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Goya y bocatas de calamares

Este artista, Premio Nacional de Diseño, enseña los rincones que inspiran su trabajo

El diseñador Alberto Corazon frente a la peluqueria Vallejo, en Lavapiés.
El diseñador Alberto Corazon frente a la peluqueria Vallejo, en Lavapiés. JAIME VILLANUEVA

1. Peluquería Vallejo. Nunca me he cortado el pelo allí, pero merece la pena acercarse para admirar su fachada de azulejos originales del 1900, pintados a mano por artesanos de Talavera. Dentro conserva los sillones de la época. Antes estaba en el 18, ahora se ha desplazado unos pocos números, (calle de Santa Isabel, 22).

2. Mercado de Antón Martín. Ha sabido conservar su casticismo de barrio. En los puestos tradicionales hay un magnífico repertorio de tipografías y rótulos supervivientes de la iconografía comercial madrileña de la primera mitad del siglo XX, y el más genuino de los soportes: el trozo de cartón sobre el que, con pulcra caligrafía de plumilla, se escribe el producto y el precio (calle de Santa Isabel, 5).

El madrileño esteta

El diseñador, pintor y escultor Alberto Corazón (Madrid, 1942) es artífice desde hace décadas de portadas de libros, cartelería y todo lo que tenga presencia en la cultura de este país. La Fundación Telefónica muestra una retrospectiva de su obra.

3. El museo Estudio Sorolla. Un espacio mágico de recogimiento en el agitado barrio de Chamberí. Un precioso jardín mediterráneo, la casa estudio de Sorolla, pinturas poco conocidas, dibujos, bocetos… Una inmersión estética de primera (paseo del General Martínez Campos, 37).

4. La Casa de la Panadería. En la Plaza Mayor, merece la pena admirar las magníficas pinturas y murales de Carlos Franco en su fachada. Y no dejes de probar los imbatibles bocatas de calamares en cualquiera de las terrazas cercanas (Plaza Mayor, 27).

5. Ermita de San Antonio de la Florida. Para admirar los frescos de Goya, en lo mejor de su genio creativo, después de una ejemplar restauración por la Real Academia de Bellas Artes, de la que soy académico (glorieta de San Antonio de la Florida).

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6. Casa Mingo. A la salida de la ermita, sidrería legendaria abierta en 1888, sus pollos asados son únicos, los callos excelentes y ponen un soberbio cocido los fines de semana. Ambiente simpático y precios asequibles (paseo de la Florida, 34).

7. La Fábrica. Es librería, galería de arte, floristería, y sirven unos vinos excelentes y una cocina sencilla e inteligente. Una iniciativa serena y cosmopolita del inagotable promotor cultural Alberto Anaut. (calle Alameda, 9).

8. El Parque de El Retiro en otoño. Llega su mejor época, con los matices de su gama de colores, sus olores vegetales y su luz única. Es mi sitio perfecto para leer, dibujar o escribir, voy desde mi infancia. Aquí me reconciliaba con Madrid, pero ahora no me hace falta, porque desde Tierno Galván no habíamos vuelto a tener una alcaldesa ilustrada como la de ahora.

9.El edificio de La Casa Encendida. Un ejercicio de arquitectura ecléctica madrileña, la que levantaban extraordinarios albañiles y maestros de obras, con modestos ladrillos trabajados 'a sardinel' como ornamento, rematada por un campanario. Su interior es un hervidero de experiencias creativas (ronda de Valencia, 2).

10. El Círculo de Bellas Artes. Es el otro extremo del repertorio de la arquitectura madrileña. Su exterior, a pesar del encajonamiento urbanístico, sigue teniendo una gravedad, una elegancia y un ritmo al nivel de los iconos de la arquitectura internacional de comienzos del siglo XX. Tuve la fortuna de intervenir como diseñador en la renovación de su identidad gráfica y señalización. Los nuevos gobiernos municipales y autonómicos deberían dar más ayudas para su mantenimiento y programación (calle de Alcalá, 42).

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