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El día que Felipe II viajó en tren

Un viaje en una locomotora de principios del siglo XX lleva a descubrir el palacio del rey que soñó con un imperio

Pablo León
Felipe II durante el recorrido inaugural del tren que conecta Madrid con El Escorial.
Felipe II durante el recorrido inaugural del tren que conecta Madrid con El Escorial.Víctor Sainz

Felipe II soñó con crear un imperio y lo hizo. También, con erigir un regio palacio para conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín, acaecida el 10 de agosto de 1557. Como la fecha de la contienda coincidió con el día de San Lorenzo, en 1563 se inició el ahora conocido como Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, que incluye un palacio real, una basílica, un panteón, una biblioteca y un monasterio. Lo que el rey nunca pudo imaginar fue que viajaría en tren desde la capital hasta uno de sus palacios favoritos.

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De alguna manera u otra, y a pesar del paso de los siglos, Felipe lo ha acabado haciendo: esta semana se ha inaugurado el Tren de Felipe II (de martes a domingo desde la estación de Príncipe Pío; salida a las 10.20 y retorno a las 18.15 horas; 32 euros por persona con visita al Real Sitio; niños, 20 euros; www.trendefelipeii.com). Se trata de una locomotora antigua (un modelo diésel ACLO 321) que conecta Madrid con El Escorial y San Lorenzo de El Escorial trasladando a los viajeros no solo físicamente sino también metafísicamente en un viaje en el tiempo para disfrutar de un trayecto en vagones de principios del siglo XX (sin aire acondicionado, aireados por el fresco que entra por la ventana).

“Los coches cama son de los años veinte”, cuenta Fernando Rodríguez Garrapucho, de la Asociación de amigos del Ferrocarril de Venta de Baños (en Palencia), “y eran los más lujosos de la época; los anteriores eran de madera”. Durante el recorrido —de unos 50 minutos de duración— se puede pasear el tren de un extremo a otro y descubrir sus secretos.

Si las literas colgantes llevan a los años veinte, el coche restaurante —con cuidadas sillas y mesas y decorado con motivos usados por los artistas bohemios franceses— recuerda a los años cincuenta: “En esta época se remodelaron los vagones”, explica Rofríguez Garrapucho en el viaje inaugural del Tren de Felipe II, que está compuesto por cuatro coches de la Serie 5000/6000, restaurados por miembros de la asociación palentina.

“En el siglo XVI se colocó la primera piedra del Monasterio de El Escorial mandado construir por Felipe II, y ahora, en un tren que lleva su nombre, los pasajeros podrán conocerlo gracias a un transporte sostenible”, dijo en ese primer viaje Francisco Iglesias, consejero delegado de ALSA, empresa que gestiona la línea en colaboración con la Fundación de Ferrocarriles Españoles (FFE). “ALSA, un operador privado, ha invertido su dinero y su esfuerzo en preservar un tren histórico”, añadía César López, director gerente de la FFE en la parada de El Escorial. Allí también se apeaba Felipe II para despedir a los pasajeros que le habían acompañado en este viaje.

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La locomotora de la Fresa y Cervantes

Además, del Tren de Felipe II —el primero de viajeros que circula en España sobre la Red Ferroviaria de Interés General gestionado por un operador privado— en la Comunidad de Madrid hay otros trenes históricos que animan a viajar a otras épocas. El más conocido es, sin duda, el Tren de la Fresa (sábados y domingos, desde el 29 de abril a octubre, excepto julio y agosto), que conecta la capital con Aranjuez. Este tramo fue inaugurado en 1851 por Isabel II fue el primer trayecto ferroviario en Madrid y el segundo de la Península, ideado para unir el Palacio Real de Aranjuez con la capital. Por su parte, el Tren de Cervantes (sábados del 8 de abril al 9 de diciembre; cierra en agosto y el 2 de septiembre) recorre los pasajes más evocadores de la literatura del genio a través de sus personajes, queviajan en este tren hasta Alcalá de Henares, ciudad natal del literato.

Fe de errores

En una primera versión de este artículo se indicaba que el Tren de Felipe II circulaba con una locomotora de vapor, cuando en realidad se trata de una locomotora diésel ACLO 321, que es antigua pero no tanto como las de vapor.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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