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Mas lanza el 27-S acusando a Rajoy de ataque “premeditado” a Cataluña

La Generalitat recopila en un informe las acciones que pueden laminar sus competencias

Miquel Noguer
Artur Mas y la vicepresidenta Neus Munté en la reunión semanal del Govern.
Artur Mas y la vicepresidenta Neus Munté en la reunión semanal del Govern. Toni Albir (EFE)

El Gobierno de Artur Mas ha apostado por reforzar el discurso netamente independentista tras la salida de los consejeros de Unió Democràtica. El alegato que mantendrá desde ahora hasta las elecciones del 27 de septiembre es que la independencia es la única salida para las reivindicaciones catalanas. Por este motivo, el Ejecutivo de Mas presentó ayer un documento de más de 100 páginas titulado Crónica de una ofensiva premeditada en la que describe todo tipo de “menosprecios” y “ataques” del Gobierno hacia Cataluña para justificar la vía independentista. El documento será remitido a las delegaciones de la Generalitat en el extranjero para darle la máxima difusión.

El PP tilda el informe de agravios de Mas de “basura separatista"

Alba Llucià

El portavoz del PP en el Parlament, Enric Millo, ha calificado de “basura separatista” el informe presentado por Mas y lo ha considerado “propio de un comportamiento mafioso y no de un gobierno democrático”. Millo ha pedido a Mas que no “insulte la inteligencia de los catalanes” y lo ha acusado de hacer lo mismo que Tsiripas en Grecia: “crear un enemigo externo y revolucionar todo un pueblo en su contra”.

A sus críticas se han sumado las del diputado del PSC Maurici Lucena, que ha acusado el Gobierno de Mas de ser el “más llorón de la historia” y ha arremetido contra la nueva portavoz Neus Munté al considerar que sigue “bajo el legado de su predecesor” con su “actitud victimista”.

También ha cargado contra el documento la portavoz de C's en el Parlament, Inés Arrimadas, que lo ha tachado de "listado de victimismos". Ha considerado Catalunya una de las regiones de Europa con más autogobierno y más competencias, por lo que acusa Artur Mas de “utilizar la propaganda para tapar los errores, la corrupción, la mala gestión y los recortes”.

La portavoz de ICV-EUiA en el Parlament, Dolors Camats, ha considerado que lo que recoge el documento es el sumatorio de un conjunto de agravios que son reales, pero ha criticado que es "grosero" que el Govern no haga otro informe de las consecuencias de sus recortes para los catalanes.

El informe presentado ayer por el Gobierno catalán utiliza un lenguaje más literario que político y emplea expresiones nada diplomáticas para referirse a la actuación de la Administración central en Cataluña. “El Estado nos impone una penitencia por nuestro pecado original, la identidad propia”, dice en el prólogo, que sintetiza así la visión de la Generalitat: “El Estado ahoga y limita la capacidad de actuación de la ciudadanía catalana, eliminando toda relación de diálogo y laminando la capacidad de autogobierno”.

El texto viene a ser un resumen de las quejas del Gobierno y del Parlamento catalanes por la actuación “recentralizadora” del Ejecutivo central, por un reparto “injusto” de los límites de déficit y por la paralización total del desarrollo del autogobierno coincidiendo con el recorte del Estatuto de Autonomía de Cataluña por parte del Tribunal Constitucional.

En un intento de resaltar la gravedad del momento político que vive Cataluña, el informe comienza citando el llamado Memorial de Agravios de 1885, considerado una de las primeras grandes reivindicaciones del catalanismo político. El documento resalta dos actitudes de la Administración central que explican, según la Generalitat, el descontento de un sector importante de los catalanes. “Por una parte, el Estado sufre de inacción cuando se trata de negociar o de cumplir sentencias que le son desfavorables, y por la otra, cae en la hiperactividad en lo que se refiere a recentralizar y a limitar el autogobierno en todos los ámbitos de actuación: políticas sociales, económicas e institucionales”.

La decisión de publicar el informe se tomó en marzo y durante este tiempo los diferentes departamentos de la Generalitat han remitido a Presidencia su particular listado de supuestos agravios. La presentación llega casi un año después de la última reunión que mantuvieron en La Moncloa el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el de la Generalitat. En aquel encuentro, Mas propuso a Rajoy trabajar en 23 aspectos alejados del plan soberanista y que se centraban en nuevos traspasos y concreción de inversiones. Desde entonces, concluye el informe, “no se ha obtenido ningún resultado relevante”.

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Diálogo de sordos sin resultados

Los choques constantes entre el Gobierno de Rajoy y el de Mas se han traducido en que en cuatro años no se ha reunido ninguna de las comisiones Estado-Generalitat. El resultado es que no ha habido ni un solo traspaso de competencias y se han paralizado los que estaban en marcha. Además, el Gobierno ha impugnado 19 decisiones de la Generalitat y el Gobierno catalán le ha devuelto la pelota con otras 47 impugnaciones.

La dureza del lenguaje utilizado contra el Gobierno es destacable, sobre todo si se tiene en cuenta que la Generalitat siempre asegura que tiene la puerta abierta al diálogo con el Estado y acusa a Rajoy de impedirlo. Las acusaciones son especialmente punzantes en los asuntos relacionados con la lengua. Reprocha, por ejemplo, al Ejecutivo de Rajoy practicar el “menosprecio continuado hacia la lengua catalana” y tener “pasividad ante los posicionamientos catalanófobos”.

La vicepresidenta de la Generalitat, Neus Munté, defendió la utilización de este lenguaje durante la presentación del informe. Y considera que ello no tiene por qué impedir una negociación. “Estas expresiones relatan una realidad evidente”, aseguró. El texto será remitido ahora a las delegaciones de la Generalitat en el extranjero así como a Ayuntamientos y centros de estudios.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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