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Una exposición para degustar

El Macba reúne las instalaciones de la etapa americana de Antoni Miralda

José Ángel Montañés
El impresionante 'Breadline' (1977) hecho por Miralda con cientos de unidades de pan de molde desecado y coloreado.
El impresionante 'Breadline' (1977) hecho por Miralda con cientos de unidades de pan de molde desecado y coloreado. Joan Sánchez

De entrada, un consejo: No visiten la exposición Miralda Madeinusa, abierta en el Macba hasta el próximo 9 de abril, con el estómago vacío, porque no la resistirán. Los quince proyectos del artista catalán Antoni Miralda (Terrassa, 1942) vinculados con el periodo en el que vivió y trabajó en Estados Unidos (entre los años setenta y noventa) tienen como protagonistas absolutos la comida y los alimentos, aunque también el espacio público, la convivencia, lo efímero, el espíritu crítico y por qué no, el humor. Hay mucho de humor en los trabajos y en la actitud vital de Miralda que se ven reflejados en esta gran y divertida muestra que llena toda una planta del museo y que se extiende en la Capella contigua.

En este templo desacralizado se comprueba que no estamos ante una exposición normal: El visitante se ha de descalzar y ponerse unas pantuflas para acceder. En el interior le espera un aluvión de sensaciones, de ritmos afroamericanos y canciones inolvidables como Angelitos Negros de Antonio Machín, y gastronómicas presentes en media docena de altares paganos llenos de ofrendas alimenticias. Se trata de Santa Comida, una mega instalación (propiedad del Macba) que devuelve por unos meses al espacio la religiosidad perdida para reflexionar sobre la imposición del cristianismo y los mecanismos de pervivencia de creencias minoritarias. La obra se completa con un enorme tapiz situado en el suelo realizado con telas africanas que vio en Hannover 2000. La labor de reconstrucción de estas piezas para la exposición que ha comisariado Vicent Todolí, ha sido de “arqueología en los archivos” y de “récord Guinness”, según el propio Miralda, que contó como llegó a Estados Unidos desde París y se encontró con un país convulso e inmerso en la guerra de Vietnam y constantes desafíos al sistema.

La muestra hace un recorrido cronológico, desde Sangría 228 West B’Way (1972) en la que la acción consistía en una degustación de arroz aromático y sangría; Movable Fest (1974), un desfile de una carroza banquete de tres pisos por las calles de Nueva York como crítica a la especulación inmobiliaria. El arroz es la base de otra instalación crítica: Food Situation for a Patriotic Banquet (1972/2010) una mesa de banquete con ocho bandejas de arroz coloreado, representando banderas de los países más poderosos de entonces, que acaba descomponiéndose como metáfora del final del colonialismo, tal y como se podía comprobar ya durante la inauguración de la muestra. Impactante es Breadline (1977) un enorme muro realizado con panes de molde desecados (en una de las terrazas del Macba durante el verano) y coloreados, que alude a las colas durante la Gran Depresión. Un pan que pese a su aspecto no duda el artista de coger y comérselo ante el asombro de todos. Tras el pan, la carne, de Wheat & Steak (1981), un desfile en Kansas City con chuletones gigantes y una carroza con tres enormes figuras de un buey, un cerdo y un cordero unicornios de silicona.

Miralda come un trozo de pan de molde de 'Breadline'.
Miralda come un trozo de pan de molde de 'Breadline'.Joan Sánchez

Sin duda uno de los proyectos más conocidos, y alucinantes, es Honeymoon Project; la boda entre la estatua de La Libertad de Nueva York y la de Colón de Barcelona. “Lo supe cuando conocí su romance”, recuerda. Durante seis años (1986-1992) implicó a colectivos de una veintena de ciudades de todo el mundo para llevar a cabo los pasos del noviazgo y boda de estos dos iconos. “Ahora sería más difícil hacerlo, todo es más complicado”, reconocía el viernes el artista. El Macba incluye el reportaje fotográfico del enlace y elementos originales como los anillos, las alianzas y el libro de firmas de invitados. “No se si han llegado a consumar su matrimonio” decía con sorna Miralda.

El recorrido concluye con una última sorpresa: la posibilidad de tomar una tapa y una copa en el Macba, en la reconstrucción de El Internacional Tapas Bar, el proyecto gastronómico dirigido entre 1974 y 1986 por Miralda y Montse Guillén, un experimento que se convirtió en una referencia en el barrio de Tribeca neoyorquino. “Cuando abrimos allí solo conocían la paella y sangría y nosotros llevamos las tapas. Fue un éxito, cada día recibíamos a 800 comensales”, recuerda Guillén. Los viernes y los sábados por la tarde abrirá este bar y se podrán degustar tapas de sobrasada y miel y beber Blue Margarita, su famoso cóctel.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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