_
_
_
_
_

El discreto voto de Jordi Pujol

El expresidente de la Generalitat y su mujer, Marta Ferrusola, pasan casi desapercibidos al acudir a su colegio electoral

Jessica Mouzo
Jordi Pujol y Marta Ferrusola votan en su colegio electoral.
Jordi Pujol y Marta Ferrusola votan en su colegio electoral.jessica mouzo

Apenas pasaban 20 minutos de las nueve de la mañana cuando el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, acudían a votar al colegio electoral del distrito de Sarrià-Sant Gervasi, en la zona alta de Barcelona. No había cámaras ni micrófonos esperándolos. Tampoco un séquito de guardaespaldas tras de ellos. Pujol y Ferrusola entraron, discretos, por la puerta del centro cívico de Can Castelló que da a la calle Freixa, votaron y se fueron. Sin más.

Más información
Toda la información sobre los comicios
La jornada electoral en imágenes
Catalanes, a votar
Los candidatos en primera persona
Cataluña dependerá de España para estar en la UE

Tras introducir la papeleta en la urna, el expresidente se hizo paso entre los vecinos del barrio que aguardaban en ese momento para votar dentro de la sala electoral y salió por la puerta principal de la vieja masía rehabilitada, sobre la calle Castelló. "Lo siento, no voy a hacer declaraciones", dijo Pujol a este diario cuando se iba. De la veintena de personas que había en ese momento dentro del recinto, apenas un par de ellas se percataron de su presencia. "¿Es el president?", le preguntaba un joven a su acompañante. "Mira, son el Pujol y la Marta", apuntaba otra mujer.

El expresident y su mujer, que lo seguía tres pasos por detrás, se pararon en los jardines que rodean Can Castelló a charlar con una apoderada del Partido Popular. La pareja saludó a la mujer y parlamentaron alegres durante unos minutos antes de marcharse. "Hace muchos años que nos conocemos", comentó la apoderada del PP. Pujol también se paró a hablar con uno de los delegados de Junts pel Sí, a quien saludó con un apretón de manos y compartió unas palabras.

Apenas 10 minutos después de llegar, el que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años, se marchaba cabizbajo por el camino terroso que serpentea los jardines de la masía. Ni rastro de la comitiva y la pompa que otrora seguía a la pareja donde quiera que fuese. 

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_