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Paté de campaña
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Albiol en su salsa caldeada

El candidato del PP disfruta pidiendo el voto en uno de los barrios más conflictivos de Terrassa

Cristian Segura

“Necesitamos que alguien limpie ca n'Anglada”, piden los hermanos Heredia a Xavier García Albiol. Los hermanos Heredia son propietarios de la tienda de electrodomésticos H&H, fundada en 1973 y ubicada en la calle Sant Tomàs de Terrassa. ca n'Anglada es uno de esos pocos lugares de Cataluña en los que se ha llegado a encender peligrosamente la chispa del odio racial. “Yo siempre visito los barrios más caldeados”, asegura Albiol a unos señores que pasan la mañana en un centro social de La Caixa.

“Bueno, ¡habéis tenido una visita interesante!”, dice Albiol a los periodistas. Su visita a ca n'Anglada es un paseo triunfal entre jubilados que sueltan pestes de la independencia y de sus vecinos de origen extranjero. A medida que avanzábamos metros, más gente se agolpa entorno al candidato. Una de las personas que se ha dejado llevar por la música de Albiol es Dolores Mármol, de 85 años, la mitad de los cuales los ha pasado en Terrassa aunque se identifica como cordobesa. Mármol ha quedado con una amiga en el centro cívico Montserrat Roig. Me pregunta a quién esperamos y respondo que al candidato del PP: “Del PP solo conozco al de la barba [dice refiriéndose a Mariano Rajoy]; de todas formas, yo a estos no les voto. Pero yo no quiero independencia, eso sí que no”. Dolores admite que estas serán las primeras elecciones autonómicas en las que piensa votar. Le pido una valoración de cómo ha cambiado ca n'Anglada: “Va a peor. Antes, este barrio era una balsa de aceite y ahora tenemos lo peor: moros, negros, ecuatorianos”. Dolores tiene tres hijos, nueve nietos y cinco bisnietos. Un hijo ha tenido que emigrar después de cinco años en el paro y los otros dos solo consiguen trabajos temporales.

Dolores Mármol se echa para atrás cuando ve a Albiol por primera vez: “Es que es demasiado alto para mí”. También tiene la mala suerte que intenta saludarle justo cuando dos chicos de origen magrebí se enzarzan en una discusión con él. Los dos son activistas de un colectivo local de apoyo a los extranjeros. Albiol les explica que, según su experiencia en Badalona, hay que favorecer la llegada de migrantes latinos, en detrimento de los musulmanes, porque se adaptan mejor. Los jubilados a su alrededor aplauden y gritan a los activistas “¡que se larguen ya!”. Dolores sigue el cortejo y al final consigue estrechar la mano de Albiol. Este, zalamero, la seduce, le cuenta que es de padre andaluz, que hay que evitar la independencia, y Dolores acaba prometiéndole el voto. Una asistenta de Albiol se saca del bolso el sobre con la papeleta del PP y se lo da a Dolores. El sobre está arrugado y con manchas marrones. Parece que son de chocolate.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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