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Bañarse en el río a toda costa

La presión de visitantes se traslada a otras zonas tras el cierre de La Pedriza

J. A. Aunión
Zona de piscinas naturales de Las Presillas, en Rascafría.
Zona de piscinas naturales de Las Presillas, en Rascafría.SANTI BURGOS
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Camino del Pinar de la Barranca, en el municipio serrano de Navacerrada, hay una pequeña poza muy popular desde hace años entre los lugareños, pero no demasiado conocida fuera. Hasta este verano. Por “la masiva afluencia de visitantes que recibe esta zona y los problemas de seguridad que ello origina”, el Ayuntamiento decidió a principios de julio cerrar con una barrera los fines de semana y los festivos el camino forestal que conduce hasta allí. También retiraron un cartel que decía “Presa del baño” y unos cientos de metros más abajo, en el mismo camino, pusieron otro que dice: “Prohibido aparcar a ambos lados”.

La presión que sufren desde hace años las zonas naturales de baño de la región se ha acentuado este verano, tras la prohibición desde el pasado mes de junio, bajo amenaza de multas de hasta 3.000 euros, de zambullirse en las charcas y pozas de La Pedriza por el fuerte deterioro que estaba sufriendo esta zona protegida, lo cual ha provocado la queja de numeroso comerciantes de la población más afectada, Manzanares El Real.

En unos sitios, el aumento se ha producido claramente por cercanía en la sierra madrileña, y en otros más alejados —como Estremera o el Pantano de San Juan—, tal vez ha sido de rebote, como efecto de la publicidad que ha recibido la medida de La Pedriza. “Si cada vez que se hablaba del cierre, se mencionaban las otras zonas naturales de baño en la región, pues mucha gente que no las conocía ahora las conoce”, opina María Ángeles Nieto, de Ecologistas en Acción.

El hecho es que, por la razón que sea, han recibido más visitantes tanto las áreas habilitadas para que el baño como otras informales —muchas de hecho no aptas o no autorizadas para esta actividad— donde los veraneantes se zambullen igualmente, como esa poza de las Barrancas y alguna otra de los alrededores donde la gente apenas puede echar la toalla “y mojarse los pies”, explica una portavoz del Ayuntamiento de Navacerrada.

Ecologistas en Acción ha denunciado, por ejemplo, la saturación —que suele ir acompañada de suciedad— del entorno de las piscinas naturales de las Presillas de Rascafría, un espectacular paraje habilitado con tres zonas de baño entre praderas en el río Lozoya, con merenderos y aparcamiento de pago por cinco al día. Aunque los trabajadores dicen que no han notado nada. “Pues más o menos como todos los años, la verdad”, contesta el encargado del bar mientras atiende a clientes a destajo un martes a la hora de comer. “No solo es las Presillas, la gente se sube río arriba por el Lozoya y se pone en cualquier lado”, asegura Nieto.

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Arroyo del Puerto de El Paular, en el río Eresma (Segovia).
Arroyo del Puerto de El Paular, en el río Eresma (Segovia).SANTI BURGOS

La presión, de hecho, se sale de la Comunidad. “Tampoco nos metemos mucho, porque el agua está que corta de fría”, dice Álvaro Garzón en el arroyo del Paular a su paso por el Puente de la Cantina, del siglo XVIII, un tranquilo paraje ya en la parte segoviana de la sierra de Guadarrama. “Te tumbas y te quedas relajado, simplemente escuchando el río. Lo descubrimos por casualidad y ya hemos venido un par de veces mi chica y yo”, añade Garzón, vecino del municipio de Collado Villalba.

De vuelta en la región madrileña, aunque ya lejos de la sierra de Guadarrama, también se ha notado el aumento. “Normalmente, los fines de semana se llenaban los dos aparcamientos de pago. Pero este año se ha llenado también el parking del pueblo que, aunque es gratuito, antes no se usaba porque está un poco más lejos”, explica Javier Díaz, concejal de Sanidad y Mantenimiento de Aldea del Fresno, sobre el éxito veraniego de su Playa del Alberche, en la confluencia de este río y el Perales, en el oeste de la región. “¡Uf! Claro que se ha notado que ha habido mucha más gente”, dice Rafa, el encargado del chiringuito de La Playa de los Villares, un espacio habilitado para el baño en el Tajo a su paso por Estremera, en el sureste de la región.

“Los comerciantes claro que lo han notado, tenemos un supermercado a la entrada que los fines de semana se llenaba hasta los topes”, explica María Luz Lastras, alcaldesa de San Martín de Valdeiglesias. “Llevamos un verano que nos está quitando el sueño”, añade sobre la masiva afluencia a la parte habilitada para el baño del Pantano de San Juan que cae en su municipio, la conocida como Virgen de la Nueva, cuyo acceso han tenido que cerrar por primera vez este verano por el exceso de coches, tanto en el puente de julio como en el de agosto. “Necesitamos ayudas para la limpieza y para mejorar las zonas de aparcamiento. Y, si llega el caso, cobrar una tasa a los visitantes para la limpieza”, reclama Lastras.

Desde Ecologistas en Acción, María Ángeles Nieto, protesta por el cierre brusco de La Pedriza “sin habilitar alternativas”, y reclama al Gobierno regional un plan de gestión y de control de las zonas de baño. Y a los madrileños, les pide que comprendan las limitaciones necesarias al acceso a zonas naturales para garantizar su conservación. Porque lo que ha quedado claro una vez más este verano es que a los madrileños les gusta mucha bañarse en el río.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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