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Elecciones municipales
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La noche de las mujeres

Manuela Carmena y Ada Colau encarnan las claves de la transformación política en curso. La ciudadanía se ha puesto tozuda y pide la palabra

Josep Ramoneda

Sí, hay signos de cambio de ciclo. Nuevos actores que suben, mayor fragmentación política, desplazamiento a la izquierda, recorte significativo del poder del PP y signos de que la corrupción castiga incluso en las comunidades de mayor tradición clientelar. Dos mujeres, Manuela Carmena y de Ada Colau encarnan las claves de la transformación política en curso. Carmena ha transmitido autoridad, independencia (incluso de los que le apoyaban) y proximidad. A sus setenta años ha demostrado que la crisis política no es tanto un problema generacional como de talante. Y Ada Colau, con su estilo directo, ha capitalizado el voto de la izquierda, dejando al PSC en fuera de juego en su territorio favorito. Lo que se ha hecho insoportable para muchos ha sido la concepción patrimonial del poder que emanaba del bipartidismo. Y la reiterada pretensión de que sólo hay una política posible y sólo pueden hacerla los de siempre. El proverbial desdén de Rajoy, que solo ha salido del castillo cuando ya no le quedaba otro remedio, y el rito de amedrentamiento semanal que son las conferencias de prensa de Sáenz de Santamaria simbolizan las causas del hartazgo. La ciudadanía se ha puesto tozuda: pide la palabra y no quiere resignarse al papel de comparsa que vota cada cuatro años y calla.

El PP se ha empeñado en negar el agotamiento del sistema y ha puesto toda su confianza en el reflejo conservador de la mayoría silenciosa. Sin duda PP y PSOE utilizaran el recuento global de votos para decir que el bipartidismo goza de buena salud. Pero todo el mundo sabe que ellos se presentan en casi todos los ayuntamientos del país mientras los nuevos lo hacen en muchos menos. La resistencia al cambio se paga. Se creyó que el miedo bastaría para frenar a los nuevos. No ha sido así. Podemos ha tumbado el poder del PP en lugares decisivos, su impacto es mucho mayor que el de Ciudadanos. El PSOE va un paso por delante de la derecha en renovación y si es capaz de renovar su proyecto tendrá una ventana de oportunidad en los próximos meses.

La derrota de Trias, a pesar de beneficiar del voto útil conservador anti Colau, es un indicio alarmante para CiU

Un cierto aire de cambio tranquilo se ha puesto en marcha, sin estridencias, aunque sea visto como un desafío a las élites. La juventud reaparece como sujeto político, los movimientos sociales demuestran capacidad de transformación política, con las nuevas tecnologías de comunicación, un proyecto puede tomar cuerpo en breve tiempo si se construyen alianzas adecuadas, la arrogancia del que se cree propietario de lo público asfixia, y el eje derecha/izquierda sigue funcionando. Podemos o las coaliciones de la que formaba parte, como las de Carmena y Colau, han obtenido sus mejores resultados donde han aparecido inequívocamente como izquierda alternativa. La dialéctica casta/pueblo está verde todavía.

Desde el soberanismo catalán todo lo que apunte a una cierta fragmentación en el mapa política español, es visto como una oportunidad. Sin embargo, las municipales no han sido una gran revalida para el soberanismo. La derrota de Trias, a pesar de beneficiar del voto útil conservador anti Colau, es un indicio alarmante para CiU. El debate del modelo de Estado no se ha impuesto al debate sobre el modelo económico y social de ciudad, en parte por el protagonismo adquirido por el duelo Colau/Trias. Cataluña rompió su bipartidismo imperfecto (CiU/PSC) mucho antes de que el pluripartidismo empezará a penetrar en la política española. Quizás por esta razón el mapa catalán, fuera de la capital, refleja menos cambios que el español, y el PSC salva feudos capitales. Ciutadans se ha quedado lejos de la pretensión de ser el referente del unionismo en Cataluña.

Sin duda, toda extrapolación de los resultados de unas elecciones municipales es arriesgada. Las claves locales y personales son muy determinantes. Para el soberanismo, los resultados de Cataluña darán argumentos a los partidarios de aplazar las elecciones autonómicas más allá de las generales. Las municipales no han resultado ser la antesala del triunfo en las plebiscitarias que el independentismo esperaba. Pero más allá del caso catalán, de estas elecciones sale un mensaje: entiéndanse, no nos sometan en las grandes ciudades a gobiernos minoritarios del que ha llegado en primer lugar contra todos, arremánguense, trabajen en la configuración de programas compartidos y formen mayorías plurales eficientes. La estrategia conservadora es previsible: se intentará especular con la ingobernabilidad de los consistorios más fragmentados para convencernos, de cara a las generales, de que sólo en las mayorías del bipartidismo hay salvación. Hay que combatirla, hay que exigir a los partidos que actúen con responsabilidad y no defrauden la oportunidad abierta.

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