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Verdaguer ‘hará’ de Vil·la Joana la Casa de la Literatura

El Ayuntamiento destina cinco millones de euros a rehabilitar la masía de Vallvidrera donde murió el poeta y convertirla, en 2016, en centro difusor de las letras

Carles Geli
Aspecto que ofrece la fachada principal de Vil·la Joana.
Aspecto que ofrece la fachada principal de Vil·la Joana. Consuelo Bautista

El mismo día que cumplía 57 años, el 17 de mayo de 1902, un Jacint Verdaguer más enfermo de tuberculosis de lo que nadie imaginaba acaba siendo trasladado a Vil·la Joana, espectacular villa de veraneo propiedad de su amigo Ramon Miralles, exalcalde de Sarrià e influyente constructor, que le invita para que tome los aires de la montaña y se recupere. No estaba previsto, pero el gran poeta de la Renaixença morirá ahí 24 días después. Propiedad del Ayuntamiento de Barcelona desde 1922 (que instaló un tiempo una escuela), el edificio, cimentado en una masía del XVII, fue languideciendo como museo del poeta desde 1963. “Como construcción se estaba acabando y como lugar fetiche de Verdaguer se extinguía”, resume el concejal de Cultura del Consistorio Jaume Ciurana. Resultado, un plan de choque. Bajo la cobertura del Museo de Historia de Barcelona (MUHBA), Vil·la Joana tendrá ahora un doble uso: como museo “no fetichista” del autor de L’Atlàntida pero también como difusor de la palabra literaria en el mundo contemporáneo. Con esa idea, y cinco millones de presupuesto, nacerá La Casa Verdaguer de la Literatura en el primer semestre de 2016, formando parte así de las propuestas que Barcelona añadirá en su candidatura como Ciudad Creativa UNESCO de la Literatura, designación que el organismo internacional fallará por esas fechas.

La conjunción de superar “la fase crítica de la rehabilitación” más la cercanía de las elecciones municipales en mayo facilitó ayer un visita de obras a los 1.700 metros cuadrados construidos de una Vil·la Joana, imponente a pesar del apuntalamiento de uno de los muros de su perímetro o de la inmensa grúa que dificulta la contemplación del bello reloj de su fachada principal, orlado de cerámica y con la inscripción “Quinta Juana”. “El edificio estaba en prerruina técnica”, admite el arquitecto Tomàs Morató, responsable del proyecto. Por el estado actual de las obras, parece que no exagera: años de abandono y un severo ataque de termitas dejó buena parte de las vigas de madera, por ejemplo, en un estado que “piezas de cuatro metros las podías levantar con una mano sin esfuerzo”. Esos problemas no previstos, si bien encarecieron y retrasaron muchísimo las obras, obligaron a ir muy a fondo en la estructura del edificio, lo que ha facilitado descubrimientos arqueológicos “enmascarados”, como un cierto sustrato bajomedieval (siglo XV), cuatro silos usados como vertederos con material cerámico del XVI, una cuba de vino, una mina de agua bastantes fragmentos de muros originales del Mas Ferrer del XVII, que el buen afán conservador del director del MUHBA, Jordi Roca, ha facilitado integrar en el proyecto.

La planta baja del edificio se destinará a explicar tanto la villa como su etapa como escuela innovadora durante casi medio siglo, hecho que permitirá enlazar la enseñanza de la palabra con los grandes hitos de la literatura universal a través de planisferios tridimensionales y mapas táctiles y espacios interactivos con selecciones de obras clásicas de todos los tiempos, desde Homero, Llull y Cervantes a Shakespeare o Kafka). Una sala acogerá un auditorio para unas 70 personas. La que fuera antigua cocina de la escuela (cuyas piezas originales están siendo restauradas) justificará dejar un espacio a los sentidos de la lectura gusto, olfato y tacto a partir de dispensadores de olores y ustos alimentos a la posibilidad de tocar diferentes tipos de papel.

La primera planta tendrá un regusto más verdagueriano: la capilla, la habitación donde murió y la llamada sala de los médicos (el antiguo comedor de la villa que sirvió de centro de operaciones diario de los médicos que trataban al poeta) están siendo rehabilitados con el máximo esmero, hasta el extremo de hacer moldes para completar el “espectacular” suelo hidráulico de esas zonas. La Barcelona de Verdaguer y su lugar en la literatura universal, bien salpimentado con ediciones y objetos del autor.

La segunda y última planta, imposible de visitar ahora por la fragilidad del suelo, acogerá la llamada Sala del Rellotge, de las más bellas de la casa, y una mezcolanza de usos entre aulas y talleres, amén de la administración, donde se impartirán cursos y seminarios que hoy ya programa el MHUBA. La otra sorpresa es que se ubicará también en ella las estancias de la familia de Dolors Xufré, cuarta generación de los masoveros que cuidan las instalaciones. Su bisabuela era la que llevaba el tazón de caldo a un Verdaguer que solo compuso ahí una poesía y por insistencia del dueño de la casa: A la Verge Maria de Vallvidrera de la iglesia cercana. El escritor tenía, amén de los de salud, más problemas: una disputa por sus últimas voluntades entre su hermana y sus nietos y su familia adoptiva, la Duran. Mossèn Cinto testó dos veces en Vil·la Joana, cambiando el 9 de junio en favor de los Duran. Al día siguiente, tras pronunciar las palabras “Jesús, Jesús, empareu-me!”, fallecía. Llovía o lo había hecho hacía poco. La leyenda dice que un haz de luz iluminó las hojas mojadas del frondoso bosque de la montaña de Collserola que envuelve la casa. Ayer también lloviznó y quizá, en algún momento, un rayo de luz iluminó la Casa Verdaguer de la Literatura.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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