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Revolución caqui

Los agricultores valencianos arrancan campos de naranjos para producir la nueva fruta otoñal más rentable

Dos hombres recolectan caquis en L'Alcúdia (Valencia)
Dos hombres recolectan caquis en L'Alcúdia (Valencia)MÒNICA TORRES

En Valencia los campos de naranjos y mandarinos se alternan hoy con el rojo brillante de los caquis. En poco más de una década el corazón de la provincia de Valencia, la comarca de La Ribera Alta, se ha transformado. El paisaje de cítricos bañado por el río Júcar ha dejado paso a grandes extensiones del nuevo frutal de hoja caduca que ha revolucionado la industria agroalimentaria valenciana y desatado una auténtica fiebre entre los agricultores que buscan una rentabilidad superior a la de la naranja. Es la revolución caqui.

Hasta el año 2000 el caqui era un árbol que aparecía en Valencia de forma aislada o en minúsculas parcelas. El fruto era extremadamente blando (tan solo se podía comer con cucharita) y se echaba a perder en poco tiempo, de modo que solo se dedicaba al autoconsumo o al comercio de proximidad. En la actualidad hay cerca de 15.000 hectáreas plantadas, según fuentes de la Consejería de Agricultura, más de la mitad en la comarca de La Ribera Alta. Una extensión que se le ha ganado, casi en exclusiva, a la naranja y a la mandarina, que siguen siendo los cultivos dominantes (98.000 hectáreas en la provincia en 2014, aunque en retroceso).

¿Qué ha provocado este cambio? El origen de esta revolución agraria está en el descubrimiento del potencial comercial del caqui rojo brillante y en el tratamiento para eliminar la astringencia del fruto antes de que complete su proceso de maduración. El resultado es una fruta otoñal dulce, de textura y dureza similar a la manzana, que se puede pelar con cuchillo y que no tiene semillas.

“Es la única novedad en frutas que ha salido al mercado en los últimos diez años desde la introducción del kiwi,”, asegura orgulloso Cirilo Arnandis, que está considerado como el padre de esta revolución caqui. Arandis, presidente de la Federació de Cooperatives Agroalimentàries de la Comunitat Valenciana y de la cooperativa Canso de L’Alcúdia (Valencia), impulsó en 1997 la creación de la denominación de origen (DO) Kaki Ribera del Xúquer bajo la marca Persimón. Una D.O. a la que hoy hay asociados más de 7.000 agricultores y cuyo funcionamiento se intenta imitar en otras regiones de Europa.

En esta campaña se recolectarán 220.000 toneladas de fruta y se generarán entre 15.000 y 20.000 empleos directos, según fuentes del sector. Con un crecimiento medio del 20% en la última década, la Comunidad Valenciana concentra casi el 90% del cultivo del caqui en España, según fuentes del Ministerio de Agricultura. La previsión es doblar la producción en cinco años.

Paco Sanz, miembro de la plataforma ecologista Xúquer Viu y concejal del municipio de L’Alcúdia, explica: “El paisaje ha pasado del verde perenne de los naranjos al marrón con manchas naranja de los caquis y hoy es difícil encontrar en el municipio algún campo sin cultivar, cuando este fenómeno era habitual hace unos años”. L’Alcúdia, centro neurálgico del caqui, se ha convertido después de Almussafes (el municipio que acoge la planta de automóviles de Ford) en la segunda localidad con mayor renta per cápita de la comarca, asegura Sanz, que recalca que la cooperativa llega a emplear a 2.000 personas entre los meses de octubre y enero.

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Un campo de caquis a punto de perder las hojas.
Un campo de caquis a punto de perder las hojas.MÒNICA TORRES

El fenómeno ha hecho que en el sector se hable, incluso, de “la burbuja del caqui”. Durante la campaña 2013/14, la última de la que hay datos oficiales disponibles, se vendieron en la Comunidad Valenciana cerca de 1,2 millones de plantones certificados de caqui, casi el doble que de almendros y de cítricos. De hecho, hay viveros que han decidido no aceptar más pedidos por no poder atender las demandas. “Hay municipios en los que ya no es posible encontrar una naranja”, explica José Alberola, propietario de uno de los viveros que suministran plantones de caqui. “Viveros que vendían entre 10.000 y 12.000 plantones hace unos años ahora venden más de 100.000”, prosigue el viverista”, “no solo en la Comunidad Valenciana, sino para Andalucía y el extranjero”. “Y la demanda se mantiene”, asegura Alberola.

La razón hay que buscarla en el precio de la fruta y en sus perspectivas de crecimiento. El caqui persimón se ha pagado en los últimos años al agricultor a precios que oscilaban entre los 40 y los 50 céntimos de euro por kilo frente a los 15 céntimos que se lograban por el kilo de naranja navelina, los 27 de la valencia late o los 31 céntimos por kilo de la clementina temprana.

Rafael Perucho, secretario de la D.O. Kaki Ribera del Xúquer, explica que el caqui, todavía desconocido para muchos consumidores, tiene un largo recorrido. “En la Unión Europea se venden 3,5 kilos de cítricos por persona, 7 kilos de manzana y solo 0,8 de caqui”, prosigue, “y hablamos de una fruta nueva y con unas características que le otorgan un gran potencial”.

El resultado ha sido que el caqui se ha convertido en una especie de El Dorado al que acuden cada año propietarios de explotaciones citrícolas en busca de rentas más altas. Tanto que algunos, como el exconsejero de Agricultura y expresidente de las Cortes Valencianas Juan Cotino no han dudado en abandona su carrera política, salpicada por los escándalos de corrupción del PP, para dedicarse al cultivo de moda y hacer más rentables sus explotaciones citrícolas.

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