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TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Farö, tan lejos de Buenos Aires

Juerga continuada en la adaptación de "Escenas de la vida conyugal"

Érica Rivas y Ricardo Darín, en un momento de la obra.
Érica Rivas y Ricardo Darín, en un momento de la obra.

La emisión de la miniserie creada por Ingmar Bergman dejó noqueada a la sociedad sueca de 1973. Un crack emocional colectivo que dio estadísticas para la historia: el número de divorcios se dobló en un solo año y se dispararon las visitas a los consultores matrimoniales. Luego vino la película y la versión teatral, la única que él consideró oportuna de su larga producción cinematográfica. Fue en 1981, en Múnich. Un tríptico escandinavo que se tituló The Bergman Project para despedirse de Alemania y de su exilio económico. En tres salas se sucedieron sus direcciones de escena de Casa de muñecas de Ibsen, La señorita Julia de Strindberg y la adaptación de Escenas de la vida conyugal. Cuatro apuntes históricos para situar esta cruda crónica de la erosión de un matrimonio en el lugar que le corresponde y comprender la hondura de su análisis de las relaciones humanas.

Después vendría Woody Allen para ofrecer su propia versión de los hechos, con el tono que mejor se adapta a su personalidad. Variaciones sobre el original —humor incluido— sin perderle el respeto al maestro sueco. Entonces llegaron Fernando Masllorens y Federico González del Pino y en comandita con Norma Leandro (en funciones de directora) pensaron que Woody se había quedado corto en el potencial cómico del texto y decidieron aligerar todo lo posible el conflicto para que el público pasara un buen rato echándose unas liberadoras risas con disfunciones sexuales, infidelidades, frustraciones, embarazos no deseados, mentiras, rencores, desencuentros y reencuentros. Una juerga continúa. Sólo necesitas un hombre, una mujer, una cama matrimonial y un quiebro a tiempo para parar el avance sexual. Risa asegurada.

Al público se la refanfinfla si hay delito de traición o no a Bergman. Han acudido para aplaudir hasta con las orejas a Ricardo Darín. Con la Concha de Plata recién ganada en San Sebastián y el almacén del prestigio repleto de merecidos éxitos, hay que reconocerle la profesionalidad con la que responde a la entrega de sus seguidores. Interpretación comedida, sin dejarse llevar por innecesarios trucos para gustar, quizá algo cansado y ausente —al menos la noche del estreno—, pero dentro de los parámetros de la dignidad actoral. Una interpretación de oficio, levemente distante con la fractura interior que vive su personaje y con su partenaire, Érica Rivas. ¿Y ella? Ella se entrega sin freno a la comedia. Vestida como si se hubiera equivocado de teatro y estuviera trabajando en Nunca estuviste tan adorable de Daulte, parece abducida por el traje estético y se dedica a un repertorio de mohines de actriz de la vieja escuela y de la vieja comedia.

ESCENAS DE LA VIDA CONYUGAL

De Ingmar Bergman.

Dirección: Norma Leandro.

Intérpretes: Érica Rivas y Ricardo Darín. Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino.

Teatre Tívoli de Barcelona, 1 de octubre.

 

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