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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cataluña será europea o no será

Así lo quieren los catalanes, porque Europa es el aire —económico, cultural, moral— que respiran

Xavier Vidal-Folch

Cataluña será europea o no será. Porque así lo quieren los catalanes. Porque Europa es el aire —económico, cultural, moral— que respiran. Porque históricamente, como Marca Hispánica del conjunto carolingio, es incluso antes europea que española. Hoy se juega a la ruleta rusa esa identidad: la primigenia y esencial. Sería una catástrofe que no debe darnos miedo. Solo pavor.

Pero estamos advertidos. Tres presidentes de la Comisión —la institución que guarda e interpreta el Tratado—, Romano Prodi, José Manuel Durão y Jean-Claude Juncker, lo han voceado ¡desde 2004!: “por el hecho de su independencia pasaría a ser un tercer Estado respecto de la UE y los Tratados dejarían de aplicarse en su territorio”. Y lo han abonado así, ahora, Angela Merkel, David Cameron, Manuel Valls, con el aplauso a distancia de Barack Obama.

Si creemos que son unos piernas, allá nosotros. Son los carolingios de hoy, los que deberían admitirnos. Pongamos que sí, que presionan, trampean y atemorizan, el mundo en contra. Bien, pues acudamos a los técnicos.

Los secesionistas saben, y lo han declarado, que con la independencia nos quedaríamos “fuera” y habría que pedir “el reingreso”

El más influyente jurista en los asuntos de la Unión, Jean-Claude Piris, lo dejó claro (EL PAIS, 29 de agosto), y le han seguido otros, como Araceli Mangas y Antonio Sáinz de Vicuña (El Mundo y La Vanguardia del viernes): los Estados miembros no podrían reconocer a una entidad que se segregase unilateral e inconstitucionalmente (art. 4.2); el Tratado no menciona más que a los 28, y los individualiza (preámbulo y art. 52), sin incluir a nadie más; sin estar en la UE no cabe estar en la zona del euro (limitada a los socios de aquella). Autoexcluidos, que no expulsados, deberíamos pedir el ingreso (no el reingreso, porque somos ciudadanos europeos en tanto que españoles), y eso exigiría la unanimidad de los 28. Políticamente imposible.

Al calor del 27-S los secesionistas han afirmado que una Cataluña independizada de España se mantendría en la UE.

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Saben que es falso. El propio jefe de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez, afirmó (14/9) que quedaría “transitoriamente” fuera. Mejor, Artur Mas declaró hace meses: “En un momento inicial, entre el referéndum y la proclamación de la independencia, podríamos quedarnos fuera de Europa (...) de todos modos solicitaremos un reingreso” (La Repubblica, 27/12/2014). O sea, es más que un riesgo, una certeza, pues deberíamos reingresar, hacer cola: ¿por qué se ponen como una hidra contra el “discurso del miedo” de Cameron, Merkel y Juncker, si su gran timonel dijo lo mismo? ¿Merece la pena correr ese albur, y peregrinar años kosovizados, en el mejor de los casos? Que cada uno lo calibre hoy.

Una tinta de calamar muy gastada estos días es que la política vencería a la legalidad europea para mantenernos dentro, pues somos trascendentales y, ay, paganos. Cierto que la política puede interpretar el Tratado: pero no retorcerlo cuando es taxativo, más aún en temas constitucionales (art. 4, sobre el deber de “garantizar” la “integridad territorial” de los socios; y 58: la lista, acotada, de Altas Partes Contratantes). Recuerden que para crear el MEDE o fondo de rescate permanente para Grecia y compañía hubo que reformarlo (art 139.3), algo insólito y que se produjo por un imperativo esencial, no de salvar a un país, sino al euro.

Otros sueñan en aplicar la ampliación interna alemana, cuando la RFA absorbió a la RDA “sin ningún tipo de formalidad jurídica”. Falso: lo contemplaba ex-ante la Constitución federal y hubo que aprobarlo, también con todas las formalidades de la unanimidad.

Cuidado con retorcer Europa, y más si uno la conoce. Raül Romeva afirmaba en un reciente desayuno público que se pasó al secesionismo entre otras razones porque el Estado español (PP y PSOE, concretaba) se había opuesto al corredor mediterráneo y excluía a Cataluña de las negociaciones en la UE. Fue el Gobierno Zapatero quien influyó en 2010 para incluir ese corredor (vetado en 2003 por Aznar) como prioridad en el catálogo de infraestructuras comunitarias preferentes. Y los consellers catalanes y otros autonómicos participan en las negociaciones del Consejo, cuando versan sobre sus competencias.

Peor es el ataque de la ANC al BCE acusándole (19/9) de quebrar su mandato al decir que “tiene preparado un acuerdo monetario que se puede firmar en cualquier momento, que garantiza la continuidad de Cataluña en la eurozona”. Falso de toda falsedad. No es el BCE sino la Comisión la institución competente para redactar y firmar acuerdos monetarios con países... ajenos a la eurozona. Eso. Ajenos. Que quiere decir ajenos.

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