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El movimiento okupa siembra el caos en Gràcia

Una decena de entidades bancarias, con los vidrios rotos en una protesta por el desalojo de un 'casal' popular

Alfonso L. Congostrina
Dos bomberos apagando un contenedor en Gràcia
Dos bomberos apagando un contenedor en GràciaAlbert Garcia

Medio millar de manifestantes cercanos al movimiento okupa sembraron ayer por la noche el caos en el barrio barcelonés de Gràcia después de acabar con los vidrios y cajeros automáticos de una decena de entidades bancarias y de quemar varios contenedores. Los manifestantes protestaban por el desalojo del Casal Popular Tres Lliris, un centro cultural alternativo situado en el número 277 de la Travessera de Gràcia. Un Casal al que accedieron ayer por la mañana los Mossos d’Esquadra sin ningún tipo de resistencia, ya que no había nadie en su interior.

La manifestación comenzó poco después de las 20.00 en la plaza Joanic. Tras una pancarta que rezaba: “Casal Popular Tres Lliris. Ante el desalojo las jóvenes plantamos caras”. Los manifestantes enfilaron la calle Escorial y en cuestión de minutos comenzaron las acciones violentas. La primera víctima fue una oficina del BBVA. Media docena de encapuchados ayudados de mazas y pintura dejaron en segundos el escaparate totalmente agujereado.

La manifestación  -en la que se encontraba Maria Rovira, concejal de la Cup en Barcelona- giró por la calle Providència. Nuevas oficinas bancarias sufrieron el mismo final que la primera oficina del BBVA. Tras callejear por Gràcia los manifestantes se plantaron ante la sede del distrito en la plaça de la Vila. En el camino, todo eran aplausos a los activistas que rompían vidrios, un megáfono con una sirena ensordecedora y proclamas como: “El Ayuntamiento, especula y desaloja”, “las inmobiliarias destrozan el barrio”, “el casal se queda en Gràcia” y una advertencia: “Ya se ha acabado la paz social”.

La sede del distrito recibió varias bolas cargadas de pintura naranja y, esa acción, marcó el inicio de los peores altercados. Un contenedor comenzó a arder a escasos metros de la sede municipal. Dos agentes de la Guardia Urbana pudieron sofocar las llamas con un extintor. Este fue el primer contendor de muchos.

Los manifestantes llegaron hasta Gran de Gràcia sembrando de cicatrices bancos, contenedores y mobiliario urbano. El helicóptero de los Mossos d’Esquadra ya hacía minutos que sobrevolaba la zona. De golpe, los manifestantes se toparon con decenas de furgonetas de la policía catalana que les advirtieron hasta en diez ocasiones que si seguían sembrando el caos iban a intervenir.

Los manifestantes disminuyeron la intensidad de los destrozos y poco después decidieron finalizar la protesta. Los Mossos se hicieron con tres martillos en Gran de Gràcia. Los encapuchados se deshicieron de ellos ante el miedo de ser detenidos con ellos encima. Un objeto que les incriminaba directamente.

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Los Bomberos de Barcelona tuvieron que apagar varios contenedores y la policía catalana abrió una investigación para intentar detener a los causantes de los daños.

La paz regresó al barrio de Gràcia poco antes de las 23.00. El movimiento okupa ha amenazado con seguir actuando.

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