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Escalofríos del Madrid Arena

En las vistas del juicio de la tragedia se han escuchado testimonios desgarradores de lo ocurrido aquella noche en el pabellón municipal

F. Javier Barroso

Los dos primeros meses del juicio del caso Madrid Arena, por la muerte de cinco jóvenes el 1 de noviembre de 2012 en el pabellón municipal, han puesto al descubierto los graves problemas de seguridad y de la falta de previsión que se produjeron en la tragedia.

Jóvenes atrapados en la avalancha mortal, en una imagen remitida por una asistente, Estefanía Sa.
Jóvenes atrapados en la avalancha mortal, en una imagen remitida por una asistente, Estefanía Sa.

El arte de la elusión. El promotor de la fiesta de Halloween, Miguel Ángel Flores, intentó al inicio del juicio echar la culpa de las muertes a la entonces edil de Seguridad, Fátima Núñez, y al exconcejal de Economía y expresidente de Madridec (gestora del recinto), Pedro Calvo. Flores solicitó que fueran imputados, el resto de las partes se negó y las juezas de la Sección Séptima de la Audiencia lo rechazaron.

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Cuando Flores declaró, entró en una seria contradicción. Reconoció haber encargado 17.500 entradas, pese a que la fiesta tenía un aforo máximo de 9.600 asistentes. Eso, sin tener en cuenta las vendidas a través de dos páginas web, una de ellas de su propiedad. Explicó que, cuando se llegó al tope permitido, se retiró el resto. Esto no convenció al fiscal, que recoge en su escrito de conclusiones que se llegó a los 22.800 asistentes. En su defensa, Flores afirmó que los tiques recogidos en las urnas halladas en el pabellón satélite tres días después de la fiesta “habían sido manipuladas”.

La culpa de Madridec. La declaración del número dos de Diviertt (la empresa organizadora, propiedad de Flores), Santiago Rojo, también intentó eludir cualquier responsabilidad de esta compañía. Culpó directamente al coordinador de Proyectos de Madridec, Francisco del Amo, de dar la orden de abrir el portón de carga, por el que entraron más de 3.000 personas durante la actuación del DJ Steve Aoki. “Oí a Del Amo decir que iba a abrir el portón. Llamó por teléfono, pero no sé a quién”, declaró. Posteriormente, en otra sesión del juicio, el jefe de equipo de Seguriber (la empresa de los vigilantes de seguridad), José Antonio Díaz Romero, hizo la misma afirmación.

Del Amo lo negó: “Yo no he dado esa orden porque nadie en ningún momento de la noche me pide que se abra el portón. Yo no puedo decir a nadie que lo abra”. También rechazó que Rojo estuviera a su lado esa noche. Igual postura de balones fuera adoptó el director de Seguridad de Madridec, Rafael Pastor, que declaró que entre sus funciones no estaban ni la evacuación ni las emergencias ni la coordinación de la seguridad.

Un servicio médico exiguo. El médico responsable de la enfermería del Madrid Arena, Simón Viñals, también admitió haber previsto una asistencia mucho menor. Según su declaración, Diviertt le comunicó un aforo máximo de 6.000. Por eso solo planificó un servicio médico de ocho personas. Como una no pudo ir, finalmente, fueron siete.

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En su opinión, tenía “material suficiente para hacer una reanimación cardiopulmonar avanzada, de hasta tres personas al mismo tiempo”. El exconcejal del PP y fundador del Samur negó que diera por muertas a tres chicas, pese a que así lo han declarado varios testigos. “Si las hubiera dado por fallecidas, no habría practicado maniobras de reanimación”, afirmó. Su hijo, el también médico Carlos Viñals, está acusado de tres delitos de homicidio imprudente.

La barca de Aoki. La concentración en la pista central del Madrid Arena era tal que Aoki pudo salir con una barca hinchable por encima del público durante su actuación. Eso duró unos cinco minutos y, según las defensas, demuestra que había una enorme cantidad de personas (unas ocho por metro cuadrado).

Auténticas avalanchas. Tras un parón de dos semanas, el juicio se reanudó el 9 de febrero con los testigos heridos en el pabellón municipal. En estas sesiones se oyeron los testimonios más desgarradores. Una de las asistentes, Carmen R., afirmó que desde el principio “había una masificación y una barbaridad de gente increíble” en la pista central del pabellón. “No me pidieron el DNI ni me pasaron la entrada por el lector. Se quedaron con la entrada y no vi nada más”, añadió la joven.

La sala de la Audiencia Provincial de Madrid, donde se celebra el juicio del Madrid Arena.
La sala de la Audiencia Provincial de Madrid, donde se celebra el juicio del Madrid Arena.

Fue a la fiesta junto con otras amigas, entre ellas tres fallecidas (Cristina Arce, Rocío Oña y Katia Esteban): “Cuando estábamos abajo, yo estaba con ellas en ese momento porque nos caímos a la vez. No me podían sacar, me di la vuelta y tenía la pierna en el suelo y una masa de gente encima. Intentaron cogerme de los brazos, de las piernas, mientras sacaban a los demás, pero no podían”.

Esos momentos fueron dramáticos porque escuchó las últimas palabras de sus amigas, en las que pedían ayuda y se despedían. No reveló su contenido en la vista. Prefirió guardárselas.

Atrapada con una víctima. Otro testimonio desgarrador lo expuso Belén S., que tenía 16 años el día de la fiesta. Nadie le pidió el DNI ni le cortó la entrada. La había comprado la misma semana de la fiesta a un relaciones públicas por 30 euros. Fue junto a una de las fallecidas (Belén Langdon).

Se vieron implicadas en la avalancha cuando iniciaba la actuación Steve Aoki. Intentaron salir de la pista por uno de los vomitorios, pero se lo impidieron. Se dirigieron entonces a otro, en el que se produjo la mortal aglomeración: “Ahí fue cuando todo el mundo quería entrar y nosotras salir. Los puertas [porteros] empezaron a empujar y es cuando Belén y yo fuimos las primeras en caer. (...) De repente, nos empezó a caer gente encima. Muchísima. Fue tan rápido que no nos dio tiempo a reaccionar. No veía nada. No sentía las piernas por toda la gente que tenía sobre mí”, describió. Lo peor llegó cuando ella misma creyó que iba a fallecer: “Belén me gritaba me muero, no puedo respirar. Y yo me dije: me muero ahora mismo, nadie me ayuda, era horroroso. Me puse a rezar y me quedé inconsciente”.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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