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Alonso Quijano salta a la calle

El Barrio de las Letras se convierte en el escenario teatral de la obra colectiva ‘A siete pasos del Quijote’

Rocío García
David Huertas dirige el paseo callejero por los lugares emblemáticos del Barrio de las Letras.
David Huertas dirige el paseo callejero por los lugares emblemáticos del Barrio de las Letras.Álvaro García

De la plaza de Santa Ana a la de Matute. De allí a la calle Lope de Vega, a la de Quevedo, a la de Cervantes. Y finalizando en la plaza de las Cortes. Frente a una mantequería, fundada en 1877 y, estos días, con escaparates ya rebosantes de polvorones y otros dulces navideños, un hombre anciano busca como enloquecido a Luciana, su propia Dulcinea, en medio de un enjambre de gente, a modo de molinos gigantes, que le mira curiosa mientras su hija le intenta inventar una situación idílica. Poco antes, sentado sobre el alféizar de la fachada del teatro Español, Miguel de Cervantes, de nombre Miguelillo, ha dado el prólogo de bienvenida a este espectáculo teatral gratuito, que durante estos días (desde ayer hasta el domingo) recorrerá las plazas y calles del Barrio de las Letras, con motivo del 400º aniversario de la segunda publicación del Quijote.

Miguelillo es el maestro de ceremonias que acompaña el recorrido de A siete pasos del Quijote, toda una aventura teatral en la que, a través de siete escenas, un prólogo y un final, y música en directo, siete autores van sumergiendo a los espectadores callejeros en el mundo del Quijote con la mirada puesta en los problemas de hoy. Dirigida por Jaroslaw Bielski y bajo la coordinación de Alberto Conejero, autor también del prólogo y el final, la obra cuenta con siete jóvenes dramaturgos más —María Velasco, Pedro Cantalejo, Carolina África, Lola Blasco, Juan Mairena, Sergio Martínez Vila e Íñigo Guardamino—, nueve actores y 20 figurantes procedentes de escuelas de interpretación. “No es un pasacalles, ni una performance, tampoco un mitin ni una provocación. Es eso y todo lo contrario. Es salir a la calle y hablar de nosotros de manera sencilla para llegar a los corazones de los espectadores siguiendo los pasos del Quijote. Hoy más que nunca hay que saltar a la calle para manifestar nuestra libertad y encontrarnos con la realidad. Es nuestra baza contra el fanatismo”, explica Bielski.

Para Alberto Conejero, esta aventura quijotesca es todo un conjuro para salir a la calle y que la “voz singular y hermosa de Cervantes nos hermane en un espíritu común”. Los textos han sido escritos inspirándose en el Quijote. “Cada uno de los autores ofrece su voz personal. No ha habido ninguna premisa previa, solo una coordinación para adecuar los textos a los espacios concretos y que no hubiera repeticiones. Ha sido Cervantes quien nos ha guiado con su mirada y eso siempre es fácil”, asegura Conejero, abrigado como todos durante el ensayo, que reconoce las dificultades de un teatro al aire libre y sin un techo que te cobije. “No tenemos ningún temor. El teatro está vivo y está en la calle. Es un desbordamiento gozoso. Hay mucho margen para la improvisación y la sorpresa. Lo que está claro es que el teatro no volverá indemne de este paseo por la ciudad”.

La vestimenta de los actores, totalmente actual, con pantalones vaqueros rotos, cazadoras, tacones y gorras, contrasta con la de la figuración que les acompaña, y que es todo un repaso a los personajes del Quijote, gitanas, mendigos y burgueses, y que cuenta con el apoyo de los vecinos.

Al final, bajo la estatua de Cervantes, frente al Congreso de los Diputados, Miguelillo ofrece de nuevo la mejor de sus sonrisas tras el mágico y original paseo callejero que ha vivido de la mano de su caballero Don Quijote.

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