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La Audiencia eleva la pena de las asesinas del anciano de Poio

La sentencia impone 22 años a la enfermera Albertina Táboas y 20 a su cómplice, Rocío Gondar, que mataron al hombre para heredar

Tras el veredicto de culpabilidad del jurado popular, el tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra ha condenado a 22 años de prisión a la enfermera Albertina Táboas y a 20 años y medio a su cómplice y autora confesa Rocío Gondar por el asesinato a golpes del jubilado Secundino Prego que ambas ejecutaron delante de su casa en febrero de 2014.

La sentencia eleva la condena solicitada de 20 años para ambas por el Ministerio Fiscal y les obliga a indemnizar con 80.000 euros a cada uno de los dos hijos de la víctima, que ejercitaron la acusación particular en el juicio. Además, les impone medidas de alejamiento de hasta 27 años de la familia de Secundino, así como la prohibición de residir en el municipio de Poio o acudir a la localidad de Chancelas donde vivía el octogenario, que fue el escenario del crimen.

Otras de las medidas acordadas por el tribunal tienen que ver con el móvil económico del brutal asesinato confirmado en la sentencia, en la que se acredita que Albertina logró que el anciano, de 84 años, pusiese el testamento a su favor a cambio de que lo cuidara. Pero la verdadera intención de la acusada “era solamente heredar sus bienes y con tal finalidad planeó matar y dio muerte” a la víctima a los cinco días de haberla instituido heredera.

Por este motivo, el fallo también acuerda declarar nula y sin efecto la cláusula tercera del referido testamento por la que la enfermera Albertina Táboas, inductora del crimen y principal acusada, era reconocida como su heredera universal.

El tribunal reproduce como hechos probados la declaración en el juicio de Rocío Gondar, de 24 años, implicando en el asesinato a Albertina Táboas, de 55, pese a que esta negó todas las acusaciones: “el domingo 2 de febrero, a petición de Albertina, se quedó a dormir con ella en casa de Secundino, y la presionó para matarlo, infundiéndole mucho miedo porque le dijo que hiciera lo que hiciera estaba metida en el ajo, que su vida era una mierda, su familia desestructurada, que iba a resultar implicada igual porque sus huellas estaban por toda la casa.”

"Albertina se había puesto un pijama beige de ositos que luego apareció manchado de sangre. La previsión de ellas era que Secundino llegaría de la discoteca La Luna sobre las tres o cuatro de la mañana, como solía hacer, pero ese día vino más pronto, sobre las diez y media de la noche", relata el fallo. Según la Audiencia, y Rocío "empezó a tener más miedo" porque "si Albertina le había dicho 'vamos a hacer, esto, esto y esto', al llegar Secundino antes y estar dentro de casa" no sabía "lo que iba a pasar", señala el fallo.

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“La forma de Albertina de amenazarla no era 'si te vas te va a pasar esto', sino que era la forma de como uno percibe la amenaza", explica la sentencia sobre el papel de Rocío Gondar. El tribunal considera probado que "ambas dieron muerte a Secundino de forma conjunta" pero añade que la cómplice "no tuvo ningún beneficio económico": "Albertina le ofreció dinero, pero no como un trato (…), sino que le dijo 'vas a hacer esto', con amenazas, y además 'te voy a dar 5.000 euros".

La sentencia también recoge como hechos probados que ambas esperaron a la víctima a la entrada de la casa, y en medio de la oscuridad, lo ataron y le golpearon hasta en 18 ocasiones con una sartén, una piedra y el bastón que utilizaba el anciano para caminar. Pero además, “Albertina golpeaba a Secundino para ver si su pecho respiraba” con la muleta que utilizaba ese día a consecuencia de la esclerosis que padece.

La planificación de llamar luego a la policía simulando un robo fue de la enfermera. Para ello, obligó a su cómplice a romper el cristal de la ventana de la cocina simulando el robo de un robot de cocina. Los agentes localizaron a los pocos días las pruebas del crimen en casa de Albertina: el bastón, el asa de la sartén, la piedra, el llavero del anciano y el pijama de la enfermera, todas ellas conteniendo restos de sangre de la víctima.

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