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Manzanares el Real, un lugar de cine

El municipio, a la sombra del castillo de los Mendoza, posee un enclave reserva de la biosfera

El castillo destaca sobre la panorámica de Manzanares el Real.
El castillo destaca sobre la panorámica de Manzanares el Real.Santi Burgos

Manzanares el Real es un lugar de cine. Cuenta la historia que en 1954 Rudolph Mate rodó Coraza Negra en el pueblo, la primera película de espadachines con el castillo de Mendoza como escenario. Durante el rodaje muchos vecinos alquilaron sus colchones por 25 pesetas al día para mitigar las caídas de los actores desde las almenas durante las secuencias de acción. Tony Curtis y Janet Leigh protagonizaron aquella cinta ambientada en el reinado de Enrique V.

La fortaleza ya era una localización habitual de películas: La caída del imperio romano, Alejandro Magno, El Cid Campeador... Y Manzanares, un pueblo que se revolucionaba cada vez que un equipo de cine llegaba para filmar en el afamado castillo y sus inmediaciones.

La población se encuentra a 50 kilómetros de Madrid, y no solo por el cine es uno de los municipios con más solera de la región. Manzanares el Real está ubicado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, integrado dentro de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera. Rodeado por el río que da nombre al municipio y La Pedriza, sus 8.309 vecinos gozan de un paraje sembrado de monumentos históricos y con la Sierra de Guadarrama a golpe de mirada. Y, como colofón, el castillo de los Mendoza, que reina majestuoso sobre todos y todo. Este enclave histórico es una de las paradas preferidas de los turistas en la Comunidad. En la Oficina de Turismo del pueblo explican que cada vez más asiáticos visitan Manzanares, junto a la capital, El Escorial y Alcalá de Henares.

La primera parada ha de ser la fortaleza, una de las muestras más importantes de la arquitectura militar castellana del siglo XV y una de las ciudadelas medievales mejor conservadas de España. El alcázar, erigido sobre una ermita románico-mudéjar en honor de Santa María de la Nava, fue la residencia de una las familias más poderosas de Castilla desde la Edad Media: Los Mendoza. La ciudadela, ubicada sobre una colina a los pies del río, pertenece al duque del Infantado, que la cedió a la Comunidad de Madrid para su administración. El castillo es escenario durante todo el año de numerosas actividades culturales, como exposiciones, conciertos o actos promocionales.

Una vez que se baja de la colina se puede pasar por la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, fundada a principios del siglo XIV bajo la protección del primer Marqués de Santillana, desde la cual hay una gran panorámica de la Pedriza. La capilla sigue abierta al culto, y celebra misas de lunes a sábado.

Puente de pago

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Otro punto ineludible es el puente de la Cañada Real Segoviana. Un paso que se remonta a la fundación de la villa en el siglo XIII y que fue de obligado recorrido para desplazar el ganado por España. El impuesto que se cobraba por atravesarlo fue una fuente importante de ingresos para el pueblo.

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Conviene recorrer las calles y pasar por la plaza del Pueblo donde está ubicado el Ayuntamiento. Desde allí ir a la plaza de Adolfo. Allí los ancianos se sientan en hilera y charlan sobre una bancada de piedra. Varios cedros les cobijan del sol, que en verano aprieta fuerte, pese a que las temperaturas son siempre cinco o seis grados más bajas que en Madrid. La plaza es fiel reflejo del sosiego que se respira en el pueblo. Allí también hacen un alto vecinos que vienen con la bolsa de la compra. Charlan, se saludan: Todos se conocen.

A pocos metros está el restaurante La Charca Verde, un local familiar de más de 40 años, regentado por Pedro Carrero. Entre caña y caña la charla se anima entre unos vecinos, el restaurador y un concejal que hace las veces de juez y parte en los asuntos del pueblo. Todos defienden que Manzanares es merecedor de al menos una visita. Carrero sostiene que la necesidad de una gastronomía potente es lo que respalda el recuerdo de los turistas.

La Pedriza es la guinda del pastel. El nombre de este batolito granítico, situado en la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama, se debe a la irregular erosión de la roca, cuya formación es de interés geológico en el mundo. Escaladores, senderistas y amantes de la naturaleza encuentran allí durante todo el año un refugio perfecto para escapar del ruido y la contaminación de Madrid. Se calcula que hay en torno a 1.000 vías de escalada de todas las dificultades y diferentes alturas. Durante siglos, las pozas de La Pedriza han sido la piscina de los madrileños, hasta que el pasado junio la Comunidad prohibió el baño en las charcas del río Manzanares con multas de hasta 3.000 euros. El acceso al parque ha quedado restringido a determinadas horas y se ha reducido el acceso a los coches.

De ‘La hija del penal’ a ‘Conan el Bárbaro’

El Castillo de los Mendoza se convirtió a partir de los años treinta en escenario habitual de rodajes. Las películas medievales encontraron en el pueblo un lugar único a pocos kilómetros de Madrid, donde generalmente se alojaban las estrellas de Hollywood y los equipos de rodaje. La primera película rodada en el pueblo fue La hija de Penal, en 1935, protagonizada por Antonio Vico. Desde entonces decenas de producciones han jugado con los recursos naturales del municipio, convirtiendo el embalse en océano o lago a su antojo. Entre las superproducciones filmadas en la localidad figuran El Cid, protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren, y Conan el Bárbaro, con Arnold Schwarzenegger.

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