sus impresiones personales sobre la visita: “Yo ayer pensé que algunas de las cosas que hacemos a veces tienen efectos positivos. Estuvimos hablando con las familias, y los niños que había allí eran minoría porque un 70% ya están escolarizados. Probablemente la preocupación principal de esas personas es sobrevivir cada día. Pero creo, y lo manifiestan de alguna forma, que están mejor que en sus países de origen pese a estar viviendo en esas condiciones, porque tienen sanidad y educación para sus hijos”.

El pasado mes de junio, cuando Botella era aún concejal de Medio Ambiente y Movilidad, el Ayuntamiento limpió de basura el poblado chabolista, tal y como se había comprometido a hacer un año y medio antes. La ahora alcaldesa puso el énfasis en la necesidad de que los habitantes de la zona mantuvieran cierto grado de limpieza después de esa operación especial, que permitió retirar toneladas de porquería en la que prosperaban ratas y demás alimañas. Hoy, tras defender su actuación (“lo hicimos sin obligación porque creemos en la dignidad del ser humano”, ha dicho; esa descarga de responsabilidad se sustenta en que el terreno sobre el que se asienta el poblado es privado), se ha mostrado satisfecha porque los pobladores “están manteniendo” el compromiso de limpieza.

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