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EL FIN DE UNA AEROLÍNEA

22.700 viajeros buscan alternativas desesperados tras la quiebra de Spanair

La aerolínea defiende que "está dando la cara" en todos los aeropuertos afectados Los pasajeros tratan de salir de Barcelona y se quejan de no recibir ni una botella de agua Algunas compañías empiezan a agotar sus asientos destinados a recolocar afectados

Pasajeros en el aeropuerto de El Prat.
Pasajeros en el aeropuerto de El Prat.CARLES RIBAS

En el aeropuerto de Barcelona-El Prat, Spanair ya no tienen activos los mostradores de facturación y puertas de embarque. La que fuera hasta ayer la segunda compañía con más actividad en esta instalación (4,3 millones de pasajeros transportados desde Barcelona en 2011), hoy se está disolviendo. En los paneles de llegadas o salidas sigue existiendo su rastro: aparecen rutas, aunque ya no las operan. No se ven trabajadores de Spanair y solo queda abierta la oficina de venta de billetes, donde un reducido equipo de empleados, que prefieren no hacer declaraciones, se limita a atender amablemente las dudas de los usuarios afectados por la quiebra de esta compañía aérea en los mostradores de Newco.  El personal de esta empresa son encargados de realizar los servicios de asistencia en tierra de Spanair (handling, en el argot del sector). Este fin de semana hay 22.770 personas afectadas. Solo hoy se han quedado sin vuelos más de 8.600 viajeros. "Estamos dando la cara", defiende un portavoz de Spanair. Las oficinas de venta de billetes de los aeropuertos donde operan, señala, están abiertas desde la madrugada.

De los 55 vuelos que hoy iba a operar la compañía en el aeropuerto catalán, 27 eran de salida y los pasajeros de 17 de éstos ya han sido gestionados: los que han podido, los han recolocado en salidas con asiento disponible de hoy mismo, al resto les han ofrecido alternativas para los próximos días, según fuentes de AENA. La mayoría de los afectados españoles se fueron informando escalonadamente por las redes sociales y al llegar al aeropuerto se lo han tomado con resignación. Pero algunos extranjeros se han enterado de que su día va a ser complicado al pisar el aeropuerto. Cada 20 minutos aproximadamente, un mensaje por megafonía rompe el silencio: una voz metálica recuerda a los pasajeros que iban a volar con Spanair de que deben dirigirse a los mostradores del intermodal 1. Los pasajeros acuden al piso de abajo y allí, a partir del mostrador 801, hacen cola. Un empleado de Newco le coge el billete solo si es para hoy, estudia la situación, le reembolsa el precio que pagó a Spanair y le envía hacia el mostrador de otra compañía, para que traten de recolocarlo en otro vuelo. Ante el mostrador de Vueling, Air Europa o Iberia, los afectados cruzan los dedos.

Cada 20 minutos aproximadamente, un mensaje por megafonía rompe el silencio y recuerda a los pasajeros que iban a volar con Spanair de que deben dirigirse a los mostradores de Newco

Fátima Pérez, canaria de 30 años, viajó a Barcelona junto con dos miembros de su familia para un trasplante de médula ósea. Su viaje estaba subvencionado por el Servicio Canario de Salud. Ya la han operado, y hoy a las 11.10 horas de la mañana despegaba en avión junto a sus familiares para volver a casa. Todavía está atrapada en El Prat. Han tenido que pagar cada uno 108 euros para lograr otro billete. Y deben esperar hasta las 16.25 horas. Han tenido suerte dentro de lo que cabe, porque no se quedarán en tierra. Pero Fátima acaba de ser operada. "Estoy tomando medicación. No me encuentro todavía bien. Y aquí estoy. Nos hemos tenido que pagar nosotros la comida y el agua. Ya deberíamos estar volando", lamenta.

Spanair no logró convencer a Qatar Airways y a las diez de la noche de ayer operó su último vuelo. Un nuevo socio era su último cartucho para tratar de salir adelante pese a sus problemas financieros. La compañía catarí no vio claro el negocio y, según la Generalitat de Cataluña, propietaria junto con el Ayuntamiento de Barcelona de la mayoría de las acciones, temía que la Unión Europea exigiera en un futuro la devolución de todas las inyecciones públicas. Tras el fracaso en la búsqueda de inversores, ayer se precipitó el desenlace más temido. Hacia las seis de la tarde se reunió el consejo de administración de Spanair. Para entonces, ya comenzaba a prepararse la anulación de todas sus operaciones. Hasta 22.770 personas se verán afectadas por la cancelación de vuelos solo este fin de semana, en el que se han anulado 212 operaciones.

Los que más desconcertados están son los extranjeros. Algunos, como el alemán Gero Tinnefeld, consultor de 39 años, no sabían que Spanair había quebrado hasta que han llegado esta mañana a Barcelona. Tinnefeld ha salido a las 9.00 de Munich gracias a Lufthansa que le ha recolocado en uno de sus vuelos. "En Munich corría el rumor de que todo era por una huelga de trabajadores de Spanair. Nadie nos ha dicho que ha dejado de operar", explica. Al aterrizar ha sabido que su vuelo de vuelta ya no existe, y que nadie le garantiza qué pasará con su billete de vuelta. Otro pasajero argelino exclamaba en francés que no comprende por qué debe correr a su cargo los gastos. "Es un derecho universal después de cualquier quiebra que el pasajero no tenga que hacerse cargo. Debería hacerse cargo la compañía, el aeropuerto o quien sea. Esto es una tomadura de pelo", grita.

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El problema es que los asientos para recolocar pasajeros empiezan a agotarse en algunos destinos

Algunos empleados de Newco dicen que está siendo pesado, pero que no tiene nada que ver con el caos que se vivió cuando los controladores dejaron sus puestos. "Ahora es solo una compañía", dicen resignados. El problema es que los asientos para recolocar pasajeros empiezan a agotarse en algunos destinos. Los aviones salen llenos. La mañana ha sido relativamente tranquila. Pero de cara a la tarde, temen que se complique por escasez de alternativas para los afectados. Según fuentes del aeropuerto de El Prat-Barcelona, en el día de hoy han acumulado 190 reclamaciones de usuarios entregadas a AENA o a Consum de la Generalitat. Esta mañana, hasta las 11 más o menos, habían atendido a siete familias en la sala Espai, un espacio habilitado para niños y madres afectados por el cierre, donde hay sofás y una cama.

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