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La nueva unidad de medicina nuclear de Vall d’Hebron tratará a 600 pacientes oncológicos al año

Las instalaciones están diseñadas para que los enfermos ingresados puedan estar acompañados por familiares durante la terapia con radiofármacos

Jessica Mouzo
Una enfermera da instrucciones a una paciente en la unidad de medicina nuclear de Vall d'Hebron
Una enfermera da instrucciones a una paciente en la unidad de medicina nuclear de Vall d'HebronVall d'Hebron

María Gámez atiende, nerviosa, las explicaciones de Carmeta, una de las enfermeras de la nueva unidad de medicina nuclear del hospital Vall d'Hebron de Barcelona. La niña, de 11 años, padece un cáncer de tiroides y, tras someterse a una intervención quirúrgica para extirpar el tumor, ha de pasar ahora por una terapia con medicamentos radiactivos para eliminar cualquier viso de recidiva. Le esperan tres días y dos noches aislada en una habitación blindada. "Pero podré ver a mis padres", apunta la niña. La nueva unidad de medicina nuclear de Vall d'Hebron dispone de una estancia agregada a la habitación blindada para que los familiares de los pacientes puedan acompañarlos en el proceso. A través de una ventana de vidrio plomado, pueden interactuar y hacer la estancia del enfermo más amena. 

"El objetivo era conseguir conjugar un tratamiento máximo efectivo con que los pacientes se sientan acompañados porque, sobre todo para los niños, puede ser muy traumático", explica Joan Castell, jefe del servicio de Medicina Nuclear. Las nuevas instalaciones del servicio, que servirán para tratar con radiofármacos a pacientes oncológicos adultos y pediátricos, disponen de dos habitaciones con cuatro puntos de tratamiento. Para maximizar la seguridad y el riesgo de fuga de residuos radiactivos, las estancias tienen una cubierta de 18 toneladas. Los fármacos que se administran, por vía oral o intravenosa, son tratamientos dirigidos hacia las células cancerígenas, para dañar el menor tejido sano posible. Estas terapias, diseñadas de forma individualizada y con la dosis personalizada a cada paciente, emplean moléculas radiactivas que se dirigen directamente al tumor. Los enfermos han de permanecer aislados unos días hasta que eliminen el fármaco de su cuerpo y para no irradiar innecesariamente a otras personas.

En esta unidad, que prevé atender a unos 600 pacientes oncológicos al año, se administran tratamientos para cáncer de tiroides, como el de María, y también para tumores neuroendocrinos y algunos muy concretos como el neuroblastoma. "Asumimos tratamientos consolidados y probamos nuevas terapias muy dirigidas", señala Castell.

Aunque las habitaciones acogerán a todo tipo de pacientes, están diseñadas para los más pequeños. Las delatan los coloridos dibujos pintados en la pared. "Para los niños puede ser más difícil", insiste Castell. Las habitaciones están monitorizadas desde el exterior a través de una cámara y disponen de un sistema de comunicación para facilitar la relación con el equipo médico y la familia.

En septiembre, María iniciará el tratamiento. Después de escuchar con atención las explicaciones de la enfermera, reconoce que se aburrirá, pero ya tiene previsto alguna alternativa. "Me traeré el móvil y la playstation... Veré la televisión [hay un dispositivo dentro de la habitación]. Y puedo hablar con mi familia por whatsApp", agrega.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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