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Bonita carne fresca

La pintora madrileña Coco Dávez desvela escondites, lugares de inspiración o tabernas de la capital

La pintora Coco Dávez en El Rincón, una de sus terrazas favoritas.
La pintora Coco Dávez en El Rincón, una de sus terrazas favoritas. Samuel Sánchez

1. El Rincón. Su terraza es una esquinita desde la que se ven muchas cosas. Por ejemplo, la estatua El Romano sobre una azotea a lo lejos, en Gran Vía. Mucha gente la llama la estatua de la primavera porque cada 21 de marzo, un rayo de sol pasa por el agujero del templete que sostiene la figura. Desde este rinconcito también se disfruta de unos atardeceres espectaculares tanto en días soleados como si hay nubes. Y atención a su pincho de tortilla. (Calle del Espíritu Santo, 26).

Retratos sin rostro

Coco Dávez (Madrid, 1989) adora a Warhol y Patti Smith y defiende el eclecticismo como fórmula estética. Arrasa en Instagram con su colección de caras famosas sin ojos, boca ni nariz. Acaba de reinventar una botella de vodka para #absoluticon

2. Palacio de Cristal. Es un espacio que rompe con el propio espacio. Ahora hay una exposición de trozos de carne colgadas. Es algo muy feo, pero el entorno lo vuelve bello y estético. Es un entorno que transforma lo que acoge en bonito. Sea lo que sea. (Paseo República de Cuba, 4).

4. La Carmencita. Su barra de ocho metros es un lugar para recrearse: parece de plata vieja, pulida y moldeada. Solo por eso ya merece la pena entrar. Y por la comida, claro. Y porque es un sitio de los de toda la vida. Uno de mis sitios de referencia. (Calle Libertad, 16).

3. Tasca Celso y Manolo. Los dueños de La Carmencita han puesto un local más desenfadado, más de tapas sobre la marcha. Me encanta ir ahí a picar algo. (Calle Libertad, 1).

5. Casa González. Un sitio mítico de vinos y quesos que está en el barrio de Las Letras. Es muy especial porque de entrada parece una charcutería. Vas y te asesoran sobre todos los productos, que puedes tomar ahí. ¿Lo mejor? La gente que te atiende es majísima. Son todos jóvenes, y hay uno que te habla de quesos con la experiencia de alguien con mucha más edad. Y hay otro que baila claqué, y me cuenta sus progresos. Aún no me ha bailado en directo, pero es una asignatura pendiente. (Calle León, 12).

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6. Las Vistillas. Cada junio, el ciclo de jazz me trae siempre buenos recuerdos, por eso vuelvo. El jazz me encanta. Hace años sacaba a mi perro siempre por ahí. Y de pronto lo escuchaba, gratis. Era un momento indescriptible. Idílico. Siempre vuelvo por eso. (Calle Morería, 12).

7. Patio interior del Instituto Italiano. Mi padre iba a clases y me llevaba a merendar. La cafetería es fea. Pero con el buen tiempo, cuando abren el patio, todo cambia. Ahí también sirven un buen café italiano. (Calle Mayor, 86).

8. Galería Bernalespacio. La descubrí por una exposición de la fotógrafa Vivian Maier, verla era para mí un sueño. Está muy escondida, pero entras y te encuentras con un espacio increíble. (Calle Libertad, 22).

9. Fundación Juan March. Siempre trae cosas muy especiales, que te descolocan. La última vez que estuve fue la exposición de Max Bill. Influye mucho en lo que estoy haciendo. No solo hace arte al uso, también cartelería, y a mano. Todo relacionado con la arquitectura y la relojería. ¡Y gratis! (Calle de Castelló, 77).

10. Mercado de San Miguel. Trabajé ahí, en un puesto de cócteles. Era 2011, volvía de Londres y llegué a una España en plena crisis. Mis amigos habían emigrado y me sentía sola en mi ciudad. Allí conocí a un montón de gente interesante, muchos extranjeros, incluso practiqué mi inglés. Para mí fue un punto de inflexión: después de aquello volví a pintar. (Plaza de San Miguel, s/n).

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