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Tribuna
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Elogio de “la ocurrencia”

El autor defiende el derecho del Gobierno de Carmena, del que es coordinador, a intentar resolver los problemas de Madrid de manera distinta a los 25 años de PP

Es bien sabido que una de las más rancias maneras de hacer oposición es intentar ridiculizar las propuestas de cambio que hace el rival político, tanto desde el escaño como desde las tribunas periodísticas afines.

Todo proceso de innovación, de propuesta de nuevas maneras de hacer, frente a una situación que no funciona y que requiere nuevas maneras de tratarlo, suele pasar por una triple fase: ninguneo al principio (“vaya tontería, no va a funcionar”), oposición por chocar con intereses creados (va a ser peor… Esto va a salir más caro…) y, finalmente, apropiación si funciona (Ya lo decía yo…).

La llegada al gobierno del Ayuntamiento de Madrid del equipo liderado por Manuela Carmena ha sumido en la perplejidad a unos y en el entusiasmo a otros. Para los primeros la sentencia de fracaso se ha dictado antes de empezar y con la técnica del ataque preventivo ya que lo peor que les puede pasar a los partidos desprestigiados es que el Ayuntamiento de Madrid demuestre, más allá de sus confines políticos, que hay alternativa al eterno bipartidismo ya tan gastado. Con los segundos, el deseo sincero de participación complica la formulación y gestión de las políticas. Con todos ellos las expectativas son muy altas, lo cual supone una gran responsabilidad.

En este contexto se ha desatado una evidente y visible estrategia de intentar desprestigiar a Manuela, el objetivo a batir, tachando muchas de sus iniciativas, algunas más maduradas, otras reflexionadas en voz alta sin depurar, como “ocurrencias”.

Según el diccionario de la RAE, ocurrencia es “Encuentro, suceso casual, ocasión o coyuntura” o “Idea inesperada, pensamiento, dicho agudo u original que ocurre a la imaginación”, si bien es cierto que popularmente se asocia ocurrencia con una idea poco reflexionada, improvisada y sujeta a provocar efectos no calculados ni suficiente previstos.

De los pocos consensos que podemos reconocer en la política en general y desde luego en la municipal, es que hacen falta nuevas ideas para resolver problemas que se eternizan. Como decía Albert Einstein: “Si una idea nueva no te choca, no tiene ninguna posibilidad” o "Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados".

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Los directivos de empresas en dificultades o las que tienen como producto la creatividad urgen a su equipo: ¡Dadme ideas! Los métodos ya tradicionales de “tormentas de ideas”, los afianzados de “desing thinking” o los emergentes de E+D (Exaptación y Diversidad) buscan provocar ideas, generar propuestas, innovar. Y es eso, entre muchas otras cosas, lo que estamos intentando desde el Ayuntamiento de Madrid.

En su peculiar campaña y en el discurso de investidura Manuela recordó dos ideas que habían estado todo el tiempo en el contexto de su decisión de aceptar la candidatura: “Alcaldes y alcaldesas somos todos” y “lo que haremos será gobernar escuchando”. Sin delegar el necesario protagonismo en la propuesta y la decisión, Manuela quiere y lo hace explícito cada día, compartir con los madrileños esas nuevas maneras de hacer. No fue elegida para hacer lo mismo que durante 25 años ensayó o impuso el Partido Popular en la ciudad de Madrid, ni para hacerlo de la misma manera.

Frente a los problemas de la limpieza, la desigualdad, la pérdida de identidad, los desahucios, las presiones inmobiliarias, la contaminación, los atascos… no podemos seguir haciendo más de lo mismo, enterrando mas millones de euros en la misma solución equivocada.

Venimos de la renuncia desde “lo público” a inventar, a innovar, a crear. Durante muchos años la solución, la única política, era privatizar, ya que sólo las empresas privadas sabrían arreglarlo. Pero no. A las empresas no se les puede dejar el problema sin más. Cuando se opta por encargarles una gestión de un servicio, en políticas urbanas complejas como las que tenemos en Madrid, necesitan el acompañamiento público.

Para muchos madrileños no se han gestionado bien sus asuntos, ya escatimando en subastas a la baja servicios infradotados, ya pervirtiendo la contratación en plusvalías disparatadas.

En su interesante blog “El salto del Ángel”, Gabilondo nos describía los contornos de las ocurrencias y de la creatividad en política y exclamaba “ojalá se nos ocurra algo”

Entre las muchas ideas interesantes nos decía, allá por febrero de 2014: “Las ocurrencias, a su manera, generan atisbos de otros espacios. Y no es cuestión ni de claudicar ante ellas, ni de cercenarlas. Hay quienes estiman que han de vigilarse desde edades tempranas. No porque no sean ideas, sino porque es preciso hacerlo a tiempo, no vaya a ser que lo sean. Los grandes hombres, las grandes mujeres, siempre han sido, a su modo, muy ocurrentes. Aunque no solo”

Las ideas, las iniciativas son la base de la acción y todo el mundo sabe que en política es fundamental conseguir que un tema “se ponga en la agenda”, se priorice.

Según la Ley de Bases de Régimen Local el alcalde dirige el gobierno y la administración municipal. Y dirigir es marcar prioridades, lanzar iniciativas, poner la “maquinaria administrativa” a convertir esas iniciativas en acciones de gobierno, en “carne de presupuesto”, en actos administrativos, que a veces acaban fructificando de manera no prevista en el impulso inicial. Y eso es lo que estamos haciendo.

La caricaturizada iniciativa de recuperar el sentido de un compromiso de los universitarios en la limpieza de su universidad está derivando en un grupo de trabajo con una importante universidad madrileña para crear (con el apoyo del Ayuntamiento y de importantes empresas encargadas de residuos) una empresa gestionada por los propios estudiantes de empresariales, de medio ambiente, de químicas, que puedan hacer sus prácticas, reciban créditos y a la que la universidad encargue las tareas de limpieza.

La propuesta de sensibilizar a los niños en la limpieza está basada en políticas ya contrastadas en ciudad de Méjico (tal como nos proponía el propio consejero delegado de FCC), o en la política educativa desde hace decenios en Japón como nos ha compartido la embajada de ese país en Madrid y hasta en los propios premios que el ministerio de medioambiente del PP daba recientemente en una playa levantina.

La sorna autosuficiente que despertaba la idea embrionaria de pensar un urbanismo de género no se manifestaba tan virulenta cuando en julio de 2012 un aparcamiento de Zaragoza diseñaba varias plazas para mujeres intentando ayudar a evitar violaciones, al situarlas cerca de la salida y de los vigilantes.

La idea embrionaria lanzada, de madres de colegios en tareas de limpieza, inspirada en las cooperativas y la economía social, está derivando en las nuevas cláusulas sociales en la contratación del ayuntamiento, anticipándonos a la insufrible lentitud del Gobierno en trasponer la directiva de compra pública europea.

Frente a tanto ataque, aquí hay un modelo sólido, una idea de ciudad y un potente deseo de cambiar las cosas, de remover trabas e intereses egoístas sin romper nada que merezca ser conservado. De innovar y de atreverse a poner en marcha protocolos que llevaban años redactados para no ser aplicados.

Como decía Ángel Gabilondo, ojalá se nos sigan ocurriendo cosas.

Luis Cueto es coordinador general de la Alcaldía de Madrid.

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